¿Docentes o líderes?: la visión empresarial de la educación y el Aprendizaje Basado en Proyectos

La idea de liderazgo se ha cimentado en nuestro sistema educativo mexicano. Con el pretexto de lograr a una educación de calidad o excelencia, la formación de maestras y maestros debe procurar dicho propósito y, para ello, se prepara a los docentes bajo los ideales del optimismo, emprendimiento, empatía, diálogo y, por supuesto, con habilidades y capacidades gerenciales para influir en los demás (estudiantes, profesores o padres de familia).
Esta forma de pensar el trabajo docente no se desvincula de las orientaciones pedagógicas actuales (posmodernas), que conciben la educación desde una perspectiva empresarial -como lo manifiesta Christian Laval en su texto La escuela no es una empresa-. De ahí que, la «profesionalización docente» adquiere una relevancia primordial y, junto con ella, la eficacia y flexibilidad laboral se posicionan como exigencias y rasgos distintivos de maestras y maestros.
Así, el profesorado deja de lado su tarea pedagógica y se encamina hacia otros fines, que poco tienen que ver con la formación académica de sus estudiantes y dejan de lado el análisis y comprensión del fenómeno educativo. En ese sentido, la formación continua, aprendizaje a lo largo de la vida y el trabajo colaborativo se posicionan como eufemismos que, en lugar de proveer a los educadores de elementos teóricos para reflexionar su quehacer docente, los encarrilan a mirar la escuela bajo parámetros organizacionales semejantes a los de la empresa.
Esta forma de concebir las instituciones escolares y la educación misma es promovida por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Dicho organismo, procura, a través de su política educativa, fomentar una ‘visión’ de la vida colegial similar al ámbito empresarial. Por ello, en la educación básica se impulsó el llamado Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP).
El ABP se posicionó como un modelo didáctico ‘innovador’ que buscaba mejorar la formación de los estudiantes. Sin embargo, nunca se cuestionó el origen de esa propuesta de trabajo ‘pedagógico’. Según Christian Laval, la definición del término «proyecto» encuentra su origen en la OCDE, de la siguiente manera: “Una empresa puede ser cualquier forma de operación o proyecto, y no sólo un asunto comercial”. Desde la perspectiva de Laval, proyecto y empresa pueden entenderse como palabras sinónimas.
La «pedagogía del proyecto» se distingue por dar libertad o autonomía a los estudiantes para que estudien a su ritmo y “construyan” su aprendizaje; el maestro, por su cuenta, deja de enseñar y, en lugar de eso, se convierte en facilitador o acompañante. La cooperación y el trabajo en equipo adquieren un papel primordial del ABP. Además, la evaluación y «retroalimentación» son condiciones fundamentales para la selección de contenidos.
Sin embargo, el «método de proyectos», más que una orientación didáctica, se iguala con las nuevas formas de trabajo y explotación laboral que impone el sistema neoliberal (empresarial), pues se muestra como herramienta técnico-metodológica para la formación de «capital humano», fomenta el «saber hacer», su carácter utilitarista se orienta hacia la «resolución de problemas» y procura adaptar el comportamiento de los estudiantes a su futura inclusión en el mundo laboral. El llamado «trabajo en equipo», más que procurar la colaboración, se asemeja a la creación de grupos de rendimiento -afirmación de Carlos Fernández Liria-.
Por ello, el papel de los docentes -en la escuela neoliberal- gira en torno a la figura del líder, cuyo propósito consiste en asesorar, supervisar, gestionar, evaluar y dirigir el aprendizaje de acuerdo a los parámetros que la «escuela posmoderna» impone. Asimismo, los profesores tienen la necesidad de aplicar diferentes técnicas de motivación y crear «entornos o comunidades de aprendizaje» favorables para los estudiantes y, con ello, acceder a una educación de excelencia.