Protagonistas de la educación

¿Para qué queremos educar? ¿Por qué escribir al respecto? ¿Cuál es el motivo que impulsa a redactar sus implicaciones o la importancia de la participación y autonomía, ver al horizonte y aventurarse a la utopía educativa o visibilizar al oprimido?, aquella compleja labor que la sociedad le suele delegar a las y los docentes, esa educación que te dota de conocimiento en las letras y los números, aquella que deja a las y los estudiantes preguntándose, “¿y esto de que me va a servir?” Una educación repleta de planeaciones y metodologías, escuelas de renombre con colegiaturas probablemente inalcanzables para la mayoría de la población mexicana. Esta reflexión es desde una perspectiva universitaria y en medio de una pandemia, es importante no olvidar ese detalle, porque abre paso a diversos cuestionamientos, ¿qué pasa con la educación que se intenta transmitir a través de las pantallas?, los miles de niñas y niños que en estos momentos que no tienen la posibilidad de acudir a la escuela o que con doce años no conocen lo que significa ir a la primaria, acaso ahí se termina su oportunidad de ser educadas y educados. Es imperante la necesidad que tiene nuestra sociedad de visibilizar la educación que traspasa las pantallas y los muros de un edificio conocido como «escuela», promover los espacios y momentos que fomentan la reflexión, el análisis y el diálogo, no sólo en adolescentes, infantes o universitarios sino a cualquier edad, en todas las etapas de la vida, porque esa es la maravilla de la educación, aquella que nos libera, pero no desde el conocimiento sino desde el cuestionamiento.
Es relevante cuestionar los efectos de encontrarse en una sociedad como receptores, de contenido, información y charlas motivaciones que promueven el “discurso de salir adelante” y que incita a ser partícipe de esa transformación que promete un futuro inalcanzable, porque no es que se aleje conforme se transita el camino “para lograrlo”, sino que se menciona un futuro trazado por veredas a las que gran parte de la población no tiene acceso. ¿Qué sucede con aquella niñez entusiasmada por acudir a la escuela, pero con la obligación de salir a trabajar? ¿Cómo pueden tomar un papel protagónico si no pueden vislumbrar esa opción? En una sociedad de indiferencia y apatía se decide ignorar la posibilidad de formar un camino, pero las dificultades para la educación son más complejas que esto, entran en juego aspectos económicos, políticos, sociales y muchos otros, pero coinciden en que interpelan a todas y todos como sociedad. Suele ser más sencillo señalar a ciertos grupos encargados de las áreas de oportunidad que hay en la educación, pero por el contrario, ¿qué sucede cuando cada persona decide tomar protagonismo en la educación?, un protagonismo reconocido como una calle multilateral que no designa a ciertos grupos responsables de su realización, sino entendida como una participación compartida, aquel camino donde solo minorías tiene acceso se vuelve irrelevante porque se abre la posibilidad de forjar distintas vías en constante transformación, donde la herramienta principal puede ser la educación. Con escuchar las palabras docente, hija, conserje, ¿qué viene a la mente?, probablemente jerarquías o roles específicos, sin embargo, ¿es posible reconocerles como protagonistas de la educación?, sin pretender dar respuesta absoluta, se extiende una invitación para considerar a la educación como una posibilidad, que va más allá de ser un recurso exclusivo o restringido, donde es posible compartir y acompañarse, participar y abonar, criticar y construir la educación como espacio de libre acceso.
*Estudiantes de sexto semestre. Facultad de Psicología. Licenciatura en Innovación y Gestión Educativa. Área Educación Sociocultural. Contacto: ligesociocultural@gmail.com