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Elías Canetti: Los apuntes de las moscas

Elías Canetti murió dormido entre la noche del 13 y el 14 de agosto de 1994. Un año axial para México. Acababa de suceder la Convención zapatista de Aguascalientes, Chiapas, a la que asistí como enviado de El Nuevo Amanecer de Querétaro. En vísperas de la elección presidencial que ese año fue el 21 de agosto, tras el asesinato de Colosio el 23 de marzo, y que ganó Ernesto Zedillo. ¿Quiénes y cómo se fraguó el azar de esa jugada maestra que exaltó a la izquierda guerrillera de Marcos y desinfló a la izquierda electoral de Cárdenas del 88? Hasta el 2000 llegó la alternancia panista de Fox y hasta este 2018 la alternancia morena de Obrador. ¿Ganamos o perdimos los mexicanos estos treinta años?

Recuerdo el día de la noticia luctuosa de Canetti, a quien venía leyendo desde La conciencia de las palabras (FCE, México, 1981). Era el mediodía y llovía suavemente en Querétaro; escribía precisamente sobre la Convención de los zapatistas (por ahí están las cuatro o cinco entregas que hice al Nuevo Amanecer de Q). Dejé a un lado lo que hacía y fui a los libros de Canetti y escribí una breve nota: “El fuego de las palabras”. (Se publicó el 22 de agosto, cuando todo el mundo estaba pendiente del resultado electoral). La conciencia de las palabras, antes que el poder.

En otras circunstancias, ya no sé si menos o más dramáticas, ahora hago algo semejante, estoy recordando mi pequeño 68 y lo hago a un lado para escribir, reescribir, recrear sin alterar una palabra, sintetizando, dando otro orden y otro contexto que crea otro texto, diría Federico Campbell (1941-2014) sobre el arte de citar, la conciencia de las palabras y los apuntes de las moscas de Canetti, al principio de este escrito.

Los apuntes no del todo premeditados no son aforismos bien pulidos, sino astillas del momento en que surgen, relámpagos de la conciencia, fragmentos rodantes que con el tiempo van diciendo otras cosas. Breves estallidos internos, llamas vivas… No diamantes congelados.

Termino con estos apuntes del mismo autor y del mismo libro, Elías Canetti y El suplicio de las moscas (apuntes de 1986-1992):

-¡Suelta las riendas! ¡Corre con ellas!

-¿Limitarse a aquello que realmente nos concierne?

-Su pasión más salvaje: el agradecimiento.

-Nunca alcanza nada.

-Un dios que no crea a los hombres, sino que los encuentra.

-La importancia de un espíritu debe medirse por el número de años que es capaza de perder.

-El tiempo que regala es demasiado valioso para ser vendido.

-¡Qué convincente suena todo cuando se sabe poco!

-La muerte no calla nada.

-La historia le pone los cuernos a los poderosos.

-El alma es múltiple, pero le gusta pasar por simple.

Al paso: Fidel Castro nació un 13 de agosto y mi hijo Dersu un 14. La cosecha de mujeres, muertos y nacimientos nunca se acaba, cantaría Mike Laure. Tiburón, tiburón… Canetti, Premio Nobel de Literatura 1981, y al año siguiente Gabriel García Márquez, y un año antes Czeslaw Milosz. Los tres me han formado. Gracias.

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