
El concepto de resistencia se aplica en diversas áreas del conocimiento humano: en la física de materiales, en la electrofisiología, en el deporte, la antropología, entre otros aspectos; pero este texto se enfoca en el sentido psicosocial, la resistencia como la capacidad de un individuo, grupo o comunidad de conservar un modelo de pensamiento, existencia y comportamiento con características propias, sobre todo cuando estos representan los valores más altos de lo humano: la autonomía, la justicia, el amor al prójimo, la solidaridad; frente a valores de signo opuesto, como son el egoísmo, la mezquindad, el consumismo y el odio, por mencionar sólo algunos.
Se habla de resistencia de los pueblos originarios frente a los odios conquistadores de occidente y norte; de la resistencia antifascista frente a las hordas nazis; de la resistencia de los pueblos que construyen un modelo de sociedad propio y diferente al modelo norteamericano, como Cuba, Venezuela, Bolivia, Perú o México.
Pero ¿qué significa resistir? Significa, sobre todo, impedir la penetración de un modelo de pensamiento alienado al consumismo materialista, concepción soportada en la posesión de cacharros materiales, que desprecia lo diverso, que coarta la libertad de elegir e impone sexualidades, colores de piel, formas corporales; dicta qué deben y qué no deben aprender los seres humanos, incluso cómo deben aprender; ese modelo imperial que impone significados y significantes, una sociedad del pensamiento único.
Los pueblos ancestrales resisten a través de sus idiomas, con los cuales dan significado a su entorno y relaciones, con sus comidas y formas de producirla, con sus tejidos, con el aprovechamiento de sus plantas medicinales y respeto al entorno natural, con la construcción, desde su cosmovisión, de formas de aprehender, estructurar nuevos conocimientos y transformar la realidad. Los pueblos sincréticos resisten en sus propias realidades. La resistencia es un esfuerzo cotidiano por existir en lo diverso, en lo plural, rechazando mezquindades, individualismos egoístas.
En ocasiones se confunde resistencia con rigidez, hermana de la intolerancia. La resistencia se asocia más con flexibilidad, cambio, adecuación, evolución. De allí que José Martí señaló la necesidad de insertar lo mejor de la cultura universal en nuestras repúblicas, manteniendo lo propio como tallo fundamental. La resistencia implica defender la biodiversidad natural y cultivada, oponerse al blanqueo y homogenización mediante organismos genéticamente modificados, impulsar las comidas familiares, frente a las comidas rápidas; la decisión autónoma frente a las modas de cualquier naturaleza; el cultivo de los afectos, frente al consumo compulsivo; la renovación del comportamiento para recuperar las relaciones presenciales frente a las virtuales, temporalmente necesarias por la crisis sanitaria. Resistir para hacer posible la utopía.