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Archivos del espionaje y la represión

El pasado 23 de enero, Andrés Manuel López Obrador informó que “había una parte del archivo nacional que era reservado, no va haber reserva, se van a poder consultar todos los expedientes, se los adelanto”, refiriéndose al fondo de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), cuerpo de inteligencia y espionaje estatal de 1947 a 1985. A la par, dijo que se empezarían a desclasificar los documentos pertenecientes al actual y decadente cuerpo de seguridad, el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN). Estos, estarían por abrirse en los siguientes seis y ocho meses, conforme se fueran ordenando.

Según la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública, deben de pasar treinta años desde la producción del documento considerado como confidencial para que este pueda ser desclasificado, pero, los datos considerados como ‘sensibles’ permanecerían testados hasta setenta años, como información personal íntima, la cual pudiera llegar a ‘afectar’ al titular del documento, es decir, al personaje espiado por el gobierno. Entonces, la anunciada desclasificación de documentos del CISEN, estrictamente, sólo podría hacerse entre los años de 1985 a 1989, y así conforme se fuera avanzando, hasta llegar al final de su sexenio, por lo menos, se deberían de abrir los documentos concernientes a 1994, año por demás importante.

Los agentes del sector de inteligencia han sido, hasta la fecha, herméticos. Ni siquiera los que han caído en desgracia, abandonados por aquellos que antes los protegían y les llenaban su vaso con licores finos, han hablado de la historia interna de los cuerpos de inteligencia. El culto al secreto es, quizá, su única virtud. Por ende, sólo podemos conocer su historia a través de sus reportes. Los documentos producidos por el espionaje y contraespionaje de la DFS provocan morbo, al dar la posibilidad de asomarse a la cueva del lobo, a las entrañas del sistema.

Abierto en el 2002-2003, el fondo de la DFS ha pasado por diversas etapas, siempre bajo resguardo del CISEN. A partir de 2007 y hasta el 3 de julio de 2018, se han elaborado 1937 versiones públicas, dando un total de 3201 legajos. Entre los variopintos personajes que la DFS investigó están: Héctor Aguilar Camín, Manuel Becerra Acosta, Emilio Azcárraga Milmo, Lucio Cabañas, Manuel J. Clouthier, Eli de Gortari, Marcelino García Barragán, Gabriel García Márquez, Ernesto Guevara de la Serna, Elba Esther Gordillo, Henry Kissinger, Frida Kahlo, Joaquín López Doriga, Porfirio Muñoz Ledo, Salvador Nava, Augusto Pinochet, Jesús Reyes Heroles, Víctor Rico Galán, Julio Scherer, Lázaro y Cuauhtémoc Cárdenas, Arturo Durazo, Diego Fernández de Cevallos, Vicente Lombardo Toledano, Sergio Méndez Arceo, José Revueltas, Demetrio Vallejo, Carlos Salinas de Gortari, Arnoldo Martínez Verdugo, Genaro Vázquez Rojas, Valentín Campa, Fidel Velázquez, Gustavo Díaz Ordaz, David Alfaro Siqueiros, Andrés Manuel López Obrador, Othón Salazar, Rosario Ibarra de Piedra, Carlos Jonguitud Barrios, Miguel de la Madrid, a todos los asilados políticos y a uno que otro narcotraficante. Son casi cuatro décadas de información.

Entre las organizaciones, destacan: La Liga Comunista 23 de Septiembre, el Partido de los Pobres y la Brigada de Ajusticiamiento, la Asociación Cívica Guerrerense, las Fuerzas Armadas Revolucionarias del Pueblo, el periódico Excélsior, el Yunque, las Embajadas de Cuba, Estados Unidos y la URSS, la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México, a la CIA, el Partido Revolucionario de los Trabajadores, Unión Nacional Sinarquista, Universidad Autónoma de Guerrero, Frente Sandinista de Liberación Nacional, el Partido Comunista Mexicano, al Partido Acción Nacional.

En Querétaro, hemos podido localizar a: Juan C. Gorráez, Antonio Calzada, Rafael Camacho Guzmán, Fernando Díaz Ramírez, Fernando Tapia Rivera, Álvaro Arreola Valdez, Agapito Pozo, Guadalupe Ramírez Álvarez, Mariano Palacios Alcocer, Hugo Gutiérrez Vega, el gobierno del estado, el SUPAUAQ y la UAQ, también fueron espiados, aunque, cabe decirlo, en menor proporción.

Luego del cierre de la DFS en 1985, por su altísima corrupción y sus vínculos con el narcotráfico, el gobierno federal creó el CISEN, modernizando su infraestructura y tecnología, manteniendo la estratégica alianza con la CIA estadounidense y sumando al Mossad israelí. Aún falta mucho para conocer la historia y los documentos que la DFS y el CISEN nos han legado, lo que es un hecho, es que su historia sintetiza la fallida política de inteligencia y seguridad nacional.

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