Sudán. La ruptura de un país
Probablemente pocos lo sepan, pero el mayor conflicto armado en lo que llevamos del siglo XXI, según la ONU, está ocurriendo en estos momentos en Sudán, en el centro-norte de África. Mezcla de guerra civil, crímenes de lesa humanidad y genocidio, que ha dejado a cientos de miles de personas muertas y a millones desplazados. La disputa se agudizó cuando Sudán del Sur declaró su independencia del norte en 2011, pero, ¿cómo se llegó a esto?
Al igual que todo África, Sudán lleva a cuestas una larga historia. Si nos remontamos a siglos atrás, la relación con Egipto es ineludible. Todavía a finales del siglo XIX y durante las primeras décadas del XX, dicha región era administrada por un gobierno anglo-egipcio. Al igual que en todo el continente, el colonialismo europeo dejó hondas y dolorosas huellas. Finalmente, tras varias revueltas revolucionarias aplastadas, el 1 de enero de 1956, Sudán alcanzó su independencia. Sin embargo, los problemas no acabaron.
La predilección económica que favorece al norte, mayoritariamente árabe-musulmán, en detrimento del sur, mayoritariamente población negra no árabe-musulmán, aunado a los interminables conflictos étnicos y religiosos (se calculan casi 600 tribus y 400 lenguas y dialectos diferentes en la amplia región), provocaron que los conflictos armados, golpes de Estado y guerras civiles fueran una constante en la historia del Sudán independiente.
Dos guerras civiles: de 1955 a 1972 (entre el norte y el sur, debido a que el segundo demandaba autonomía; hubo medio millón de muertos) y de 1983 a 2005 (continuación de la primera, dejó casi dos millones de víctimas fatales), evitaron cualquier tipo de estabilidad política y económica para los gobiernos, en general de corriente islamista -aunque hubo un brevísimo gobierno comunista que duró tres días, tras un golpe de Estado-. Si bien, otro golpe de Estado del 30 de junio de 1989, colocó a Omar Hasán Ahmad al-Bashir en el poder, encabezando un gobierno autoritario durante treinta años donde anuló el parlamento y volvió ilegales al resto de los partidos políticos; a pesar de las enormes sequías, en un país mayoritariamente dedicado al sector agrícola, y las deudas con el FMI, han logrado tener un PIB en número positivos debido a su producción petrolera y a la extracción de oro, el cual comercian con China, Japón e India, principalmente.
Frente a los constantes conflictos norte-sur, y como parte de los acuerdos de paz, en julio de 2011, tras un referéndum supervisado por la ONU, Sudan del Sur se declaró independiente, separando a Sudán en dos. Mientras, desde el 2003, un conflicto racial entre árabes y negros que permanece hasta la fecha ha azotado al oeste del país, en Darfur. Según medios de comunicación, el gobierno árabe apoyó militarmente a las guerrillas identificadas con la misma cultura, los yanyauid o ‘jinetes armados’, las cuales han provocado la muerte de alrededor de 400 mil personas de raza negra de la cultura animista y más de dos millones de desplazados. En su momento, el gobierno de los Estados Unidos y diferentes organizaciones no gubernamentales calificaron de ‘genocidio’ lo que estaba ocurriendo, pero la ONU lo cataloga como crímenes de lesa humanidad. En 2007, la ONU intervino con 27 mil tropas en la zona.
Apenas el pasado 11 de abril, el ministro de Defensa y jefe del Ejército, Ahmed Awad Ibn Auf, dirigió un golpe de Estado contra el eterno Omar al-Bashir, a quien la ONU le dio una orden de arresto por crímenes de lesa humanidad en el 2009, desestimándola poco después. Hoy, está bajo arresto domiciliario. Auf suspendió la constitución y anunció un gobierno militar de transición de dos años, prometiendo realizar elecciones después de ese periodo. Mientras, la guerra, la hambruna y las enfermedades permanecen.