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ENFRENTAMIENTO A DONALD TRUMP

Trump quiere serruchar la misma rama del árbol en la que estamos todos sentados, es necesario denunciarlo, nadie ganará nada. Hay que desenmascarar a Trump frente a sus electores, pues no busca el beneficio de los norteamericanos sino su reelección.

PARA ENFRENTAR A TRUMP

Parto de un principio en la confrontación con Trump: es necesario apoyar al presidente de la República, aunque a veces no estemos de acuerdo con lo que consideramos una estrategia errática y poco consistente. Parto también de una hipótesis: Los enemigos políticos perjudican pero también a menudo ayudan, todo depende de la estrategia para hacerles frente.

Por supuesto, como dice López Obrador, no debemos engancharnos abierta y públicamente contra Trump, pero reconozcamos que su política de poner la otra mejilla no está funcionando. Es hipócrita y vergonzoso llamarle amigo cuando nos quiere doblar las manos y ponernos de rodillas. Ha llegado el momento de cambiar el tono del famoso libro de Dale Carnegie: Cómo ganar amigos.

La Delegación encabezada por Ebrard se recuperó del error de ir a Washington a buscar al Secretario de Estado cuando éste llegará hasta el miércoles. Las pláticas con los republicanos han sido fructíferas y en las mismas filas del partido de Trump ya se escuchan palabras que lo contradicen. No obstante, Ebrard peca de optimismo cuando dice que la negociación evitará que se instrumente el arancel el 10 de junio. Es casi una provocación. Le apuesto doble contra sencillo que Trump lo aplicará ese día y ojalá que me equivoque. Le urge demostrar que es la pistola más rápida del oeste y del planeta.

Las propuestas más socorridas de respuesta, no me parecen muy convincentes. Por ejemplo, la de imponer aranceles similares o aranceles espejo, si bien iría con el temperamento nacional, la diferencia de economías no permite augurar un buen golpe. La otra propuesta, recurrir a denunciar los hechos en los organismos comerciales internacionales, me parece insustancial. Si los gringos se burlan de la ONU, no le veo mucho futuro.

Los llamados a la solidaridad y al humanismo de Trump y de la sociedad norteamericana son ingenuos, es recomendarle a la Llorona, antes de ahogar a sus niños, que les compre Gerbers. La respuesta que sugiero es desenmascarar a Trump frente a sus electores, pues no busca el beneficio de los norteamericanos sino su reelección. Son aranceles electorales y distractores, pues no ha resuelto otros graves problemas. Por otra parte, los aranceles nos perjudicarán a mexicanos y a norteamericanos pues ellos pagarán el sobre costo. Además, si recibimos menos dinero menos oportunidades tendremos de controlar la inmigración. En suma, Trump quiere serruchar la misma rama del árbol en la que estamos todos sentados, es necesario denunciarlo, nadie ganará nada.

¿CÓMO ENFRENTAR A TRUMP?

Los enemigos en todas las relaciones sociales no representan fatalmente una desgracia, si se saben aprovechar pueden servir hasta como una bendición. ¿Quién ambicionaría el cielo si no hubiera la amenaza del infierno? ¿Qué sería de la pugna divina si no existiera el diablo? ¡Claro! Solamente se cosecharán buenos frutos si se sabe manejar la confrontación. La guerra declarada de Trump contra México, que se ha reflejado no solamente en el anuncio de un arancel del 5 por ciento a todos los productos mexicanos sino que ha sido acompañado por una serie de insultos, ofensas y majaderías. Ya nos agarró de sus puerquitos. Lamentablemente el presidente López Obrador no ha estado a la altura y su estrategia ha sido palmariamente torpe, sus palabras acariciantes y prudentes en exceso han sido tan inútiles como un maquillaje para Frankestein.

Después del anuncio del arancel López Obrador envió una carta larga, antigua; donde mezcló patéticamente calificativos bravucones: “no soy cobarde ni timorato”. Firma con un agachón; “Su amigo”. ¡Guácatela de perro!

Todos debemos ayudar, y más en este caso, al presidente. Mi primera sugerencia: la forma. López Obrador debe percatarse que se dirige no solamente a Trump, sino también a la opinión pública de Estados Unidos. La carta era tan aburrida como provinciana. Se puso de pechito, Trump respondió y nos vuelve a pegar con unas cuantas líneas: “Queremos acciones no palabras”. Sin ir a los argumentos descalifica todo asestándonos una acusación de la que tenemos consolidada fama: “Los mexicanos son unos rolleros”.

López Obrador entendió la lección y responde con un memorándum de la amistad, tan empalagoso que parece que se lo redactaron en el Portal de Santo Domingo, pero al fin breve: «Los mexicanos somos amigos del pueblo estadounidense, a ellos me dirijo desde Paraíso, Tabasco. Juremos que nada ni nadie separé nuestra bonita y sagrada amistad». La respuesta tiene un gran acierto, Trump es una cosa y nuestra amistad es con el pueblo de Estados Unidos es otra totalmente separada. Es aquí, en el electorado gringo, donde debemos ganar las simpatías. A favor de esta estrategia debemos colocar a Trump contra sus raíces históricas. Recordar que Estados Unidos encabezó la primera gran revolución democrática del mundo occidental. Jefferson, Hamilton, Madison, realizaron colosales acciones porque privilegiaron la palabra, el diálogo, antes de transformar la realidad. Creo que esta es la línea, Trump es un demente que reniega de su pasado y traiciona a sus grandes estadistas.

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