Francisco Domínguez y las oportunas encuestas
Apelar a la “mayoría silenciosa” y a las cifras porcentuales puede resultar perjudicial para una sociedad cuyos políticos pierden el tiempo entrometidos en el espectáculo mediático.
“Las encuestas no son confiables, el 89 por ciento de la gente lo sabe”, decía Homero Simpson y este dicho podría no ser tan caricaturesco como se piensa. Hay que admitir que esos levantamientos de la opinión pública han dejado de ser un mero factor referencial para convertirse en algo más protagónico de lo que se quisiera. Además de que las encuestas están condicionadas por infinidad de factores que tal vez deberían pesar más al momento de evaluarlas que el mentado factor de error que se conceden.
Escribo esta columna el 11 de agosto. Una mañana soleada precedida de un lunes nublado en estos climas tan cambiantes de la entidad. Los medios digitales e impresos repartieron por doquier la nota de una evaluación llevada a cabo por México Elige, una “plataforma informativa sobre las elecciones y los que quieren acceder al poder público en México”, como se define a sí misma en redes sociales. Otra “buena” noticia para esta administración: Francisco Domínguez se posiciona como el gobernador mejor evaluado a nivel nacional —80.4 por ciento de aprobación— por el manejo de la crisis sanitaria por COVID-19, según la percepción ciudadana.
Apelar a la “mayoría silenciosa” y a las cifras porcentuales puede resultar perjudicial para una sociedad cuyos políticos pierden el tiempo entrometidos en el espectáculo mediático, principalmente en un contexto complicado como el de ahora; y sobre todo en vísperas de un proceso electoral. Es curiosa la relación que existe entre alguna polémica con el gobernador queretano y la serie de encuestas que surgen repentinamente donde resulta que destaca en todas. Fue Roosevelt quien dijo que en política no hay coincidencias y se le atribuye a Maquiavelo aquel ominoso aforismo “piensa mal y acertarás”.
Lo curioso del asunto quizá no sea el resultado. Aunque carezca de credibilidad la información tiene su valía, y más allá de lo cierto o falso, hay aspectos que no pueden obviarse respecto a los datos y números que se propagan y en qué momento se hace.
Pero expongo situaciones: en 2015 se filtró una llamada en la que el gobernador queretano aparece, donde hablan de los pagos para sus candidaturas, de alguien nombrado “Señor Kors”. De acuerdo con la columna “Los nombres secretos del gabinete” de Carlos Loret de Mola, en este año los funcionarios usaban apodos para evitar sus nombres. El “Señor Kors” corresponde a Osorio Chong y el tema resurgió debido al caso Lozoya en el que nuestro gobernador salió nombrado. Días después aparece en todos los medios la encuesta mencionada al inicio de este escrito.
Otro caso: el 1 de julio se acusó al gobierno queretano de ocultar a la federación sobre el número oficial de camas disponibles para hospitalización de COVID-19. Ocho días después el gobernador se ubicó en el tercer lugar nacional en aprobación por Consulta Mitofsky.
Un caso más: el 6 de junio un usuario de redes sube algunas fotografías donde aparece el gobernador en una reunión con carne asada, pese a las medidas sanitarias. Al día siguiente la noticia causó revuelo nacional. El 9 de junio medios de comunicación compartieron los resultados de una encuesta realizada por C&E Research, la cual arrojó que Francisco Domínguez es el segundo gobernador mejor evaluado de México. Otro más lejano: hace un año Domínguez fue vinculado en el caso Collado por la empresa Libertad Servicios Financieros —ahora denominado “Soluciones de Vida” —. Un caso que surgió el 7 de julio de 2019. Tres días después Domínguez se colocó en el segundo lugar de aprobación nacional con la encuesta México Elige.
Las encuestas se realizan de manera frecuente por diversas razones, sean las necesidades de tener datos, cambios de origen interno o externo, etcétera, ajenas a intereses políticos. Puede ser —una encuesta sobre la confiabilidad en las encuestas sería una interesante ironía—. Sin embargo, estas pueden usarse acorde a interés aparte, disimular grietas, sostener lo insostenible, desviar la atención, forjar ciertos caminos. Pero mientras todo esto cobra sentido pregunto: ¿Qué fue primero, la encuesta o la polémica?