De derrotados, valientes y delirios
Víctor López Jaramillo
Estimado señor director:
En el número de esta primera semana de octubre llaman mi atención tres cosas, especialmente. Reflexiono y me interrogo:
– ¿En verdad está derrotado el gobierno de Francisco Domínguez Servién, tras su cuarto año de ejercicio?
– ¿Son valientes los que atacan al sistema y/o los que lo defienden?
– ¿Por qué los delirios de grandeza de la Iglesia católica local?
Me pregunto y respondo: no lo sé.
Tras su cuarto informe de gobierno, veo bien ponderados los puntos críticos del gobierno de Domínguez: el transporte público que no ha mejorado gran cosa, el discutible eje vial sobre Zaragoza, su obra pública dispareja, la inseguridad que no ha menguado en todo el país, su relación conflictiva con la UAQ, sus viajes, sus gastos en publicidad, etc.
Pero de ahí a decir que su gobierno rumbo al año electoral 2021 está derrotado y camina por la calle de la amargura, me parece un exceso, un deseo político. Son muchos los imponderables políticos y las percepciones variables también cuentan sobre los hechos objetivos.
¿El gobierno de Domínguez en su quinto año está derrotado frente a quién: una oposición con conflictos internos (Morena, como el mismo PAN) y un PRI que sí anda por la calle de la amargura como un volcán apagado, y un malestar social de una ciudadanía desarticulada, salvo excepciones?
No lo sé, pero es bueno no confundir nuestros deseos políticos con la cambiante y sorpresiva realidad política. Valga este apunte de Canetti:
– El hombre que confunde su propio destino con el de la Tierra (1981).
Por otra parte yo tampoco sé si los guerrilleros de los años setenta fueron valientes o acelerados al querer cambiar el mundo a balazos y asesinar al empresario Eugenio Garza Sada, y luego ser ellos reprimidos y masacrados brutalmente por el Estado. Creo saber sin embargo que hace falta algo más que valentía para cambiar o sostener las cosas: leer bien la realidad para actuar mejor y equivocarse lo menos posible.
Años setenta: ¿el camino revolucionario de la Liga 23 de Septiembre o el camino partidista de Heberto Castillo y el PMT, luego PSUM, y que más tarde se fundiría con el PRD? ¿La violencia revolucionaria o el largo y sinuoso camino de la democracia? ¿Democracia o revolución?
Y algo más, esta idea lúcida de un Héctor Aguilar Camín poco leído por prejuicios de izquierda (como Krauze y Zaid) y condenado de antemano:
– Ciertamente la violencia es partera de la historia, las más de las veces, mala partera.
Qué bueno que el obispo elevado a arzobispo Faustino Armendáriz no se va en silencio sino con un adiós crítico del sociólogo Zaragoza. Breve pero puntual síntesis de su paso por la diócesis de Querétaro: mirando más hacia los hombres del poder que hacia la gente de la calle.
Soñando y construyendo una mega-catedral sin duda en nombre de Dios, aunque la lógica de Dios no sea la lógica del obispo-arzobispo Faustino y los mortales. ¿Cuál es la lógica y el espíritu del Uno y del Otro?
¿Cuál es el balance de la contraparte, Jaime Septién?