A dos años del apagón
Por Salvador Rangel
No siempre las decisiones de la autoridad son las más adecuadas, si bien el poder les permite dictar medidas para sus gobernados, se supone que son en su beneficio, pero en algunas ocasiones son contrarias.
El artículo 39 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, señala: La soberanía nacional reside esencial y originalmente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste.
Bueno, a la letra resulta reconfortante que el poder reside en el pueblo y que se instituye para su beneficio, pero la realidad no corresponde a la letra.
En cuántas ocasiones el poder depositado en el mandatario se ejerce en contra del pueblo que lo eligió, son innumerables y el ejecutor nunca ha sido juzgado legalmente, es la voz del pueblo quien lo condena, pero hasta ahí. Y a los políticos no les interesa la opinión que tengan de ellos, su fama pública está devaluada y…
Como que no se tiene memoria y de nueva cuenta son electos o siguen tras bambalinas ejerciendo el poder.
El próximo año, 2012, habrá elecciones para Presidente de de la República, diputados, senadores, presidente municipales, etc.
Y es probable que de nueva cuenta los partidos políticos propongan a políticos que se han servido del pueblo y no han servido a quien los eligió. En las campañas, prometen empleo, honradez y saber escuchar al pueblo, pero nada más llegan al poder y esas promesas quedan en el olvido.
No olvidemos a quien se decía el “Presidente del empleo”, que si bien ganó la elección quedó una sombra, muy negra, de su triunfo.
Y su actuación dista en mucho de lo prometido, al menos en el caso de la extinción de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, que dejó sin empleo a cerca de 44 mil trabajadores, empleos directos y cuántos indirectos se perdieron, han transcurrido dos años de la desaparición de la empresa, pero no del Sindicato Mexicano de Electricistas, organización combativa, con más de 90 años de existencia, nunca estuvo afiliado a partido político alguno, se opuso y opone a la entrega de las empresas privadas para la generación de energía eléctrica.
Hasta le fecha cerca de 16 mil 600 trabajadores no han aceptado su liquidación, buscan la recuperación de su legítima fuente de trabajo. Otros trabajadores han entablado en lo personal juicios por su despido.
Las razones aducidas para finiquitar a Compañía de Luz, fue el alto costo de su operación, ahora resulta que la CFE no ha podido con el paquete, decenas de usuarios se quejan de errores en la facturación en el consumo de energía eléctrica, han recurrido a empresas privadas para cubrir la vacantes, trabajadores de la CFE han tenido que llegar al DF con pago de viáticos y servicios laborales para cubrir las vacantes. Pero también ha costado la pérdida de vida trabajadores, se han incendiado varias subestaciones y a decir del SME se debe a la falta de capacitación y mantenimiento, y el gobierno en su afán de desprestigiar a los ex trabajadores se dijo que eran actos de sabotaje.
Contrató los servicios de un call center para atender quejas y denuncias de los usuarios, es una empresa privada la que presta el servicio.
Y haciendo números, el tal ahorro, no ha sido tal, la CFE ha pagado a contratistas casi tres mil millones de pesos por servicios y cerca de dos millones por obras que antes realizaban los trabajadores. De acuerdo al Contrato Colectivo de Trabajo del SME, los contratos a empresas privadas era en los casos que no se tenía el equipo o la capacidad para llevar a cabo esas tareas.
Referente a cuentas por cobrar de la extinta compañía algunas se han dejado de cobrar, no se tuvo o tiene un control efectivo de los inventarios.
Ahora la CFE solicita a la Cámara de Diputados 67 mil millones de pesos para pagar contratos por generación de electricidad a empresas transnacionales en clara violación al artículo 27 constitucional.
Y los nostálgicos recuerdan al ebrio que al tratar sacar las llaves para abrir su casa, se le cayeron unas cuantas monedas y para encontrarlas sacó unos billetes para alumbrarse y localizarlas. Con la extinción de la Compañía de Luz salió más caro el remedio que la enfermedad.
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