Articulistas

¡Aguas!

SE DICE EN EL BARRIO

Querétaro, Qro.

Por la mañana, Irene me recogió para irnos a la rueda de prensa, donde dirigentes sociales y analistas convocaron a periodistas para explicar por qué la gente del pueblo se opone al proyecto de ley que entregó el gobernador a la legislatura local. Después de desayunarnos café, papaya, manzana y huevos revueltos con papas, pasamos por Thalía para ir a la reunión. Las tres íbamos muy contentas: veríamos otra vez a nuestras amistades, después de meses de evitarlas por temor al Covid.

Ya en el Jardín, nos encontramos con nuestros representantes y otros vecinos. Unos todavía traían la cara oculta por el cubrebocas, aunque varios rasgos permitían que casi todos nos reconociéramos. La pandemia nos ha distanciado. Es verdad que a veces nos saludamos por el celular y preguntamos por los demás; pero muchos no tienen teléfono o, por haber perdido su empleo desde hace casi dos años, andan apurados con chambitas y nadie sabe nada de esa gente. Además, no es lo mismo comunicarse por el aparato que ver a la gente directamente y hablar con ella. El caso es que, apenas íbamos llegando, nuestras amistades se apartaron del grupo para ir a recibirnos y darnos un fuerte abrazo: desde hace años hemos sabido querernos.

Varios periodistas ya esperaban el inicio para tomar la nota y, rapidito, enviarla a la redacción, para meterla en prensa para el día siguiente. No podíamos comenzar porque, aunque los organizadores llevaban micrófonos, bocinas, cables y hasta mesas y sillas, tuvimos que movernos hacia un lugar donde nos permitieran tomar corriente eléctrica. Todos ayudamos, menos los de ese local: tenían miedo de que las autoridades les clausuraran, por apoyar a “revoltosos”. Sin embargo, a fuerza de presiones y de que llegó un diputado de la oposición, terminaron autorizando que nos conectáramos, pero “sólo por un ratito”, que se convirtió en dos horas.

Al terminar la rueda de prensa, regresamos contentas a nuestras casas, comentando la reunión que acabábamos de tener: gente de diferentes lugares del estado había tomado la palabra; dijo cosas tan fuertes que, seguro, les dieron una buena lección de amor y claridad al gobernador, a los diputados de Querétaro y a los funcionarios.

Los que hablaron ante la prensa señalaron puntos tan negativos de la “Ley de aguas” que pensamos que el congreso la iba a echar p’atrás, en cuanto leyera lo que pensamos. Nos fuimos a seguir con los quehaceres del día y a ayudarles a nuestros hijos para que no falten a la escuela, ya que sólo así serán gente pensante y trabajarán por el bien de los demás.

En la rueda de prensa estuvieron varios otomíes, quienes repetían que el agua es lo que más vale, que se ama y se defiende porque nutre a la naturaleza, comenzando con que hace posible la vida misma y a los pueblos. También asistieron los del mero centro de la ciudad, quienes mostraron su orgullo de pertenecer a uno de los primeros barrios de Querétaro, y que rechazan que los quieran convertir en paisaje turístico, mientras les arrebatan el agua que sus antepasados introdujeron a este lugar. Habitantes de Carrillo, Menchaca, San José y otros barrios más señalaron que, a fuerza de despojarlos de sus tierras y de someterlos como trabajadores a destajo, han querido convertirlos en piltrafa y han contaminado sistemáticamente sus suelos y sus conciencias. Otros más tomaron la palabra en representación de investigadores y estudiosos del estado y del país, para reclamar que a la gente trabajadora le niegan vida digna y, con la “Ley de aguas” publicada en el diario oficial de Querétaro, le atribuyen al capital privado la capacidad de decidir sobre la vida —y el agua— para someter a la población, enriquecerse sin llenadera y acabar destruyendo al mundo.

Van varios días después de aquella rueda de prensa, y veo los periódicos locales llenos de notas sobre crímenes, chismes de la farándula y mucha publicidad de negocios, pero nada de lo que dijimos el otro día. Veo la televisión, y sólo encuentro notas sobre deportes, crímenes pasionales, concursos y telenovelas, pero nada sobre lo que se dijo en aquella rueda de prensa. Ese silencio significa —concluimos Irene, Thalía y yo— que los que ahora recibieron las concesiones del agua (igual que, antes, obtuvieron la concesión del transporte público, de la basura y de la construcción y venta de zonas residenciales) han soltado buena lana para que los medios masivos guarden silencio.

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