Comandante “César Montes”. Dead or Alive
Julio César entregó su vida a la revolución. Nacido en 1942, fue maestro de educación primaria y fundó, junto a los exmilitares del Movimiento 13 de noviembre.
Un arresto muy peculiar ocurrió en Acapulco, Guerrero. De entrada, la mayoría de las fuentes y declaraciones al respecto presentan contradicciones. El veterano exguerrillero guatemalteco “Comandante Insurgente César Montes”, fue capturado por la Interpol y, según algunas notas periodísticas, con el apoyo de los cuerpos policiacos y militares guatemaltecos y mexicanos. ¿Cómo participaron las autoridades de México?
Hasta ahora no han hecho ninguna aclaración. Algunas fuentes dicen que lo arrestaron el 9 de octubre y otras dicen que el 10. Unas fuentes dicen que tiene 77 años y otras 78. Otras fuentes señalan que su nombre real es Julio César Macías López, otras que es Julio César Macías Mayorga.
Comunicados de las autoridades de Guatemala que dieron el golpe afirman que “César Montes” estaba de manera ilegal en México —viviendo con familiares y de manera pacífica— y diferentes organismos, académicos y políticos refieren que el exmilitante revolucionario entró al país en calidad de refugiado político en noviembre del año pasado, por lo que su detención sería ilegal y una violación a los tratados de derechos humanos que México y Guatemala suscriben.
Una vez trasladado a su país de origen, vía aérea dicen unos, vía terrestre desde Tapachula, Chiapas, dicen otros -eso sí, con todas las medidas sanitarias-, distintos organismos representantes de la élite económica y la ultraderecha celebraron la captura del adulto mayor.
El Ministerio Público de Guatemala lo acusa de los delitos de asesinato, asesinato en grado de tentativa, asociación ilícita de gente armada y usurpación agravada, por un ataque armado ocurrido el 3 de septiembre de 2019 contra nueve militares en una aldea en Izabal. Tres de los cuales, fallecieron.
Los que sobrevivieron señalaron a “César Montes” como el autor intelectual de la emboscada. El Ejército y el gobierno decretaron un Estado de sitio y el hombre de 77 u 78 años se convirtió en la persona más buscada de Guatemala.
Julio César entregó su vida a la revolución. Nacido en 1942, fue maestro de educación primaria y fundó, junto a los exmilitares del Movimiento 13 de noviembre (como los conocidos Marco Antonio Yon Sosa y Luis Turcios Lima), las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR). Fue jefe de la Guerrilla Edgar Ibarra (GEI) y del Frente Guerrillero Oriental, en Zacapa a mediados de los sesenta.
En 1966, tras la muerte de Turcios Lima, fue nombrado miembro de la dirección de las FAR con grado de Comandante en Jefe. En el grupo de Yon Sosa, por cierto, participaron Adolfo Gilly y varios trotskistas mexicanos; en 1970, Yon Sosa cayó muerto en Chiapas a manos de militares mexicanos, a pesar de que éste se había rendido y entregado las armas, según se cuenta.
En 1972, Julio César, al mando de 15 hombres penetró desde México a la Selva de Ixcán en Guatemala, para fundar el Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP), en el que tuvo tareas de dirección hasta 1978.
En 1982 fue reclutado por el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) de El Salvador, como comandante del Frente de Guazapa. Y en 1985, se integró al sandinismo, como ayudante de las Tropas Especiales del Ministerio del Interior de Nicaragua, durante el conflicto con la Contra nicaragüense.
A principios de los noventa, derrotado el sandinismo en las urnas y firmados los acuerdos de paz en El Salvador y Guatemala (con reuniones preliminares en Querétaro, por cierto), Julio César participó en la Alianza Nueva Nación, organismo aglutinador de partidos y gente de izquierda con el que fue candidato a diputado federal. Sin dejar de lado su retórica revolucionaria y belicista, Julio César ha sido vinculado a distintos proyectos políticos de distintas administraciones públicas de centro-derecha.
Un conflicto por tierras en Izabal habría sido el detonador de las muertes de los militares que el gobierno le atribuye, aunque él ha dicho —muy a su estilo— que, de haber participado en la supuesta emboscada, ningún militar habría sobrevivido.
Desde México, lo cuestionable es: de haber estado en calidad de refugiado político, como aparentemente sí lo estaba, se estaría rompiendo con la política de puertas abiertas -sustentada en la Convención de Viena, el Derecho de Asilo y Refugio- que, en general, México ha dicho tener desde hace décadas.
¿O es que hay de refugiados a refugiados? ¿A un Evo Morales se le facilita la embajada, avión, casa y guardaespaldas, pero a un “César Montes” se le entrega sin más como preso político (hasta que una investigación diga lo contrario)? El gobierno de López Obrador tiene la obligación de explicar por qué no se respetó su condición de refugiado.