Las personas trans y sus familias

Las familias cómo núcleo de la sociedad han contado a través del paso de la historia con expectativas de comportamiento hacia cada uno de sus integrantes; las cuales pueden estar dirigidas a lo que deben de dedicarse por el resto de su vida, a las carreras que estudiarán, a los planes que deben de cumplir, sin olvidar el cómo se tiene que comportar cada sexo relacionado con su género.
Esta serie de expectativas se espera que deban ser cumplidas, obligando a sus integrantes a comportarse de determinada manera, haciendo la distinción entre hombres y mujeres, quienes han sido vistos cómo un grupo complementario y sin posibilidad de que cada quién elija y se apropie de su identidad.
Las familias entonces se enfrentan a un reto complejo al momento en que uno/una de sus integrantes declara que la forma en que es visto/a, percibido/a y tratado/a no es lo que siente y requiere para sí mismo/a, desafiando lo que cada familiar cree saber sobre su ser amado. El trabajo de entender lo que pasa una persona en una transición de género se vuelve complejo al reconocer que una persona puede ser, sentir, desear y necesitar condiciones diferentes a lo que una familia dispone o espera para ella o él.
Para las personas trans, quienes decidieron o tuvieron la oportunidad de expresar sus necesidades básicas y necesarias, como el reconocimiento de la identidad que adoptaron y se apropiaron (a través del vestir, actuar y hasta de un nombre propio), su proceso de transición se vuelve complejo al interior de sus familias, mismo que puede resultar en rechazo o negativas, y hasta acciones violentas por parte del grupo que, desde los estudios de la sociedad, tendrían que acogerles, procurarles, aceptarles y amarles.
Sin embargo, se reconoce la carga que la estructura familiar sostiene, misma que cambia y ha cambiado a lo largo de los años, avanzando en materia de derechos humanos, volviéndose más flexible, dinámica y aceptando estructuras que no se aceptaban, pero que hoy son más comunes; por lo que en el caso de las personas trans, estas han ido encontrado poco a poco mayor resguardo dentro de su familia nuclear, aun limitado por cierta parte de la sociedad que pone en tela de juicio la necesidad o la capacidad de las personas a apropiarse de su identidad de género, la cual ha pasado a través de los filtros de los saberes médicos/psiquiátricos que hasta hace unos años las catalogaron dentro del Trastorno de la Identidad Sexual, generando una perspectiva de padecimiento o enfermedad.
Actualmente, es de reconocerse que hay familias que aman, apoyan, acompañan a sus familiares trans, que han generado condiciones familiares óptimas para sostener los complejos procesos de reconocimiento de la identidad de género de alguno de sus integrantes, pero también reconocer que el camino ha sido largo, duro y lleno de personas, instituciones, saberes (populares y académicos) que luchan cada día por eliminar o bloquear los derechos humanos y por ende, la dignidad de las personas para que puedan definirse como quieren y no cómo la sociedad les impone.
Dudas o comentarios dirigirse a la Especialidad en Familias y Prevención de la Violencia de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, al correo electrónico: especialidadenfamilias@gmail.com