La terquedad del INEE con su inútil sobrevivencia
Para evaluar un derecho no se requiere un elefante blanco como el INEE. Y aún se atreve a hablar de equidad cuando pretendieron evaluar con el mismo examen a todos los maestros, independientemente de sus condiciones de trabajo, no hay nada más inequitativo: pretendieron “evaluar” a desiguales como si fueran iguales.
Cuando un organismo público no funciona y no tiene sentido reformarlo, debe desaparecer. Este es el caso del inútil, pero muy costoso, Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE).
Después de su mediocre y triste papel en el proceso de supuesta “evaluación” de la “calidad” en el desempeño de los docentes de educación básica y de nivel medio superior, miembros de su Junta de Gobierno insisten en tratar de justificar lo injustificable: no sólo su permanencia sino la continuación de su rol de verdugos del magisterio nacional.
En días pasados, la nueva Presidenta de la Junta de Gobierno, Teresa Bracho González, dio una conferencia al periódico La Jornada (https://bit.ly/2U7DYfP) en donde regresa a la cantaleta que miembros del INEE y sus secuaces y cómplices iniciaron apenas ganó las elecciones Morena. Bracho insiste en que es “indispensable” la “autonomía” del INEE para los procesos de evaluación.
Para empezar, el INEE en los hechos nunca fue autónomo. Sin chistar siguieron las órdenes de sus patrones: la OCDE, el gobierno corrupto de Peña Nieto y organizaciones dizque de la sociedad civil como el membrete llamado “Mexicanos Primero”, entre otros.
Cuando en el período 2015-2018 el gobierno de Peña Nieto intentó aplicar masivamente su proceso de “evaluación de la calidad docente”, nunca escuché a miembros de la Junta de Gobierno del INEE exigir autonomía como hoy lo hacen. Esos señores y señoras acataron sin chistar los mandatos de los mediocres Secretarios de Educación que tuvo Peña Nieto, primero Emilio Chuayffet y luego Aurelio Nuño y como señalé en el párrafo anterior, hasta de “Mexicanos Primero”.
El INEE se prestó, quizás de manera autónoma, a imponer una evaluación masiva y apresurada sin pruebas piloto, sin tomar en cuenta las diferencias regionales y de contexto, sin transparentar la lista de evaluadores, sin mostrar los exámenes aplicados, sin dar a conocer una retroalimentación a los evaluados, queriendo medir el desempeño docente con un solo y vulgar examen de opción múltiple y con unos cuantos documentos de relleno (sólo para hacer finta que estaban haciendo una evaluación más integral), culpando sólo a los maestros de los resultados del aprendizaje de los estudiantes (sin tocar ni siquiera con el pétalo de una rosa a los otros elementos que intervienen en el proceso educativo y que inciden en el aprendizaje de los alumnos) y en un contexto totalmente antipedagógico (exámenes de ocho horas de duración, con infraestructura deficiente y con el uso de la fuerza pública).
El cinismo de la señora Bracho no tiene límites, se atreve a decir que “el carecer de un órgano autónomo que evalué el derecho a una educación de calidad y con equidad es volver al oscurantismo” (sic). Es de notarse la falta de preparación de la presidenta de la Junta de Gobierno del INEE (al igual que la anterior presidenta Silvia Schmelkes, incapaz de definir el concepto de “calidad de la educación”). Bracho pretende evaluar el “derecho a la educación de calidad” ¡haciendo exámenes a los maestros! Para evaluar un derecho no se requiere un elefante blanco como el INEE. Y aún se atreve a hablar de equidad cuando pretendieron evaluar con el mismo examen a todos los maestros, independientemente de sus condiciones de trabajo, no hay nada más inequitativo: pretendieron “evaluar” a desiguales como si fueran iguales.
¿Qué autonomía defienden los que acataron órdenes, denigrando incluso su propio prestigio profesional con tal de tener un magnífico salario?
Su supuesta “autonomía” sirvió, entre otras cosas, para autoasignarse jugosos salarios que nada tuvieron que ver con su mediocre desempeño. Se acuerdan de la autonomía sólo cuando les conviene, por ejemplo para decidir su propia nómina y que paguemos los ciudadanos mediante el gobierno federal. Para eso si son “autónomos”.
Por ejemplo, para el ejercicio fiscal 2018, la Junta de Gobierno del INEE se autoasignaron salarios mensuales de este calibre: para la presidenta de la Junta 210 mil, para los demás consejeros de la Junta 201 mil, para los titulares de Unidades 168 mil, para Coordinadores 141 mil, para Directores Generales entre 126 mil y 160 mil, para Directores Generales Adjuntos entre 102 mil y 122 mil, para Directores de Área entre 59 mil y 99 mil, para Subdirectores de Área entre 36 mil y 51 mil, para Jefes de Departamento entre 24 mil y 30 mil, para Jefes de Proyecto “A” 30 mil, para Jefes de Proyecto “B” 24 mil, para Jefes de Proyecto “C” 21 mil y para Jefes de Proyecto “D” 19 mil. Repito, decidido por ellos mismos. ¡Se sirvieron con la cuchara grande! Esta decisión formó parte del presupuesto de egresos de la federación para el ejercicio fiscal del año pasado y se publicó en el Diario Oficial de la Federación (DOF) el 29 de noviembre de 2017. Esta es la verdadera “autonomía” que defienden. Querían seguir haciendo lo mismo.
Los y las del INEE cobraron caro sus servicios de contribuir a denigrar la imagen del magisterio, cobraron por esto y no por su trabajo dizque profesional.
Todo lo anterior no es una casualidad. Los señores y las señoras del INEE se dedicaron a satisfacer a los que aceitaron sus conciencias con una buena cantidad de dinero, se vendieron pues, para no usar el término prostitución.