¿Por qué ha resultado tan complejo investigar al EZLN?

Desde hace meses resurgió la figura del comandante “Germán” o Fernando Yáñez Muñoz, exdirigente nacional de las -¿extintas?, ¿vigentes?- Fuerzas de Liberación Nacional (FLN), encabezando un debate contra el subcomandante “Marcos” -supuestamente, Rafael Sebastián Guillén Vicente- y, en general, contra la comandancia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN); organizaciones hermanadas en su origen, pero hoy, claramente distantes, que han puesto en la tribuna pública la historia y la memoria de uno de los principales movimientos antisistémicos del siglo XX y XXI: el (neo)zapatismo.
No retomaré los dimes y diretes de quienes han tomado partido por las denuncias de “Germán” (poco claras, a mi gusto) o de quienes se inclinan a favor del EZLN (que no ha contestado a las aseveraciones del primero). Para ello, pueden revisar las entrevistas que “Germán” ha dado o las disímiles posturas de historiadores como Fritz Glockner y Adela Cedillo al respecto de lo dicho y publicado por el histórico militante de las FLN.
Más bien, aprovechando el debate, recomendaría revisar la abundante bibliografía sobre el origen y desarrollo del EZLN que, no obstante la enorme cantidad de textos, es innegable que este movimiento social ha resultado muy complejo de investigar académicamente. Recuperemos algunas fuentes y problemáticas. En cuanto a documentos internos se refiere, los de las FLN han publicado la serie de cuatro libros “Dignificar la historia”; por su parte, el EZLN hizo lo propio pero con sus “Documentos y comunicados” públicos de 1994 al 2001 con la editorial Era, divididos en cinco libros.
Con el levantamiento del 1 de enero de 1994, vendrán una cascada de textos periodísticos: César Romero Jacobo, “Los Altos de Chiapas. La voz de las armas”; Guido Camú Urzúa y Dauno Tótoro Taulis, “EZLN: el ejército que salió de la selva”; Luis Méndez Asensio y Antonio Cano Gimeno, “La guerra contra el tiempo. Viaje a la selva alzada”, etc. Los académicos y afines al EZLN como “Chiapas hoy. Análisis antropológico y social” de la ENAH; de Juan González Esponda y Elizabeth Pólito Barrios, “Notas para comprender el origen de la rebelión zapatista” de la UNAM; o el del historiador Adolfo Gilly, “Chiapas: la razón ardiente”. Vendrán las largas entrevistas, como el de Yvon Le Bot, “Subcomandante Marcos. El sueño zapatista”, de 1997. Y un larguísimo etcétera -Carlos Montemayor, John Womack Jr., Carlos Antonio Aguirre Rojas…- que omitiré por espacio.
También hay textos que tanto el neozapatismo como investigadores han señalado como hechuras gubernamentales, como el de Carlos Tello Díaz, “La rebelión de Las Cañadas. Origen y ascenso del EZLN” y, sobre todo, el de Bertrand de la Grange y Maite Rico, “Marcos, la genial impostura”, los que utilizan fuentes de dudosa procedencia, como decenas de entrevistas anónimas, entre ellas supuestos desertores del EZLN y supuestos documentos internos del EZLN proporcionados por funcionarios de la Secretaría de Gobernación y la Secretaría de la Defensa Nacional. Un obstáculo evidente para la investigación del neozapatismo es que en mucha de la bibliografía se encuentran visiones polarizadas. O se está completamente a favor del neozapatismo o se está en contra. Además, falta un rastreo histórico del proceso de construcción de las FLN al EZLN, faltan más fuentes documentales, visiones más completas y no tan centradas en la dirigencia del EZLN (o en “Marcos”), sumado a cierta reserva de la misma -la que se entiende por motivos de seguridad-, no obstante el propio “Marcos” manifestó en 1996 que “uno es poco crítico cuando habla de sí mismo” y que “Evidentemente va a haber y debe de haber gente con tiempo, en otro lugar, que pueda hacer un análisis mejor sobre lo que el zapatismo es y ha sido. A nosotros nos falta tiempo y distancia para poder reflexionar sobre lo que hacemos”. En fin, la historia nuevamente se retoma como un campo de batalla.