Buzón del lector

Desaparición de personas, realidad que debe ser atendida

Lo primero es que no paremos, “no dejen la lucha nunca, que sigan y sigan”, que comprendan que será una batalla de años. Llevan 40 años exigiendo justicia, que sigan, porque así como ellas, pasarán décadas antes de poder obtener justicia.

El 10 de mayo, las madres de personas desaparecidas se unieron como cada año a la exigencia de justicia y reparación del daño para las más de 40 mil mexicanas y mexicanos que han desaparecido en el país, esto en la VII Marcha por la dignidad nacional.

La desaparición y la desaparición forzada en México, son una grave violación de derechos humanos y son parte de la crisis por la que atraviesa el país, de ahí que debe de ser reconocida por las autoridades de los tres niveles de gobierno y la sociedad en general.

Aunque hay grandes diferencias con los fenómenos de desaparición que han sufrido otros países de América Latina, también hay grandes similitudes, como la esperanza de que una vez que el fenómeno termine se comience la sanación de la sociedad y del país.

Dicha sanación debe comenzar con el reconocimiento de la problemática por el Estado mexicano y todos sus componentes y no por la negación casi sistemática que realizan las autoridades encargadas de impartir justicia, tal es el caso del fiscal general del estado, Alejandro Echeverría Cornejo, quien tan sólo hace unos meses negaba la existencia del fenómeno en Querétaro y confundía los conceptos desaparición y desaparición forzada.

Tras el reconocimiento debe haber justicia en cada uno de los casos, lo que implica que todas las autoridades involucradas conozcan y apliquen los protocolos internacionales para la resolución de los casos, pero pareciera que solicitarles hacer su trabajo significa que realicen algo extraordinario, ya que las personas que tienen que asistir a las fiscalías diariamente se encuentran con funcionarios públicos negligentes, poco preparados e indolentes; en varios casos tienden a revictimizar a los familiares que denuncian la desaparición de un ser querido.

Además se debe garantizar la no repetición de los hechos, nunca más nadie desaparecido y ahora sí pasar a la sanación, a la reivindicación de la memoria histórica a no olvidar y a no permitir esto nunca más.

De esto saben las abuelas de la plaza de Mayo en Argentina. Hace poco platiqué con una de ellas, Buscarita Roa, quien busca a su hijo y a su nuera, aunque sólo halló a su nieta, Claudia Poblete. Roa se solidarizó con la problemática en México y mandó un mensaje para todas las madres que buscan a sus hijos.

Lo primero es que no paremos, “no dejen la lucha nunca, que sigan y sigan”, que comprendan que será una batalla de años. Llevan 40 años exigiendo justicia, que sigan, porque así como ellas, pasarán décadas antes de poder obtener justicia.

Agregó también que se necesita la unión de las madres de todo el país y no hacer esfuerzos aislados, eso hará la diferencia al exigirle a las autoridades que hagan algo, que encuentren a las personas desaparecidas y a los responsables: “todas juntas, todas unidas, aunque dé miedo, sólo así harán caso”.

Pidió también compartirles que no tengan miedo, que el amor y la unión deben ser la fuerza que cubra a todas las madres para que, por encima de su dolor, puedan encontrar a sus hijas e hijos.

Finalmente envió palabras de arropo y de solidaridad, porque la tragedia de la desaparición la conocen bien y conocen del dolor de las madres, pero sobre todo conocen que la exigencia de justicia es una de las más grandes labores que se deben emprender en un país fracturado por el dolor y la violencia.

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