Coleccionar Ponientes
Por: José Luis de la Vega
Presentar Desparpajados de Verónica G. Arredondo (Guanajuato, 1984) me provoca un gran placer. Primero, por la innegable calidad de sus creaciones y, después, por la búsqueda del arte más allá de la literatura. En realidad, “Verito” (como le dicen sus amigos) es una joven escritora que bien representa a la llamada generación “X”. Educada (está estudiando el doctorado)y conocedora de las nuevas tecnologías. Además de ávida lectora y con una curiosidad que se devela en su trabajo, aborda temas poco frecuentados y que aquí trato de mostrar a los que intenten acercarse a su obra.
La tarde que nos vimos para acordar esta reunión (Casa del Faldón, 19 de febrero, 18:00 hrs., y aquí estamos), Verónica puso en mis manos un hatillo de tres publicaciones, que entre ellas integran Desparpajados o se amparan bajo este títuloLa primera de ellas es una hoja de 43 x 57 cm. (que lleva el subtítulo: Este no es un libro de pájaros), impresa por ambos lados. Con dobleces que hacen 16 espacios donde se integran 14 fotografías de atardeceres queretanos y textos que hacen referencia a la cosmogonía de los huicholes: “Coleccionar ponientes se volvió más que un pasatiempo. Me preguntaba a dónde van las aves con sus canto, cuando una parvada atravesó mi frente, ¿a dónde va la voz sino al silencio?” y más adelante: “Al despertar, un hombre había soñado que le sacaban las entrañas. Preguntó a los dioses el significado del sueño: ‘quieren llevarte de la tierra, de la ciudad sagrada, arrancarte’. Entonces el orden del universo se detendría en Wiricuta”.
El siguiente impreso tiene las mismas proporciones que el anterior y al doblarse nos da los mismos 16 espacios de impresión. Lleva por título Tlapoyahua (Estar en le entrada de la noche) y lo integran tres poemas y unas instrucciones que nos refieren al mundo náhua. Parvada de silencios, Nemiltiay Canción (Tradición-Traición). Este último nos ofrece una versión en náhuatl y otra, en español.
El tercer es un cuadernillo de 13.5 x 21 cm., con forros impresossobre cartulina murillo, en serigrafía y recorte en vinil. Los interiores, en papel cultural. Se da el crédito del diseño editorial a Rocío García. El índice incluye: I. Galería de niebla, II. Ojos pardos, más Tlalpoyahuay Desparpajados (Esto no es un libro de pájaros) que vienen en los impresos 1 y 2.
Lo primero que señalo es el hecho que la palabra se nos presente con un formato inusual, en los dos primeros, y el tercero, con todo y ser un cuadernillo tradicional, tiene el halo de las ediciones de artista. Los impresos doblados me recordaron unas publicaciones de la colección Flores del malde El Hechicero, editadas por Manuel Cruz. También, guardadas las proporciones, recordé una preciosa caja diseñada por Vicente Rojo y que contiene la primera edición de Pasado en claro, escrito por Octavio Paz. El tercer impreso, está hecho con tal cuidado que da envidia de la buena.
Bien. En cuanto a las poesías de este último, la primera Galería de niebla lleva un epígrafe de Cristina Rivera Garza que dice: Yo me volvía yo, un paréntesis, un alado caer / de infinitivo, un caer lentísimo / parvadas de aves azules con voluntad / de precipicio y lo integran nueve textos Ceremonia, Crónica de un suicidio premeditado, Refracción, In memoriam, Denuncia silencio, Alquimia, Frases inconclusas, Escribo en mi sexo versos fragmentados y el que da título a la colección, Galería de niebla. El primero, el segundo y la parte uno del cuarto están escritos en lo que llamamos prosa poética, con buenos resultados. En Ceremonia, por ejemplo: “Ya olvidé aquel vértigo pálido, el que hizo de mi un cuerpo de astillas y arena, abandonado. Emerjo del árbol como de una enorme piedra, la metamorfosis cambia por corteza el tacto y la piel. Sólo me queda esta voz-enhebras-de-voz en busca de otro cuerpo y garganta para evocar la palabra ‘lluvia’”.
De los otros diré que me parecen experimentales, sobre todo Refracciones y Frases inconclusas sin que esto sea peyorativo (sobre todo si sabemos que se trata de sus “palabras iníciales”). A mi me gusta Galería de niebla por la claridad de las imágenes que puebla el texto, que hacen un acto de fe en la vida, el asombro y el dolor de vivirla: “Perseguir una mano de lluvia que no cae / lluvia muda va tejiendo telarañas en mis piernas de agua”. Pero, además encuentro una joya de concreción:
Alquimia
Te invito a sostener
de mis manos
el cosquilleo
de una mariposa
con alas de oro
El segundo poemario, Ojos pardos, lo integran ocho poemas que sólo son enumerados y llevan un epígrafe de Francisco Cervantes: …¿A qué llamamos luz que va llegar?/¿Es al destino, a la muerte? / La identidad, la identificación? / Abrirá una granada apocalíptica / Algún día detrás del cuadro: / Será con sangre nuestra / Que ciegamente ha de brillar. / Lo que se siente es esta espera, / Su angustia es esta llaga / disimuladamente en esos blancos por llenar. Se trata de un poemario sólido y ambicioso. Unitario en su tema y tono. Si bien, el dos y el seis asumen la forma de prosa poética, no pierden la hebra y mantienen la tensión del verso frente a la fluidez de la prosa.
De los otros, todos me gustan y los recomiendo ampliamente, pero más el número 7, en sus dos partes, que lleva un epígrafe de HélèneCixous y que dice We are alldog-killers of thedogyou are.
I
No muerden los perros que escuchas
mientras intentas dormir
devoran luces frías
en la calle los niños corren jugando a la pelota
andan en bicicleta
¡alto!
el rechinido de la cadena se confunde
con el chirrido de las llantas de los autos
a la hora en que todos llevamos la piel y los ojos pardos
un daltónico pregunta
¿en dónde está la niña que cruzó
llevaba entre sus brazos un perro o una pelota?
ll
Las luces no se muerden entre ellas
abren el hocico una sobre otra para tragarte el corazón
los perros no te miran a los ojos
para desgranar tus vísceras
somos lobos de hambrienta camada
muerdo si tampoco tú
al ser rabiosos daltónicos
alguno de los dos iba a tener sed
ni de agua ni de comida o de territorio
ya fuera sólo de silencio
nos arañamos jugando a esconder la yugular
los daltónicos sólo distinguen el color amarillo rabia
no son ellos los perros
que arrastran el cadáver de este ocaso verde o rojo
hoy me pesa la sombra
a cada paso me detiene
aferro los puños a la sábana
me arranca por los pies
voy sonámbula
con su barbilla posada en mi hombro
me pesan los huesos
de sus manos negras sobre las mías
aléjate
no quiero hablar contigo
no quiero tocar los huecos de mi rostro
déjame dormir
amarillo/rabia/humo
perdí la vista en ese encuentro
esto gritaron aquella noche
¿o grité yo?
Qué les parece. Más allá de premios y reconocimientos (que los tiene), está joven poeta está llamada a brillan en las letras de nuestro país y más allá, como diría Buzz Light Year. Perdón por el exabrupto.