Alcázar 20-100 Se les cayó la máscara
Por: Omar Arcega E.
Twitter: Luz_Azul
Hay una película española llamada “La mujer más fea del mundo”, uno de los personajes es el Teniente Arribas, el policía encargado de resolver el asesinato que inicia la trama de la película. En una escena, el Teniente entra a su habitación para ir a dormir. Entonces, en ese espacio íntimo se despoja de su peluquín, de su dentadura postiza, su ojo de vidrio, una prótesis en la pierna… finalmente queda frente al espejo y se le puede ver tal cual es: deforme, calvo y poco agradable a la vista.
Traigo a colación esta escena porque es precisamente lo que ha pasado esta semana con los partidos políticos en el estado de Querétaro. Como quedó reseñado en todos los medios de comunicación, el Tribunal Electoral del Estado de Querétaro (TEEQ) determinó que las listas de candidatos plurinominales estén lideradas por mujeres, tanto en el ámbito municipal como en el legislativo. En el caso de las presidencias municipales, no obliga a que el 50% de sus integrantes de fórmula sean mujeres, pero si se mandata a que las primeras posiciones sean para mujeres. Por otro lado, si los números son impares deberán presentar más mujeres que hombres.
Inmediatamente, los partidos que llevaban meses a favor de la equidad de oportunidades para las mujeres mostraron su descontento. Sin dudarlo anunciarlo impugnarán tal decisión. La gran pregunta es ¿Qué pasó? Pues casi nada, estas medidas van a destruir los acuerdos cupulares que, a espaldas de la militancia, construyeron. Como es sabido, los primeros lugares en las listas plurinominales son para aquellas personas que controlan a las élites partidarias, esos caciques que aspiran a ser dueños o copropietarios de las franquicias de los mecanismos democráticos. Sin embargo, no a todos les afecta de la misma manera; los más lastimados son los partidos pequeños pues ellos postulan presidentes municipales aspirando a ganar una regiduría; presentan candidatos a diputados con el ojo puesto en alcanzar la mayor cantidad de votos para atrapar escaños plurinominales. Al tener menos oportunidades de alcanzar posiciones para sus dirigentes su histeria es mayor, pues es vital pare ellos presidir las listas con el fin de mantenerse “vigentes” y con capacidad de negociación.
A los partidos grandes, les destrozan los acuerdos cupulares mediante los cuales los diferentes grupos interpartidistas negociaron posiciones. Llegar a estos arreglos les costó golpes bajos, guerra sucia, amagos, es decir, un desgaste; ahora que estaba en proceso la operación cicatriz, otra vez se vuelven a abrir las heridas. Las ambiciones de unos, nuevamente, se confrontan con el temor a perder el poder de los otros. Y es que cambiar una sola candidatura implica realizar 3 o más movimientos, ahora imaginamos reacomodar 10 ó 20 posiciones, a esto añadamos que el tiempo ya está encima.
Más allá de la discusión jurídica si estas resoluciones se hicieron en tiempo o forma, o que tan válidas son pues se concibieron bajo los amagos de una huelga de hambre. Estas determinaciones del tribunal, una vez más nos han mostrado el verdadero rostro de los partidos: más preocupados por los intereses y ambiciones de sus dirigentes, que por impulsar causas legítimas. Más atentos a proteger sus espacios de poder, que ocupados en abanderar las causas que perfeccionen las prácticas democráticas. Sus liderazgos son pragmáticos, ambiciosos y de miras muy cortas.
Es necesario reconocer que estas disposiciones no garantizan de suyo un empoderamiento de las mujeres, al contario puede ser un mecanismo reforzador de la sumisión. Pues seguramente asistiremos al nacimiento de las “Juanitas a control remoto”, es decir féminas que ocuparán las primeras posiciones plurinominales, pero dirigidas por los Corleone de cada partido. En otras palabras, el que haya más mujeres ocupando puestos no significa necesariamente que influyen más en la esfera política.
La impugnación que se haga en los tribunales pone en evidencia la hipocresía de las dirigencias partidistas. Esta es una cachetada más de los políticos hacia la ciudadanía. El sistema político llega a estas elecciones, desgastado y desacreditado como no lo veíamos en años. La opción por el no votar va siendo más aceptada, el desencanto de los electores hacia el proceso democrático es cada vez más evidente. En el ánimo popular parece instalarse la idea de que las elecciones no sirven para nada. Pero a ellos, esto no les ocupa. Están muy confiados de que las estrategias de marketing político les darán legitimidad. De ese tamaño, es su ceguera.
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