Ante la atmósfera del Mundial de futbol: ¿qué hacer?
AMOR, HUMOR Y MUERTE
Por: Edmundo González Llaca
Algunos le llaman la epidemia del futbol, creo más bien que es toda una atmósfera, algo envolvente de lo que no podemos escapar, que flota enel espacio como un rumor imposible de extinguir. Este ambiente se refleja en una cotidianidad en la que hablar, ya no digamos escribir, de otra cosa que no sea futbol es, francamente, estar en off side.
Sea por rechazo natural o por pose, podemos echar pestes contra este ambiente saturado de especulaciones, estadísticas, historia y propuesta dealineaciones de la Selección Mexicana. Nuestra ira sería en vano, pasaríamos más inadvertidos que un vaso de cerveza vacío tirado en un estadio. Incluso, nos podemos esconder en una coladera o en una de esas cuevas en las que, según dicen, anda “La Tuta”, bueno, pues hasta allá de pronto escucharemos un grito desde afuera: “Perdone ¿cómo va el marcador?”.
Monopolizada la atención de la opinión pública mundial, olvidémonos de tratar de desdeñar ese jueguito donde veintidós hombres con calzón corto tratan de meter la bola en un marco en medio de estadios abarrotados y con millones de espectadores en la televisión. En suma, lo más digno y lo mejor es hacer frente a esta realidad que nos desborda, después de todo, los valores de la cultura incluyen -en primer término- la crítica a los valores que consagra. En otras palabras, nos guste o no nos guste el futbol -personalmente a mí sí me gusta- tratemos de explicar esta pasión, quizás la más mundial de todas las pasiones.
Señala un historiador que no hay nada que viva en el mundo occidental que no haya latido en el espíritu de los griegos. Para espartanos y atenienses, el deporte tenía una función definitiva en el desarrollo de sus ciudadanos. La molicie y la indolencia física eran para los jóvenes helénicos algo tan vergonzoso como la ignorancia e indicaba una falta de cultura y de educación.
De esta forma, quien quería ganarse la estimación de sus conciudadanos debía pasar una gran parte de su juventud en el estadio, único lugar donde se adquiría aquella belleza, soltura y dominio de sí mismo que caracterizaban a los hombres libres. Luciano subrayaba la importancia estética de los ejercicios gimnásticos: «Como los muchachos deben quitarse los vestidos ante mucha gente, creemos que vale la pena adquirir un aspecto externo agradable para no avergonzarse al presentarse desnudos».
Así, el deporte era obligatorio para los jóvenes. En unos diálogos, un escita pregunta a Solón qué utilidad tenían las competiciones deportivas griegas. «Dan vueltas en la arena como cerdos -dijo el escita- y se atacan como chivos. La escena a veces es terrible y brutal y, sin embargo, no son separados por ese hombre vestido de púrpura que, a juzgar por su ropaje, debe ser representante de la autoridad. Me gustaría saber para qué sirve todo esto; en verdad, me parece una locura».
Solón trató de hacer comprender al «bárbaro» el grandioso significado de estos ejercicios físicos que podían parecer tan despreciables y peligrosos. Le responde: «El cuerpo de un hombre vigoroso no debe ser graso y blando como el de una mujer, pálido por encerrarse en su morada. ¡Contemplad nuestros muchachos de piel bronceada! Son como deben ser: hombres llenos de vida, calor, energía viril y rebosantes de salud; no están arrugados ni enflaquecidos y menos aún fofos; el sudor les quitó la grasa superflua y sólo les dejó músculos y fuerza. Lo consiguieron con dieta y gimnasia. Estos dos elementos son para el cuerpo humano lo que la criba para el trigo: la cascarilla del grano se elimina y sólo queda el trigo puro».
Al Estado griego también le interesaba que los jóvenes se ejercitaran en la gimnasia y los deportes, pero no por razones estéticas sino con el propósito de hacerlos aptos para participar en la vida pública, pues ésta exige determinado carácter: «No se entrenan sólo para ganar premios en la fiesta, ya que pocos lo consiguen, pero logran para el país y para sí mismos, ventajas mucho mayores. Un día quizá todos los ciudadanos deberán tomar parte en luchas más importantes; por la libertad del individuo, la independencia y la prosperidad de la patria. Estos ejercicios que vemos ahora son una preparación».
En fin, como los griegos, reconozcamos la trascendencia del deporte y la necesidad de que lo impulse el Estado. Ahora bien, el deporte adquiere todo su potencial cuando se realiza en un juego competitivo. Al dar este brinco y adaptarse a un espectáculo de masas, el deporte adquiere otras características que habremos de analizar en el próximo artículo. Mientras tanto, asistamos curiosos a la fiesta en la que el futbol tiene en sus botines al mundo. Ojalá que no salga un “titiritito”.
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