Ciberactivos

Generaciones mudas

Un fenómeno se está revelando cada vez con mayor claridad, se trata de las generaciones mudas. Tanto la generación Z (16 a 24 años) como la millennial (25 a 40 años) evitan las llamadas telefónicas prefiriendo comunicarse a través de plataformas asincrónicas. Según Enric Soler, profesor colaborador de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), para estos jóvenes les resulta más cómodo y menos intrusivo comunicarse por aplicaciones de mensajería o redes sociodigitales que hacerlo a través de una llamada telefónica.

De acuerdo con el estudio Generación mute, millennials phone call statistics, las llamadas son una acción que evitan por razones como: no saben cuánto tiempo les llevará atender la llamada, tienen la percepción de que quien llama tiene mayor necesidad y urgencia que el que recibe la llamada, piensan que son para invitaciones a eventos, para pedir un favor o para confrontarlos verbalmente por alguna situación.

Para el profesor Soler de la UOC, la reticencia de los jóvenes también obedece a su falta de seguridad y confianza en sus habilidades para la conversación presencial y síncrona, “si no responden, no hay oportunidad de poner a prueba ese déficit de habilidades”. Las llamadas tradicionales son percibidas como arriesgadas, evitarlas se convierte en un mecanismo de defensa, se opta por la comunicación escrita o las notas de voz que pueden editarse o borrarse, lo que brinda más control sobre lo que se dice y cómo se dice.

La pandemia ha exacerbado este desapego a la comunicación presencial. La proliferación de sesiones virtuales ha generado aún mayor ansiedad. De acuerdo con Ferran Lalueza, profesor- investigador de los Estudios de Ciencias de la Información y la Comunicación de la UOC, las videollamadas amplifican la inseguridad al obligar a los jóvenes a mostrarse en vivo a través de pantallas exponiendo sus defectos públicamente.

La ansiedad propia de las videollamadas ha sido denominada por la comunidad científica como Zoom anxiety; que tiene una relación proporcional con la percepción de pérdida de tiempo, con el temor de que se nos solicite algo o con la incomodidad que podría generar el lenguaje no verbal. Si el sujeto no confía en sus habilidades para hacer frente a este tipo de comunicación su ansiedad incrementa.

Estas generaciones usan intensivamente el teléfono móvil, pero paradójicamente no lo hacen para llamar ni para comunicarse sincrónicamente, su profusa socialización depende de redes y aplicaciones, lo que para el académico Lalueza, puede derivar en un paulatino empobrecimiento de las opciones de comunicación y las competencias que para ellas hay que poner en juego. Los estilos comunicativos están vinculados a las tecnologías utilizadas y a generaciones en particular. La comunicación a través de llamadas telefónicas seguirá en desuso, reservada para aquellos temas que las culturas digitales juveniles consideren pertinentes. La llamada ha sido, en este sentido, derrotada por el mensaje de voz o texto, el teléfono pierde su uso original para convertirse en una interface en la que hablar con otros no es su función principal.

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