Transitar del DOBLEPENSAR al SENTIPENSAR
Muchos de quienes llegaron aquel fatídico día a los ductos abiertos de Pemex en Tlahuelilpan, por ejemplo, sabían que la gasolina es inflamable y altamente peligrosa; sin embargo, quizá, la idea de “ganaré mucho dinero”, entró en contradicción, se impuso, bloqueó su aparato crítico y los mantuvo ahí fascinados.
Nuestra comprensión del mundo está mediada por un sinfín de voces internas (Vigotsky). Lo que pensamos sobre nosotros mismos, los demás o el mundo sintetiza diversas discusiones entre la propia experiencia y las interacciones que emprendemos con el medio natural y social, incluidas las narraciones que nos llegan de otros.
Esas voces altamente plurales entran muchas veces en conflicto y obligan a realizar diversas operaciones, con frecuencia inconscientes, para contrastarlas, organizarlas, jerarquizarlas…según convenga a determinados propósitos. No sólo actúan en la ‘esfera cognitiva’; también activan múltiples ‘procesos biológicos’ (sistema límbico…), ‘psico-afectivos’ (amor, odio, miedo, alegría, tristeza, desánimo…) y ‘volitivos’ (voluntad de decisión, de acción, etc.).
Desde hace cerca de doscientos años, se vienen desarrollando diversos estudios, para determinar qué voces mentales pesan más sobre las otras, y por qué.
Sobre este tema, George Orwell (o Eric Arthur Blair) autor de ‘1984’, propone el neologismo ‘DOPLEPENSAR’, para referirse a la “capacidad” de sostener dos ideas o creencias contradictorias, simultáneamente, sin que el sujeto que las piensa sufra ningún conflicto. En realidad, se trata de una forma de dominación del Estado represor, que adormece a las personas y les impide reconocer las estafas de que son objeto (o actores).
Así, aunque la propia experiencia, información o intuición alerte sobre algún engaño o peligro, se puede colar en la mente una idea más poderosa que lo niegue o justifique.
Muchos de quienes llegaron aquel fatídico día a los ductos abiertos de Pemex en Tlahuelilpan, por ejemplo, sabían que la gasolina es inflamable y altamente peligrosa; el mismo olor lo advertía. Sin embargo, quizá, la idea de “ganaré mucho dinero”, entró en contradicción, se impuso, bloqueó su aparato crítico y los mantuvo ahí, fascinados.
Lo mismo ocurre con fenómenos como el actual intervencionismo de EEUU en Venezuela. Principios previos como los de ‘no intervención’, o ‘soberanía nacional’ entran en contradicción con otros más poderosos como: ‘seguridad’, ‘ayuda internacional’ o “solidaria defensa del pueblo venezolano frente al dictador”, que se imponen desde el gran imperio global capitalista. Entonces la abierta intervención de los EEUU en asuntos internos de otros países se justifica con el discurso de su ‘Destino Manifiesto’, por el que se autonombra “guardián universal de la libertad”; no importa si esa intervención puede provocar una guerra civil.
Lo curioso es que la intervención de EEUU para “garantizar la democracia” y luchar contra el “fraude electoral que llevó al dictador Maduro al poder”, no se dio en México para castigar los múltiples y flagrantes fraudes cometidos por prianistas, pues éstos sí convenían a los intereses del capital.
Habrá que reflexionar por qué no es fácil para muchos, reconocer contradicciones tan evidentes, como las anteriores.
Según la teoría psicoanalítica, el humano no soporta guardar en su mente la contradicción por mucho tiempo, por lo que, cuando ésta se da, suele usar diversos ‘mecanismos psicológicos de defensa’, que entran en el juego inconsciente y brindan un refugio, para hacer frente a una realidad difícil de asimilar, o para mantener una buena autoimagen a pesar de los errores cometidos. Dichos mecanismos se vuelven patológicos, sólo cuando son persistentes y conducen a conductas antisociales, como sucede por ejemplo, con quienes dejan de sentir empatía o compasión ante el dolor ajeno: torturadores, asesinos (o jugadores de la Bolsa), etc.
En este contexto, el ‘doblepensar’ actúa como mecanismo de alienación. Orwell señala que éste opera también alterando los recuerdos para que lo que percibimos en el presente no contradiga lo que sabemos del pasado. El ‘doble pensar’ permite así decir mentiras y, a la vez, creer sinceramente en ellas; olvidar todo hecho que no convenga recordar; negar la realidad objetiva sin dejar de saber que ésta sí existe…; permite en fin, separar la mente del cuerpo, el pensar del sentir y del hacer.
En contraposición con este mecanismo que fragmenta, diversos pensadores críticos del capitalismo (en especial latinoamericanos) pugnan por una ‘educación integral’, que haga posible el ‘SENTIPENSAR’ (término que introduce Fals Borda, sociólogo colombiano).
Eduardo Galeano dice al respecto: “el lenguaje que dice la verdad es el lenguaje sentipensante (…) de la gente que siente y piensa a la vez, sin divorciar la cabeza del cuerpo ni la emoción de la razón”.
El SENTIPENSAR no sólo impulsa el pensamiento crítico que sabe reconocer contradicciones, sino lleva a la ‘vivencia laberíntica’, que éstas generan (Reyes Esparza). El sentipensar asume el desconcierto, y “el dolor de la lucidez”, que (como dice Aristerain) hay que despertar en los estudiantes, “sin piedad y sin límites”, porque “en estos tiempos de barbarie, pensar con lucidez, lleva a la indignación” (Aimé Césaire)…
Más vale sufrir la digna rabia, que la anestesia o el alivio catártico que brinda la sociedad del espectáculo.