¿Cambiar la escuela, sin cambiar al régimen que la sostiene?

En una de sus ‘mañaneras’, AMLO anunciaba la necesidad de un cambio radical del paradigma educativo neoliberal por otro acorde con la 4T.
Sobre el tema, en artículos anteriores yo comentaba, cómo cada modo de producción, en cada época histórica da lugar a un perfil de humano particular. Así, caracterizaba al ‘humano neoliberal’ que resultó de los últimos 40 años de dominio del capitalismo voraz o sociedad de mercado y su individualismo meritocrático, como un ser egocéntrico o inconsciente del otro, encerrado en sí (pero sin contacto profundo con su yo), irresponsable, hedonista, inmediatista, anómico (o irrespetuoso de la norma), corrupto, desertor, desconfiado, distraído, inconsistente, narcisista, clasista, racista, intolerante, insolente, bravucón, gandalla, sin escrúpulos, pornográfico y a la vez con baja autoestima, frágil de carácter, fragmentado, ansioso, maniaco depresivo, adicto, obeso e hipertenso, perdido en el sinsentido…).
Todos los individuos, sin excepción, por el sólo hecho de vivir en este sistema, llevamos introyectadas inevitablemente en nuestro aparato psíquico, algunas características de ese humano neoliberal, así que no es tan atinado plantear, por ejemplo, que sean unos “inadaptados” o “sin valores”, los feminicidas, los que ocasionaron graves disturbios en el Estadio Corregidora, los hackers de cuentas bancarias o delincuentes de cualquier tipo, los que contaminan y dañan espacios naturales en cuatrimotos de “ecoturismo” (haciendo un ruido infernal), los que se colocan por encima de toda norma (y un largo etcétera). Todos resultan del sistema patriarcal-capitalista-neoliberal que domina el mundo, por lo que han asimilado LOS VALORES de dicho sistema: la ambición, la audacia, la autoimagen de superioridad…
Cabe la pregunta: ¿Cómo tendría que ser la Nueva Escuela Mexicana, no sólo para revertir el daño provocado, sino para formar humanos más autónomos, pensantes, solidarios, sanos física, mental y afectivamente, … (según la utopía 4T)?
El Marco curricular 2022, (documento de trabajo que importa analizar con cuidado), parece plantear un cambio radical frente a la lógica neoliberal:
*Considera a la educación como derecho humano y no como mercancía.
*Revalora el trabajo docente y le ofrece autonomía curricular y libertad académica.
*Promueve el sentido crítico, el respeto y el cuidado mutuo, la inclusión y la equidad.
*Reconoce las desigualdades sociales, las necesidades y la pluriculturalidad de los diversos contextos, buscando articular lo común con lo diverso, en lugar de pretender imponer un pensamiento único-globalizado.
*Coloca a la comunidad en el centro de la formación, en contraposición con el individualismo egoísta…, entre muchos otros cambios.
Diversos profesores y expertos en pedagogía crítica dan la bienvenida al cambio de rumbo, sin dejar de manifestar su preocupación por las dificultades que implica su operación (empezando por la contradicción consistente en haber mantenido la absurda estructura burocrática neoliberal de evaluación y control, que agrava la carga laboral, impidiendo a los profesores dedicarse a la educación).
Hay que reconocer que una desiderata no es suficiente para transformar la realidad.
Con frecuencia tiende a sobrevalorarse a la educación como “la causa” o “solución” de los más graves problemas sociales, pero el desafío es más complejo.
Siguiendo esta idea, la ‘escuela neoliberal’ no ha sido la única ni principal responsable del surgimiento del humano que describimos arriba. Ésta es sólo un factor que depende y reproduce al régimen dominante.
Los sujetos se forman no sólo por la influencia de sus prójimos en los senos familiar y escolar (más o menos contaminados por dicho régimen), sino en contextos más amplios: en la forma como se estructuran sociocultural, económica y políticamente los pueblos o las ciudades y barrios, sus costumbres y tradiciones y todo eso que Althousser llamó “aparatos ideológicos del Estado”, entre los que destacan los medios masivos, las plazas comerciales, los espectaculares, smartphones, etc.
Todos operan como ‘currículo oculto’ que alimenta a las personas intelectual y afectivamente e impactan su forma de pensar y sentir, ocupar el tiempo, sus relaciones cotidianas, lo que ven, oyen, hacen, comen…
Por eso, no pocos consideran que para cambiar “radicalmente” a la educación hay que cambiar primero (mejor: simultáneamente) al régimen que la sostiene.
*Miembro del Movimiento por una educación popular alternativa (MEPA).
maric.vicencio@gmail.com