Bitácora de Viaje (de Estudios Socioterritoriales) Día Cincuenta y ocho
Por: Manuel Basaldúa Hernández
Cada disciplina tiene su autor referente. Una especie de santón que ilumina el camino de sus seguidores. La disciplina de los estudios socioterritoriales es una novedad y un reto para quienes se acercan a ella. La delimitación de su teoría se encuentra en construcción, y los retos que les depara a sus investigadores y estudiantes es compleja tanto en el campo de la construcción conceptual como en la definición de su metodología. Uno de los autores básicos en esta naciente disciplina es Henri Lefebvre. Ampliamente conocido en la historia de la urbanización y de la planificación.
En el año de 1968, apareció en lengua francesa un libro que se convirtió rápidamente en un clásico para entender la vida moderna. El libro en cuestión es “El derecho a la ciudad”. El urbanismo, proceso de crecimiento de las grandes concentraciones de las poblaciones, empezó a ser objeto de estudio de estos teóricos e intelectuales europeos. Si bien la vida rural campeaba todavía en esos años, se percibía una tendencia de grandes cambios. Y esta obra venía a establecer un marco teórico fundamental.
La negación de la ruralidad como signo de un atraso marcaba la personalidad que muchos países , principalmente los subdesarrollados, que ansiaban mostrar en la construcción de edificios con diseño modernista y de grandes concentraciones de población para su habitación, centros de consumo y esparcimiento, así como laboral, se multiplicaba como un modelo viral.
En México, por ejemplo, una de las pinturas emblemáticas, con cierto romanticismo en el fondo, mostraba a un hombre del campo, con su típico traje de charro, de gala, con sombrero piteado y adornado, con pistola al cinto y su carrillera llena de balas, de botas, se encontraba en la campiña. Mientras posaba una mano sobre el hombro de su pequeño hijo con vestimenta de las mismas características charras, miraban hacia el horizonte, específicamente al cielo. En ese cielo surcaba en el aire un aeroplano bimotor, que ostentaba grandes hélices para impulsar la nave.
Mientras que en el horizonte, una locomotora transitaba en sentido contrario, arrastrando un numeroso grupo de vagones con mercancía, y un auto acompañaba en una carretera muy bien asfaltada. Máquinas que emulaban la transformación del paisaje, del entorno urbano y del espacio que amenazaba con hacerse más complejo y denso. Esa era la estampa de la combinación soñada, perfecta, de lo que ahora muchos pretenden señalar como “sustentable” y “ecológica”.
Lefevbre había dejado sus escritos sobre la campiña francesa, sobre La Vallée de Campan. A partir de ahí sus escritos se empaparon de ideas marxistas. Conceptos tales como alienación, ideología, estado, burocracia entre otros, mostraban ya un discurso con perfil de una batalla dialéctica. Lo que se llamaba la praxis marxista superaba la etapa de la producción agraria.
La industrialización era ya un proceso irreversible para la humanidad. El capitalismo cubría el avance de la compleja organización urbana, y la ciudad prometía ser el reservorio de un espacio que concentraba toda esa acción intensa de la fábrica y la producción en masa.
Lefevbre dice que “si se define la realidad urbana por la dependencia respecto al centro, los núcleos periféricos son urbanos. Si se define el orden urbano por una relación perceptible entre la centralidad y periferia, los núcleos periféricos están desurbanizados. Y si se puede afirmar que la concepción urbanística de los grandes conjuntos se ha literalmente encarnizado con la ciudad y lo urbano para extirparlos”. Este discurso, totalmente cargado de la fuerza de la dialéctica, de la evidencia de una praxis del hombre y su crítica a la masificación y la alienación es más clara y contundente, respecto a los demás escritos relacionados con la construcción de edificios en que la arquitectura y el diseño de estos se imponía como parte de la ideología y del discurso hegemónico.
La Licenciatura en Estudios Socioterritoriales está en construcción, como lo está la conformación de su cuerpo teórico. Pero los problemas a los que se tiene que enfrentar requieren de un trabajo muy elaborado, y debe tener paciencia. La construcción de ese corpus teórico debe elaborarse paralelamente a su campo metodológico. Ahí es donde se concentrarán todos los esfuerzos de los que pretenden ser profesionistas en ese campo. El acompañamiento de un autor como Lefevbre puede ayudar a sentar las bases sobre las cuales se construye una nueva forma de mirar este abigarrado mundo urbano, que anda ahora en los niveles de la megalópolis.
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