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En el inicio del año 26

La edición de apertura de esta publicación, bajo el nombre de Tribuna Universitaria, apareció el 24 de febrero de 1997 para hacerlo coincidir con el 46 aniversario de la fundación de nuestra casa de estudios. La creación del medio y su nombre, que se transformaría en Tribuna de Querétaro al adoptar la periodicidad semanal, fue iniciativa de su primer director, el sociólogo Carlos Dorantes González, que estaba por concluir un fructífero período de tres lustros al frente de la hoy Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.

Su aparición coincide también con la creación de la licenciatura en Periodismo y Comunicación, una vieja demanda de estudiantes de la carrera técnica, cuyo ciclo se había agotado. La apertura de ese programa, a la par con la creación de la licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública, llevó a que el Consejo Universitario modificara la denominación de la propia Facultad, que dejó de llamarse “De Sociología”. Haber formado parte de la comisión de creación de la licenciatura, en razón de mi función como secretario Académico, y mi condición de profesor del área, intensificaron mi vínculo con el periódico, cuyos trabajos editoriales del primer año fueron coincidentes con la conducción del semanario El Nuevo Amanecer de Querétaro, que vivía su última etapa.

1997 fue un año axial. Llegó a su fin la prolongada hegemonía del Partido Revolucionario Institucional, evidencia de la transformación cultural que vivía la sociedad queretana, gracias a la migración y al cambio en las fuentes de la economía local. La vieja “queretanidad” se vio obligada a convivir, en momentos con intensa conflictividad, con manifestaciones nuevas propias de un mundo diverso y globalizado. Había quedado atrás la ciudad agrícola y artesanal y se abría al mundo de la pluralidad, la competencia y la tecnología digital. Nuevos temas se posicionaban en la agenda colectiva: la ecología y la sustentabilidad, los derechos humanos, la transparencia y la rendición de cuentas.

El periódico nació con tres propósitos fundamentales: competir abiertamente en el mercado informativo local, dominado entonces por dos diarios que orbitaban al poder; ser portador de la voz de los universitarios en momentos de cambio en todos los órdenes y, desde luego, funcionar como laboratorio de formación de nuevos periodistas con énfasis en la investigación. Los tres propósitos siguen siendo su reto más profundo.

La persistencia durante ya un cuarto de siglo se debe, entre diversos factores, a la determinación institucional de sostener financieramente un medio crítico, capaz de intervenir en el debate público. No obstante que en este tiempo se han posicionado espacios innovadores, es triste admitir que la multiplicación de impresos y la aparición de medios radiofónicos, televisivos y digitales, no necesariamente han constituido un salto cualitativo. Continúa siendo un reto, pues, el cuestionamiento al poder en todas sus formas, la exploración de las causas profundas de los problemas colectivos y el análisis desde una perspectiva científica.

En tiempos de prisa y desmesura, donde la vida pública y la privada son arrastradas por la disputa por volver dominante el propio relato, se vuelve necesario ponderar el papel que toca a los medios de comunicación y las plataformas que permiten la circulación instantánea y masiva del intercambio cotidiano. Más allá de lo que digan nuestros maestros, no es pertinente ya pretender la existencia del “periodismo” a secas, sino reconocer la proliferación de periodismos, de los muchos periodismos que concurren realmente al ruedo. Los diversos periodismos que se practican simultáneamente no son sino versiones editadas e interesadas del entorno. Así, se vuelve actual lo que sobre el tema nos enseñó Noam Chomsky y se hace necesario volver a Los guardianes de la libertad para comprender lo que divulgan los medios y desentrañar los mecanismos que operan en los medios para ocultar al mundo. Hay que preguntarnos por la propiedad de los medios, por sus patrocinios y fuentes de financiamiento y, desde luego, por sus fuentes de información; hay que preguntarnos por su manera de entenderse con poderes y contrapoderes, así como la manera en que se actualiza la concepción ideológica en la producción de su versión de la realidad.

Con esta reflexión, deseo que Tribuna de Querétaro, tanto en su edición semanal impresa como en su diaria producción digital, mantenga firme su determinación de alcanzar los tres propósitos aludidos líneas atrás. Al cumplirse 25 años de existencia ininterrumpida, un reconocimiento a quienes actualmente sostienen este proyecto editorial: Marcela Ávila Eggleton, Víctor López Jaramillo, David Antonio Jiménez, y aprovecho el viaje para compartir una imagen de aquellos inicios, literalmente, en el siglo pasado, como una forma de reconocer la contribución de todos los que han pasado por estas páginas.

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