Sueño y pesadilla
La forma de potenciar los territorios marginados de Querétaro es trabajando de la mano el estado, los empresarios y la sociedad civil. Solo de esta forma, se puede vencer la pobreza y desigualdad de estas regiones. En el siglo XXI no puede, ni debe haber queretanos de primea y segunda.
Un viejo cronista de la ciudad de Querétaro describía su pasado colonial como una tierra de abundancia: “Numerosas tiendas bien surtidas de ropa y abarrotes ocupaban las principales calles de la ciudad; las plazas y mercados se hallaban provistos de toda clase de semillas, frutas y verduras”. Lo que no registraba es la forma en como se había conseguido esta bonanza. Esta provenía de una explotación de mano de obra en haciendas y talleres textileros, particularmente en estos las condiciones laborales eran infrahumanas, esto quedó señalado en 1803 cuando Alexander von Humboldt visita Querétaro y describe categóricamente: “Cada taller parece más bien una oscura cárcel”.
El resto del estado no estaba mejor. En las haciendas y en las pocas minas existentes también existían abusos a peones y mineros. No había hospitales y la oferta educativa era escasa. Esta experiencia de abundancia y pobreza, de riqueza y condiciones míseras de vida se repitió a lo largo del siglo XIX. Esto pese a que se fue imponiendo la idea de que la educación era un derecho de los ciudadanos, y que se fortaleció la presencia del estado en temas como la salud y seguridad.
Así llegamos a fines de la cuarta década del siglo XX, cuando la élite gobernante del momento opta por un deicidio apoyo a la industrialización de Querétaro y al mismo tiempo por la producción agrícola. Esto embonaba perfectamente con los proyectos nacionales que iban en el mismo sentido.
Estas propuestas tuvieron dos defectos:
- La industrialización si bien produjo empleos, también fortaleció la marginación urbana, no se pudo crear fuentes de trabajo para todos los habitantes, la ciudad creció sin planeación adecuada, el encarecimiento del suelo impactó en las finanzas y la calidad de vida de las personas, por lo tanto la abundancia también vino acompañada de precariedad.
- Esta visión de crecimiento, no contempló del todo a territorios como el semidesierto y la Sierra Gorda. En estos espacios salarios, acceso a servicios básicos y salud, no experimentaron el desarrollo vivido en los municipios centrales.
El estado de Querétaro tiene territorios de primera y de segunda. Esto significa que los habitantes de ciertas zonas tienen más posibilidades de incorporarse ventajosamente al mercado laboral, mientras que los residentes de otros territorios están condenados a obtener trabajos mal pagados, precarizados o de plano se ven obligados a migrar. Estas desigualdades no surgieron ayer, ni hace cien años, son dinámicas que se vienen gestando desde la época novohispana.
La cuestión es ¿esto puede revertirse? ¿De qué manera? A la primera pregunta la respuesta es un categórico “sí”. El contestar la segunda requiere una mayor complejidad. Lo primero es generar la sensibilidad en las élites queretanas, de que tras las cifras de crecimiento económico se esconden desigualdades que acaban impactando en la población más vulnerable. Lo segundo es construir, en conjunto con las élites locales y las poblaciones, planes de desarrollo que trasciendan a las administraciones municipales. Estos planes deben tener diagnósticos de las potencialidades que tiene cada territorio, se deben proponer vías para desarrollarlas. Al mismo tiempo, se deben promover inversiones locales, nacionales o extranjeras que estén interesadas en actividades productivas vinculadas a las vocaciones económicas de cada zona. Se debe exigir los salarios más justos para los posibles inversores, pues es bien sabido que las grandes empresas agroindustriales pagan salarios raquíticos. Todo este esfuerzo debe ir acompañado de una decidida inversión estatal en salud, servicios básicos y educación. Algo fundamental es que toda intervención social se haga escuchando el sentir de los pobladores.
Los habitantes de la Sierra Gorda y el semidesierto no han vivido el sueño del desarrollo, sino la pesadilla de ser excluidos de las inversiones, de los planes para mejorar sus condiciones de vida, de que les sean impuestas actividades económicas que terminan fracasando. La forma de potenciar estos territorios es trabajando de la mano el estado, los empresarios y la sociedad civil. Solo de esta forma, se puede vencer la pobreza y desigualdad de estas regiones. En el siglo XXI no puede, ni debe haber queretanos de primea y segunda.
@Luz_Azul