‘Roma’, ¿un elogio del empleo doméstico?
La película Roma, es una cinta mexicana escrita, dirigida, coproducida cofotografiada por el cineasta Alfonso Cuarón y estrenada en el Festival Internacional de Cine de Venecia, el 30 de agosto de 2018, en tanto que en México se presentó en las salas de cine del país, a partir del 14 de diciembre de 2018, escasamente por dos semanas (mientras que en Querétaro solo se exhibió una semana).
Posteriormente, Netflix asumió exclusivamente los derechos de la misma. El filme está basado en la vida familiar y la infancia del director, en la colonia Roma de la Ciudad de México, a principios de la década de los setentas, en el período de gobierno de Luis Echeverría Álvarez (1970-1976), y en la relación de su familia con Liboria Rodríguez –“Libo”, la empleada doméstica interpretada por la talentosa Yalitza Aparicio (en su ‘opera prima’ como actriz), quien aparece en el relato con el nombre de ‘Cleo’, además de otra trabajadora ‘Adela’, ambas de origen mixteco.
La Roma de Cuarón puede tener varias lecturas. Una de ellas es la percepción, “tan bonita” de quienes despectivamente son etiquetadas como “criadas”, “sirvientas”, “gatas”, “muchachas”, “chachas”, “marías”, “mozitas”, “nanas” y otras expresiones menos fuertes. Sí bien Roma está dedicada a Liboria Rodríguez y fue invitada por Cuarón a la presentación en el Festival Internacional del Cine de Morelia (FICM) no sabemos, por lo menos su servidor, si los derechos de su historia son remunerados, o solamente sus créditos son honoríficos.
Roma, desde mi perspectiva, representa un lavado de conciencia de las clases medias y altas, de quienes tenemos la posibilidad de pagar una empleada doméstica, “de entrada por salida” o “de quedada” como en la película de Cuarón, en la que tanto Cleo como Adela, trapean a rodilla pelona, barren, limpian, lavan y planchan ropa, hacen de comer, levantan la mesa, lavan trastos, acomodan la losa y enseres de cocina; recogen a los niños de la escuela, los cuidan por las tardes, les dan de cenar y los duermen.
Roma, es una película ideológica en tanto crea, como decía Ludovico Silva, una “falsa conciencia” de la realidad y hace ver como “natural” la existencia de relaciones serviles, no como residuos del feudalismo en pleno capitalismo, el cual subsume las relaciones sociales entre señor y siervo (patrona y sirvienta). Es como decir que las condiciones laborales de las trabajadoras domésticas tienen su lado positivo. Ser pobre no es tan malo, es más hasta puede ser poético ¿Basta con el supuesto elogio del empleo doméstico?
Cinematográficamente, es probablemente una obra de arte, rete encantadora, por su fotografía en blanco y negro, por los efectos visuales, por las secuencias temporales, por el contexto político en el que aparecen ‘Los Halcones’ de LEA en el fatídico ‘Jueves de Corpus’, por la música popular de la época de cantantes como: Rigo Tovar, Leo Dan, Angélica María, Rocío Durcal, Dámaso Pérez Prado –el “cara de foca”-, “El Pirulí”, Daniel Santos, Los Terrícolas, El Acapulco Tropical, entre otros.
No aparecen los grandes de la lucha libre, pero si el increíble ‘Profesor Zobek´. El relato puede ser, inclusive, una “linda crónica” costumbrista, intimista, casi en color sepia, de la opresión, exclusión y segregación que sufren este tipo de trabajadoras domésticas. Los niños, de verdad aman y hasta prefieren a sus cuidadoras domésticas sobre sus padres ausentes o muy ocupados.
La heroicidad de “Cleo” es tan dramática que, invitada por la familia a las playas de Tuxpan, Veracruz, aún sin saber nadar, salva a dos de los niños que fueron arrastrados por el oleaje. Los niños abrazados con “Cleo” lloran en una escena profundamente enternecedora. Es más, parafraseando a Buñuel, reconozco el “discreto encanto” de la pequeña burguesía que nos permitimos sentarlas a la mesa para compartir los alimentos y suprimir la distancia real y simbólica entre los patrones y las empleadas de casa, pero eso no modifica su “estado de servidumbre”, su rol social y su nivel de ingresos.
Marx las catalogaba como parte del “lumpenproletariado” porque en apariencia no eran directamente explotadas, sin embargo, habría que ver cuál es su utilidad económica para la reproducción ampliada del capitalismo y cómo sirve este tipo de ocupación para que podamos acudir a nuestras labores, para que los sectores medios puedan desarrollar sus actividades, para que un académico o académica pueda preparar sus clases, hacer investigación o desarrollar la cultura universitaria.
Finalmente, Roma es probablemente una “joya” cinematográfica hecha por un distinguido director mexicano que ha ganado El León de Oro, a la mejor película el Festival Internacional de Cine de Venecia (2018), el Premio del Cine Independiente Británico (2018), a la Mejor Película Extranjera, el Mejor Director en el New York Film Critics Circle Awards (2019), el Premio Satélite de la Academia de Prensa Internacional (2019) en varios rubros, la National Society of Film Critics Award por Mejor Fotografía y ahora es fuerte candidata a varios Óscares en el 2019. Pero, ¿es esto suficiente para transformar la situación de millones de trabajadoras domésticas? ¿Que cambiará para ellas, al ver nosotros en Netflix, con lagrimas en los ojos, comiendo palomitas –que ellas nos hicieron- la ‘Roma’ de Cuarón?