Articulistas

De cuerpo entero

Diego Fernández de Cevallos ha negado el título de traficante de influencias, pero no son pocas las denuncias que han exhibido su modus operandi como poderoso abogado de las causas más indignas.

Diego Fernández de Cevallos es el más digno representante de su especie. El más refinado fruto de la derecha bicéfala que, bajo la coalición PRI-AN, convirtió al Estado en una máquina al servicio de la impune e infinita codicia del capital privado. Con ese aire de encomendero peninsular, amenazante y pendenciero, siempre ha negado el título de traficante de influencias, pero no son pocas las denuncias que han exhibido su modus operandi como poderoso abogado de las causas más indignas.

Una estampa de estos días lo pinta de cuerpo entero. En su actual rol de analista, una conductora de televisión le pidió su opinión sobre el decreto firmado por el presidente de la República para poner fin a esa turbia facultad presidencial de condonar impuestos a los poderosos consorcios privados. Relevantísima medida concatenada con otras en una dirección clara: poner fin a los abusivos privilegios fiscales en perjuicio, por supuesto, de la mayoría de mexicanos.

Pues resulta que en ese arte tan suyo de distorsionarlo todo y, de paso, desviar la atención, en lugar de ponderar los excesos que dominaron el pasado reciente, el abogado Fernández de Cevallos se soltó a cuestionar, sin venir al caso, la cancelación de la deuda que usuarios del sureste tenían con la Comisión Federal de Electricidad a raíz de una resistencia civil de 25 años. Escandaliza a Diego un beneficio a medio millón de familias y pasa por alto un privilegio equivalente a 40 veces, y en el que los favorecidos no pasan de 200.

Según el Servicio de Administración Tributaria (SAT), por la voluntad soberana de los últimos dos presidentes, fueron condonados más de 400 mil millones de pesos. ¿Tiene usted idea para qué alcanza ese dinero? Es una cifra inimaginable. 400 mil millones de pesos equivalen a la asignación actual del Gobierno del Estado a nuestra Universidad por los siguientes 546 años. Sí, por los siguientes cinco siglos y medio. Nomás de aquí al año 2565.

Este pasaje pinta no sólo el cuerpo, también el alma, de un litigante, paisano nuestro por cierto, que ha hecho de la mezquindad una virtud. Profeta de los poderosos que llaman ley a su propia violencia, sumo sacerdote de los que diseñan los laberintos retorcidos de la ley y luego explotan esos mismos retorcidos laberintos en su beneficio. Alharaca por un acto de justicia y silencio ante una medida que frena la voracidad de los privilegiados.

 

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba