Ciberactivos

Qué nos dejó la elección del Estado de México

La pasada elección para elegir gobernadora en el Estado de México nos deja importantes lecciones. La primera tiene que ver con el rotundo rechazo al PRI como marca política y como opción de alternancia o continuidad. El PRI está indefectiblemente asociado a corrupción, privilegio, y predominio de las decisiones cupulares sobre los deseos de la militancia local. Ganar una elección bajo el membrete priista es misión imposible, salvo que se compita contra adversarios absolutamente impresentables, como en el caso de Armando Guadiana, candidato de Morena a la gubernatura del estado de Coahuila.

El PRI perdió su más importante bastión. El Estado de México constituía el último recurso para intentar el resurgimiento del partido, ahora en peligro de desaparecer o de volverse totalmente irrelevante. Lejos de intentar transformar al partido a través de autocrítica y cercanía con los ciudadanos, su dirigencia ha protagonizado en este sexenio un auténtico espectáculo de corrupción, autoritarismo e incongruencia. ‘Alito’, es la expresión misma de como la dirigencia de un partido se utiliza para fines meramente personales.

La reciente elección mexiquense también mostró el deterioro del el PAN como fuerza opositora, su incapacidad para aportar voto a la coalición y su total desconexión con la agenda ciudadana. El PAN al igual que el PRI es víctima de su propia dirigencia, mas interesada en cuidar cotos de poder e imponer intereses de grupo, que de construir una verdadera opción de gobierno hacia el 2024. Marko Cortés para esconder el fracaso, acuso a los ciudadanos indolentes que con su abstención permitieron el triunfo de Morena.

Morena ganó la elección gracias al rechazo al PRI y a una estrategia de campaña por parte del tricolor que planteó una narrativa confusa, basada en un mensaje de unidad y reconciliación. Renuente a polarizar, Alejandra del Moral apostó por atraer el voto de castigo de las clases medias al gobierno de López Obrador; estrategia insuficiente porque había también voto de castigo al PRI, por el gobierno para mucho fallido de Alfredo del Mazo. Pero más allá de la batalla estratégica, Morena fincó su triunfo en el apoyo presidencial constante, intromisorio e ilegal, en el uso de programas sociales para asegurarse el voto y en la movilización de recursos gubernamentales locales y foráneos para apoyar la candidatura de la maestra Delfina.

Morena mostró en esta elección que utilizará cualquier recurso, legal o ilegal para asegurarse el triunfo, que dispondrá de programas sociales, ciervos de la nación, operadores externos, compra y coerción de voto para avasallar en el proceso electoral que se le presente. La elección mexiquense es el ensayo de una elección de Estado, en donde el partido en el poder no se detendrá ni por lo dispuesto en la ley, ni por el acuerdo de cumplirla, que es regla de toda democracia funcional.

La narrativa sigue imponiéndose a la realidad. Llega al cargo de gobernadora una funcionaria que cometido delitos electorales que se demostraron y se juzgaron, antecedente que ni al presidente, ni a los votantes les importó. La narrativa que presentó a la candidata como una humilde maestra de honradez certificada por la palabra y unción del presidente bastó para considerarla la mejor opción. El análisis de los resultados electorales muestra que quien voto a favor de la gobernadora electa fueron los que más aprueban a López Obrador, y quienes votaron en su contra son las clases medias que desaprueban la gestión del presidente. El caso Estado de México servirá para que Morena afine su maquinaria de campaña, para que, una vez comprobada la efectividad de la intromisión del presidencial, el despliegue de recursos gubernamentales y la violación de la ley electoral, implemente este modelo en la elección para presidente de la república en 2024.

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba