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El nuevo modelo educativo y los jóvenes desquiciados perdiendo el futuro

La pérdida del sentido del estudio afecta dramáticamente a muchos jóvenes mexicanos, se acompaña de la pérdida del esfuerzo, trabajo, responsabilidad, el amor y la vida misma…

Aun cuando AMLO prometió derogar el modelo educativo neoliberal, los maestros críticos se mantienen en resistencia. ¿Por qué siguen protestando, si la llamada ‘4ta Transformación’ busca revalorar su profesión y puso fin a la evaluación punitiva, que tanto daño causó a su gremio?

¿Se debe al craso desconocimiento sobre la educación, de esos funcionarios que asumieron el cargo, sin saber todo lo que ésta implica?; ¿se debe a que los neoliberales adquirieron tanto poder que no están dispuestos a soltarlo?, o ¿a que el nuevo gobierno, al no poder someterlos, adopta posturas “conciliadoras”, que devienen en monstruo de Frankenstein y sólo disfrazan de cordero al lobo neoliberal que sigue vigente?

Ciertamente no basta con una simple declaración del “fin neoliberal”, para que éste realmente termine. ¿Qué más hace falta?

Gran parte de la discusión sobre cada nuevo modelo educativo se centra en los problemas laborales del magisterio, tema que absorbe demasiada energía y demasiado tiempo. Poco queda entonces para la discusión académica de fondo.

Los neoliberales alegarán que la sola mención: “de fondo” refleja una visión “anticuada” e ignorante de la sociedad de mercado, a la que interesa más la velocidad y la competitividad; no el fondo. Por eso Bauman llamó a esta época “modernidad líquida”, pues obliga a todos a surfear o esquiar a gran velocidad.

Sin embargo el fondo es importante, pues tiene que ver con preguntas filosóficas fundamentales: ¿de dónde venimos?, ¿hacia dónde vamos?, ¿por qué vamos hacia allá?, ¿por qué tendríamos que correr o competir?… ¿cuál es el sentido de lo que hacemos?

El fondo tiene que ver también con preguntas que se hace el humano pensante y que devienen en ciencias: ¿por qué sucede lo que sucede?, ¿son posibles otros mundos, distintos al dominante?… sin esas preguntas, el ser humano vive en el vacío.

En este contexto, el modelo neoliberal, no sólo afectó laboralmente al gremio magisterial, sino dañó el sentido profundo de la educación. Cuando la docencia se retiró de la formación humana integral y se redujo a mera administración o “gestión del aprendizaje”, perdió dignidad. La capacidad de asombro y de curiosidad, la pasión por conocer y el gusto por compartir saberes… fueron sustituidos por el simple adiestramiento, la feroz competencia, el mero trámite y la simulación.

El modelo neoliberal no sólo dañó a la educación, sino al alma de buena parte de las personas, que por no comprender o “no estar a la altura” de la lógica dominante, quedaron excluidas, no sólo de la escuela, sino del bienestar y de toda oportunidad de autorrealización.

“¿Para qué quemarse las pestañas, si al final de la carrera, no habrá trabajo?”; “¿para qué hablar de futuro, si por más que me esfuerce, nunca saldré de pobre (a menos que me vuelva narco)?”…

Pero también destruyó el alma de quienes lograron mantenerse en el sistema: “No importa saber, lo que importa es conseguir el certificado” (y que ese certificado se traduzca en dinero).

Así, la pérdida del sentido del estudio, que afecta dramáticamente a muchos jóvenes mexicanos de hoy, se acompaña de la pérdida del sentido del esfuerzo, del trabajo, de la responsabilidad, del juego, del amor y de la vida misma… sin sentido, sólo queda buscar la evasión y ésta lleva al desquiciamiento.

Frente a tal situación, la estrategia bien intencionada del gobierno federal: ‘Jóvenes construyendo el futuro’, si bien acierta en su diagnóstico sobre la condición de exclusión en la que vive buena parte de la juventud mexicana, y en su propuesta para integrarla al trabajo, al parecer adolece de una teoría social pertinente, que explique los efectos que una exclusión de varios años tiene en los menores de edad. Por consiguiente, carece también de una estrategia adecuada para superarlos.

El daño global provocado por el régimen neoliberal, sobre todo en el sector juvenil más pobre, se manifiesta como precariedad vital, como anemia, no sólo física, sino espiritual, que lleva a los afectados a ser tachados, no sólo de “ninis”, sino de “inexplotables” (V. Forrester: ‘El horror económico’).

Por su bajo nivel de desempeño, de autoconciencia y de actitud cívica, pocas empresas o instituciones pueden aprovechar los servicios de estos jóvenes, que más bien son vistos como “poco confiables” o “carga extra”.

La beca del gobierno federal, no es suficiente pues para resolver el problema y su falta de eficacia puede llevar al desperdicio de esfuerzos y recursos y, a mediano plazo, a la justificación de su suspensión, por falta de resultados.

Construir una ‘estrategia puente’, capaz de enfrentar la situación eficazmente, es una tarea pendiente, en la que debiera participar no sólo el gobierno federal, sino todos los actores políticos y sociales que tienen que ver con la juventud.

En buena medida, de esa estrategia depende, no sólo su bienestar, sino el de todos los mexicanos.

 

metamorfosis-mepa@hotmail.com

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