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Más allá de las elecciones y los partidos


¿Cómo le va a usted amable lector, a unos cuantos días de las elecciones en nuestro estado? ¿Ya tiene claro por quién votar y por qué? ¿Ha revisado las propuestas y debates entre los diferentes candidatos?, ¿conoce sus historias de lucha o de servicio, como para entregarles su voto ‘consciente, responsable y razonado’?, ¿o esto no le preocupa porque usted tiene ‘una postura dura’ y siempre elige al mismo partido?, ¿o ya tiene usted a su gallo, aunque salte de un partido a otro, ‘por servir al pueblo’?

Quizá usted sea de quienes se sienten confundidos, decepcionados y estafados, por lo que ha venido sucediendo últimamente, y con ánimo de abstenerse o anular la boleta, porque ya no sabe ‘ni a quién irle’.

Tal confusión, hartazgo o desánimo por la democracia parecen resultado ‘lógico’ de cuarenta años de dominio neoliberal, en los que la ésta fue desmantelándose silenciosamente, hasta convertirse en mero slogan mercantil. Los partidos políticos, por su parte, dejaron de proponer distintos proyectos de nación, para transformarse en franquicias que venden sueños y a las que sólo interesa que los votantes los compren, y así acceder al erario, emprender fabulosos negocios y resolver sus finanzas personales.

En medio de la consternación frente a esta situación, sin embargo, hay algo a lo que urge atender para no perderlo todo. Me refiero a una estrategia llamada ‘golpe blando’ que, según varios analistas, parece estarse tramando para desestabilizar al gobierno de la 4T.  

Un ‘golpe blando’ es una fórmula que desde 1990 ha generado gran polémica en Latinoamérica. Fue ideada por Gene Sharp (politólogo estadounidense, asesor de la CIA), para desatar ‘revoluciones no violentas’, ‘más inteligentes’, que el uso de la fuerza bruta o los desprestigiados golpes militares, para imponer los intereses del Gran Capital en el mundo. Busca desestabilizar ‘legalmente’ a los gobiernos de izquierda, elegidos democráticamente, que osan cuestionar el orden dominante; es decir, gobiernos comprometidos con la justicia distributiva, que intentan mejorar las condiciones de vida de las mayorías (poniendo ciertos límites al acaparamiento de las clases pudientes y exigiéndoles pagar impuestos).

La eficacia de estos golpes radica en que el propio pueblo participa activamente para asestarlos.

Esta estrategia, altamente manipuladora, sigue varias etapas:

  1. Ablandamiento, para generar en la población un clima de malestrar-frustración-miedo, a partir de noticias alarmistas contra el gobierno (ahora ‘bots’ y ‘fake news’).
  2. Deslegitimación, para convencer a la gente de que el gobierno actúa contra sus derechos o libertad de expresión y es autoritario o demagogo.
  3. Calentamiento en las calles, para movilizar a la población, exacerbando su odio, cooptando sus luchas históricas, infiltrando sus manifestaciones legítimas con reventadores.
  4. Desestabilización, para generar miedo, odio y escándalos, contra el gobierno en cuestión y sus simpatizantes.
  5. Exigencia de destitución del presidente por parte de las masas, frustradas y furiosas que terminan por clamar la intervención del ejército, para lograrlo.

El ‘golpe de estado blando’ no es sólo teoría. Gran cantidad de investigadores (p.ej. Sabrina Flax, Revista ‘Sin Permiso’/Universidad de Barcelona, 2016) han documentado ampliamente los ‘golpes blandos’ -o intentos- que sufrieron gobernantes latinoamericanos como: Manuel Zelaya (Honduras), Fernando Lugo (Paraguay), Lula Da Silva y Dilma Roussef (Brasil), Rafael Correa (Ecuador), Hugo Chávez y Nicolás Maduro (Venezuela), Evo Morales (Bolivia), Cristina Kerschner (Argentina)…, organizados en el Foro de Sao Paulo, para generar alianzas, contrapesos y alternativas económicas, frente al neoliberalismo.

Estos golpes blandos suelen integrar a minorías privilegiadas, opositoras al gobierno (empresarios y políticos), sectores del poder judicial, corporaciones transnacionales (en especial medios masivos), intelectuales orgánicos del Gran Capital, agentes internacionales, guiados por la política exterior estadounidense.

¿En qué medida el desgaste de la democracia y desconfianza, que hoy experimentamos es resultado de una compleja trama, dirigida a asestar un ‘golpe blando’ en nuestro país?

Difícil saberlo pero, al menos, podemos reconocer lo que estamos sintiendo y barruntar qué elecciones nos traerán las peores consecuencias.

*Miembro del Movimiento por una Educación Popular Alternativa

maric.vicencio@gmail.com

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