La masculinidad como unión y separación en el fútbol local

Hablar de masculinidades implica adentrarse, inevitablemente, en la discusión de las interpretaciones tradicionales, sociales y culturales, que implica el mismo concepto.
Tradicionalmente, la concepción de masculinidad se dirige, casi de forma exclusiva, a quienes se identifican a sí mismos como “hombres”. Sin caer de forma excesiva en el ámbito de las especulaciones, es común afirmar que en la idiosincrasia latinoamericana, la construcción masculina tiene que atravesarse, de forma inexorable, con el fútbol. Ya lo llegó a afirmar certeramente Juan Villoro (2014): los entrenadores y jugadores, muchas veces sin excepción, “van buscando el beneficio directo sin pensar necesariamente en cómo obtenerlo” (06:34). El beneficio, bajo esta retórica futbolística, es la victoria que ensalza las particularidades de un costado y, casi de forma automática, empobrece, vilipendia, denigra al contrario.
Los vencidos deben ser subyugados, pues su valor es reducido.
Después de décadas donde el hombre se acomoda entre los próceres de los victoriosos y los menguados —idealmente, en el lugar de los primeros—, su masculinidad se construye constantemente. El ganar se vuelve necesidad, pues se halla con una doble interpretación: desde lo personal y subjetivo, la victoria es reafirmación de un ideal masculino, que debe amedrentar, imponer y figurar lo propio como único y necesario; desde lo social y consensuado, como una necesidad de supervivencia, pues a falta de una victoria llegará, irremediablemente, la derrota, y con ella un sinfín de consideraciones sociales que, idealmente, cooptan la expresión masculina tradicional.
Estas ganancias y pérdidas están presentes en la totalidad de las circunstancias que definen nuestra cotidianidad, pero se vuelven todavía más sensibles dentro del ámbito futbolístico. Desde el bando de la afición, la mera elección de un equipo se vuelve una construcción identitaria donde entran en juego elementos históricos, culturales y geográficos. El equipo se vuelve propio, pues en él se dibujan ideales masculinos, nacionalistas y sociales, que deben ser defendidos incluso a costa del propio bienestar.
Porque, ¿qué es un equipo sin su afición? ¿Quién defiende los colores de identidad e imagen si no son ellos (y aún más, si es común que ni siquiera los propios jugadores lo defienden en el terreno de juego)? Porque la afición sí entiende los símbolos de los escudos, sí entrega su cuerpo y alma en los encuentros. Tanto lo hace que, en diversas ocasiones, su corporalidad es instrumento de ataque y de defensa.
Por todo lo anterior, el paso de quien escribe estas líneas por la Especialidad en Familias y Prevención de la Violencia permitió reflexionar sobre la importancia que tiene para el hombre la expresión de su identidad dentro de la afición deportiva, especialmente cuando es padre de familia. Es esta figura dentro de las diversas configuraciones familiares la que, también de forma tradicional, dirige aprendizajes y la interiorización de experiencias por parte de sus hijos, para muchas veces asemejarlas a la propia. Por lo mismo, para interés de este servidor, se hizo necesario comprender las formas en que las manifestaciones de masculinidad del padre eran comunicadas a sus hijos varones, con el objetivo de utilizar las herramientas de la democratización familiar enarboladas por Beatriz Schmukler (2012) para crear estrategias palpables que tienen la intención de prevenir la violencia dentro del hogar, y que tal propósito se reflejara también en el ámbito público.
Uno de los principales resultados del diagnóstico realizado fue la apreciación de la existencia de una marcada diferencia entre las expresiones masculinas del padre cuando está socializando en su entorno privado, que contrasta de forma radical con su socialización en el ámbito público. Desde la comprensión de este punto, las demás manifestaciones físicas y verbales del padre hacia sus hijos enunciaban una coherencia que, si bien se alinea con ciertos parámetros de la masculinidad hegemónica (Lomas, 2005), ciertamente se veían flexibilizados según intervienen distintos miembros de la unidad familiar o de la propia afición.
El padre de familia dentro de casa, y el que es aficionado al fútbol (y que además pertenece a la porra del equipo local), si bien son la misma persona, ejercita su masculinidad bajo distintos parámetros. Dentro del hogar, la violencia física es mayoritariamente reprobable, tanto como elemento de discusiones entre los miembros, como reprimenda o castigo hacia los miembros que se subordinan al padre de familia; en el espacio público, la expresión masculina física y verbal, cuando se adhiere al contexto de la afición deportiva, no sólo tiene a la violencia física como herramienta, sino incluso como una reiteración de preceptos tradicionales heredados que revalidan odios históricos y geográficos.
Si bien la violencia física no es una constante en los hogares que le permitieron a este Especialista adentrar su mirada, sí son palpables distintas expresiones que ponen en riesgo la existencia de una dinámica democrática al interior del hogar. El adultocentrismo y la otrorización de la figura femenina son parte de estos elementos, cuya presencia es señal de diversos aprendizajes que el padre, a su vez, llegó a internalizar gracias a su inmersión en dinámicas familiares y sociales que le forjan un estilo específico para expresar su masculinidad. Y este estilo, eventualmente, le puede ser heredado a sus propios hijos.
Por todo lo anterior, las formas de masculinidad que expresamos en lo cotidiano son parte fundamental en el desarrollo físico y emocional de los hijos. Es de suma importancia reconocerlos y transformarlos, con el fin de repensar las formas en que lo masculino se expresa en cada miembro de la familia. La afición deportiva es altamente útil en este proceso de viraje, pues además de ser una actividad de entretenimiento que combina nuestras corporalidades con nuestros gustos e intereses, también es una manifestación identitaria de lo que representa la masculinidad.
Referencias:
Lomas, C. (2005). ¿El otoño del patriarcado? El aprendizaje de la masculinidad y de la feminidad en la cultura de masas y la igualdad entre hombres y mujeres. Cuadernos de trabajo social, 18, 259-278. https://revistas.ucm.es/index.php/CUTS/article/view/CUTS0505110259A
Schmukler, B. (2012). Democratización familiar como enfoque de prevención de violencia de género: experiencias en México. Revista Latinoamericana de Estudios de Familia, (5), 199-221. http://revlatinofamilia.ucaldas.edu.co/downloads/Rlef5_11.pdf
Villoro, J. [Biblioteca Vasconcelos]. (15 de octubre de 2014). Cómo leer… un partido de fútbol. | Juan Villoro [Archivo de Vídeo]. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=zknTnwaNvI8