Ciberactivos

Inteligencia Artificial, ¿un riesgo que hay que correr?

La Inteligencia Artificial (IA) es, al mismo tiempo, una gran promesa de desarrollo y una amenaza que puede derivar en diversos efectos no deseados. Día a día los claroscuros de la Inteligencia Artificial generan animados debates y voces de alerta sobre sus implicaciones para la sociedad. A los críticos que demandan cautela se sumó esta semana Geoffrey Hinton, considerado el “padrino de la inteligencia artificial”, quien renunció a Google para alertar con mayor libertad sobre los peligros de la tecnología, particularmente la IA.

Hinton sostiene que, aunque la Inteligencia Artificial aún no supera a la de los humanos, pronto lo hará. Afirma además que esta tecnología tendrá efectos directos sobre la privacidad, la información falsa y la posibilidad de crear armas autónomas que pongan en peligro a la sociedad. Geoffrey Hinton no es el único en pedir una mayor reflexión y cautela en torno a la Inteligencia Artificial. Personajes tan importantes como Elon Musk, creador de Tesla y nuevo dueño de Twitter, Sundar Pichai, CEO de Google, y Steve Wozniak, cofundador de Apple, están alertando sobre el vertiginoso desarrollo de la Inteligencia Artificial, sin que medie una reflexión ética sobre el tema.

Además de estas celebridades de la innovación tecnológica, diferentes personalidades en todo el mundo señalan que, —entre otras amenazas— con la implementación de la IA millones de personas perderán sus empleos, pues serán sustituidas por ésta generando enormes holas de desempleo. En el campo de la educación la voz de alarma se dio a partir de la aparición de herramientas como Chat GPT, que haría posible generar textos y reportes a conveniencia incrementando las posibilidades de plagio y socavando la necesaria creatividad humana.

Como en toda innovación tecnológica existen dos bandos, los que abrazan animadamente la tecnología de última generación como sinónimo de desarrollo, y los que ven en ellas una amenaza a la cultura, el orden social o la dimensión humana. Los argumentos de los primeros proponen que nos adaptemos a esta realidad inevitable, buscando aprovechar su potencial para mejorar la productividad y la eficiencia. El bando crítico, por el contrario, demanda investigar los efectos sociales de estas tecnologías a fin de crear normativas de carácter legal y lineamientos éticos que reduzcan los riesgos inherentes a la IA.

El dinámico crecimiento de la Inteligencia Artificial y sus usos hace materialmente imposible generar las medidas suficientes para regular su desarrollo. Constituye una tecnología emergente que revolucionará a la humanidad tal y como en su momento lo hizo la digitalización o la aparición de Internet.  Sin duda el mercado laboral se trasformará haciendo obsoletos muchos perfiles profesionales, y otros surgirán y se consolidarán, por ejemplo, ingenieros de datos, analistas de negocios, ingenieros en robótica, ingenieros en ciberseguridad, diseñadores de experiencias de usuario, desarrolladores de ‘chatbots’, especialistas en automatización de procesos, desarrolladores de realidad virtual y aumentada, generadores y redactores de texto con IA, productores y compositores de música con asistencia de IA, diseñadores de arte mediante IA,  entre otros.

Lo que está claro es que resulta urgente implementar acciones concretas para regular, orientar y eventualmente acotar la presencia de la Inteligencia Artificial en la sociedad. Es indispensable acompañar el desarrollo tecnológico con la reflexión de carácter legal, ético y cultural. Debemos de evadir la trampa de la adopción acrítica de la innovación tecnológica e incorporar una actitud crítica y rigurosa que cuestione a la Inteligencia Artificial a fin de que su implementación no derive en el beneficio de las grandes corporaciones y que constituya una real mejora en la calidad de vida de las personas.

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba