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¿Qué es el derecho a la vida?

Igualmente en México, hay incongruencias profundas cuando se trata de hablar del derecho a la vida. Hablan de los embriones como seres indefensos, como si los niños y las niñas que murieron en las guerras no tuvieran el derecho a considerarse seres indefensos.

En pleno siglo XXI, cuando empresas médicas dedicadas a la fertilidad tienen en congeladores especiales, dignos de la ciencia ficción, miles de embriones en nitrógeno líquido, parecería risible defender a ultranza “el derecho a la vida desde la concepción”, pero para muchos es un tema que les quita el sueño y les pellizca la conciencia: para los pro vida, metiches profesionales, que mejor dicho son pro fetos, y que tienen una obsesión desmedida, digna de tratamiento psiquiátrico, por defender con puros prejuicios morales y creencias religiosas lo que para su personalísima cosmovisión es lo correcto: hacer que alguien venga a la vida como sea, sin tener la menor empatía por quien lleva ese embrión a dentro: una mujer que con el solo deseo de no convertirse en madre, derrumba cualquier cosmovisión de quienes se dicen defensores del derecho a nacer, lo que le da derecho a decidir sobre su propio cuerpo.

Y vaya, aquí hay una idea compleja que habría que desmenuzar, ¿qué entendemos por derecho a la vida? ¿Es meramente el hecho de nacer, o tendría que ser un derecho impregnado de dignidad, o tendría que ser lo anterior pero anteponiendo el deseo de una mujer a ser madre? Es necesarísimo discutirlo como sociedad desde todos los puntos de vista, adaptar las legislaciones, y generar espacio para la libertad de decisión, donde no sea un delito practicar el aborto. A los conservadores, cuando tienen posiciones de poder, les resulta muy fácil simplificar el derecho a la vida, para ellos significa nada más el hecho de nacer y minimizan el papel de la mujer, como si fuera nada más un mero medio para traer seres humanos al mundo, y no, habría que dejar que sean ellas las que decidan sobre su propia vida y como sociedad habría que empujar por legislaciones que obliguen al estado a garantizar la dignidad de las personas, y no nada más garantizar simplemente el nacimiento de ellas.

Para ver esto con claridad, basta analizar el patético papel de las derechas en el mundo; por ejemplo: el caso del Partido Republicano en los Estados Unidos infestado de telarañas morales que tejen por medio de versículos de la biblia; los republicanos defienden ese derecho a nacer pero no dicen nada cuando se trata de matar civiles en algún país de medio oriente donde van niños de por medio, hipocresía fresca, moral muy rancia. Otro ejemplo que ilustra la pobreza de los conservadores se ve claramente con los miembros de la Asociación Nacional del Rifle, organización defensora de la segunda enmienda constitucional que protege el derecho de los norteamericanos a portar armas de fuego, conservadores de sepa capaces de atentar contra la vida de los migrantes, pero que se desgarran las vestiduras cuando se trata de “defender” la vida de los no nacidos.

Igualmente en México, hay incongruencias profundas cuando se trata de hablar del derecho a la vida. La derecha sostuvo una cruenta guerra contra el narcotráfico donde murieron 250 mil personas, para el conservadurismo mexicano eran vidas que no tenían ningún valor porque tuvieron que ver con el crimen organizado, generalizaban esa idea para justificar el desastre, pero cuando se trataba de civiles muertos, el mismo presidente Felipe Calderón fue el encargado de exhibir su miseria: eran daños colaterales, dijo. Cuando la derecha política y su fiel aliada la Iglesia hablan de aborto se refieren a ello como un crimen, hablan de los embriones como seres indefensos, como si los niños y las niñas que murieron en las guerras -o que fueron sexualmente abusados y abusadas por curas, o explotados y explotadas por el sistema capitalista- no tuvieran el derecho a ser considerados seres indefensos; pero como esa infancia muerta, abusada y explotada, es la consecuencia del sistema que defienden, no tienen porque otorgarles el derecho a la vida, a la vida digna.

Los conservadores piensan poco, sería imposible pedirles que imaginen las consecuencias de la violencia de los últimos 12 años en México, pero llegará un momento en que nuestra sociedad se enfrente a la huerfanidad que dejó la guerra contra el narco, miles de infantes que quedaron en el abandono están teniendo caminos inhóspitos, así como en Centroamérica se viven hoy las consecuencias de la guerrilla de los años ochenta, donde miles de niños que perdieron a sus padres gestaron estructuras psíquicas muy endebles; pero para la derecha solo importa el sistema productivo y su mentado derecho a la vida.

Celebro las batallas ganadas en el terreno de la libertad, celebro que haya una constitución en la capital del país con tintes progresistas, celebro el feminismo y los cambios, aunque lentos, que se están y que se seguirán dando en México: hoy estamos ante la oportunidad política de impulsar esto, porque si no es ahora, no será. La dignidad de la mujer, de la vida de todos, está muy por encima de las telarañas ideológicas de un grupo de retrógradas.

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