Opinión

A cien años del nacimiento de Javier Barros Sierra: Los inicios del cambio en el modelo de la educación superior.

Por: Martagloria Morales Garza

Casi todo mundo recuerda al Mtro. Javier Barros Sierra por su digna postura frente a la autoridad con la famosa marcha del silencio, sin embargo, hoy quisiera valorar una parte menos conocida del Maestro, la que se refiere a su proyecto académico y de universidad.

El rector Javier Barros Sierra, de cuyo nacimiento se cumplieron cien años el 25 de febrero, era nieto de Don Justo Sierra, fundador de la UNAM. Estudió en la Escuela Nacional Preparatoria, y en la Escuela Nacional de Ingenieros de la UNAM y obtuvo el grado de Maestro en matemáticas en la Facultad de Ciencias. Recién termino su carrera fue parte de un grupo de ingenieros que fundaron ICA, a través de la cual participó activamente en la etapa constructiva más importante de la UNAM a finales de la década de los cincuenta, posteriormente, ya habiendo formado un patrimonio a partir de su trabajo en la iniciativa privada, incursionó en el sector público, como secretario de Obras en el periodo presidencial de López Mateos, en donde conoció y tuvo relaciones no muy cordiales con Gustavo Díaz Ordaz, con quien posteriormente se enfrentaría abiertamente desde la UNAM.

Terminado el período de gobierno de López Mateos, fue invitado por Don Jesús Reyes Heroles para fundar el Instituto Mexicano del Petróleo, pero sólo colaboró en esta obra algunos meses pues posteriormente llegó a la rectoría de la UNAM.

Según se relata en sus memorias, varias anécdotas vislumbran la opinión que de Díaz Ordaz tenía el maestro. Se dice que Gustavo Díaz Ordaz le dio el paso para entrar en una oficina diciendo primero los sabios, y el Maestro le contestó “no de ninguna manera, primero los resabios”. En otra ocasión, cuando ya estaba destapado Díaz Ordaz como el candidato presidencial del PRI y le preguntaron su opinión él dijo, como dice el dicho mexicano la suerte de la fea… Si estas anécdotas reflejan de manera irónica la opinión que le merecía el que fue posteriormente presidente de la república, no es extraña su posición al frente de la UNAM.

En 1966 es nombrado rector de la UNAM, después de un breve tiempo como director de la Facultad de Ingeniería. Al mismo tiempo fueron rectores Hugo Gutiérrez Vega, en nuestra Universidad,  y Eli de Gortari en la Universidad Nicolaita.

Barros Sierra llegó a la rectoría para resolver conflictos muy fuertes generados durante la gestión del Dr. Ignacio Chávez, el cual tuvo que renunciar a su gestión en medio de una universidad dividida y polarizada.

Desde el inició mostró una extraordinaria capacidad para entender el conflicto e impulsar una universidad con rigor académico pero no excluyente, como de alguna manera había propiciado el conjunto de políticas impulsadas por el Dr. Chávez.

Adicionalmente imprimió su sello en la educación universitaria impulsando tres aspectos centrales; el incremento en la matricula, la reestructuración e impulso del posgrado y el impulso de la Cultura y las Humanidades como parte de la formación integral de los universitarios.

En relación con el primer aspecto en buena medida fue lo que inició el problema con el rector anterior, pues los egresados de la escuela Preparatoria no podían ingresar a la UNAM.

La visión estratificada y de alguna manera elitista de la educación superior que sostuvo el Dr. Chávez dio paso, con el rector Barros Sierra,  a una visión de la educación como puerta para el desarrollo y por lo tanto deseable para todos, y así se inició un fuerte incremento de la matrícula en la UNAM.

Al mismo tiempo, se pusieron en marcha acertadas medidas para enriquecer la educación universitaria y elevar el nivel académico: revisión de planes y programas de estudio, modernización (flexibilización) del diseño curricular, fortalecimiento de bibliotecas y laboratorios, y la creación de instancias especializadas en la investigación de los complejos asuntos educativos, entre ellas la Comisión de Nuevos Métodos de Enseñanza y el Centro de Didáctica. Estas dos dependencias universitarias fungieron también como promotoras de renovación de las prácticas académicas. En la administración se crearon una pionera Comisión Técnica de Planeación Universitaria, y un novedoso sistema de presupuestos por programas, se integraron equipos de personal administrativo especializado en cada dependencia y se reorganizó y modernizó la Comisión Técnica de Administración.

Finalmente obra fundamental del maestro barros Sierra fue el fortalecimiento de la infraestructura cultural de la UNAM se construyó el teatro Carlos Lazo de la Facultad de Arquitectura, quien no lo conoce debería, pues es una obra arquitectónica espectacular, pero adema es la cuna de la Difusión de la Cultura en la UNAM.

El tema de la cultura no era una moda, era parte de la visión integral que sostuvo el rector durante su gestión, y que de alguna manera había heredado de su abuelo, quien también fue un gran impulsor de las bellas Artes,  él decía “ninguna técnica representa un fin en sí mismo, sino que sólo es un instrumento para mejorar la vida humana en una colectividad.

El Rector no aceptaba la disyuntiva entre las ciencias y las humanidades, por eso apoyó la creación de manifestaciones artísticas y la inclusión de materias humanísticas en todas las carreras técnicas, como vía para una formación integral de los nuevos profesionistas.

Es insólito que aún hoy, el pensamiento del Mtro. Javier Barros Sierra siga vigente, pues aún existen universitarios que piensan que el arte y las humanidades no son parte importante de la formación de los universitarios.

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