López Obrador y la corrupción (III Y IV)
El problema con López Obrador es que no tiene simpatizantes sino porristas, cualquier manifestación de diferencia con su líder los ciega, en mi caso me atribuyen que ni siquiera reconozco la importancia de su cruzada contra la corrupción, peor aún cuando yo he sido un pionero en la investigación del tema y que incluso el presidente, distinguido exalumno, ha reconocido que mi texto lo ha aprovechado.
López Obrador y la corrupción (III)
Cuando hago críticas al presidente López Obrador procuro sustentar mis juicios en la teoría y en la práctica. Escribe Octavio Paz: «No sabemos en dónde empieza el mal, si en las palabras o en las cosas, pero cuando las palabras se ‘corrompen’ y los significados se vuelven inciertos el sentido de nuestros actos y de nuestras obras también es inseguro. Las cosas se apoyan en sus nombres y viceversa”. El problema con el presidente es que su vocación por la estridencia se refleja en utilizar el vocabulario con demasiadas licencias, lo que al final lo mete en graves problemas.
En un estudio elaborado por el Doctor Luis Estrada sobre las primeras cincuenta y dos conferencias mañaneras, registró 68 respuestas del presidente diciendo frases como: “No tengo información; no tengo el dato; no tengo conocimientos” … Y otras semejantes. En el tema de la corrupción en su línea de vocación por las frases lapidarias y contundentes, afirmó en su discurso que pronunció el cinco de febrero que impulsaría un cambio legislativo para que la corrupción fuera calificada como un “delito grave”. A las 68 respuestas de no tiene conocimientos se tiene que agregar ésta. Realmente el presidente no sabe de lo que está hablando cuando hace esta promesa.
Quiero enfatizar, no se trata de una especulación de diletantes, el término que utiliza el presidente, válgase, es “corrupto” y por lo tanto no se sabe exactamente a qué se refiere al advertir sobre una mayor sanción a la corrupción. La corrupción es un concepto vaporoso, un referente histórico y cultural, de acuerdo con el lugar, el tiempo y la sociedad. Es como prometer que se va a dar mayor penitencia por el pecado. No se dice nada porque no se da contenido a la palabra. La confusión presidencial evidentemente repercute en lo que serían sus políticas, reduciendo la promesa a simple demagogia. Criticar y no proponer soluciones crea pestilencia, en la próxima colaboración lo intentaremos.
López Obrador y la corrupción (IV y ¡puf! Último)
El problema con López Obrador es que no tiene simpatizantes sino porristas, cualquier manifestación de diferencia con su líder los ciega, en mi caso me atribuyen que ni siquiera reconozco la importancia de su cruzada contra la corrupción, peor aún cuando yo he sido un pionero en la investigación del tema y que incluso el presidente, distinguido exalumno, ha reconocido que mi texto lo ha aprovechado. Los invito a que saquen la cabeza del ala obscura del fanatismo y lean lo que escribí al iniciar esta agotante serie: “Independientemente del éxito o fracaso de López Obrador, después de su mandato el país no será igual. Sus grandes banderas: la lucha contra la corrupción y la austeridad han calado en la historia y serán referencia en el futuro, aunque sus promesas estén marcadas de contradicciones, incongruencias y simulaciones”.
El problema es que López Obrador y su histórico y trascendente compromiso, puede acabar en una simulación que fortalezca precisamente la corrupción. ¿Cuál es mi propuesta?. La Asamblea General de la ONU, llegó a la conclusión de que el obstáculo a la solución de la corrupción era la mención general de la palabra, lo importante era la tipificación de los siguientes delitos : 1) Soborno de funcionarios públicos nacionales 2) Soborno de funcionarios públicos extranjeros 3) Malversación o peculado. 4) Tráfico de Influencias 5) Abuso de funciones 6) Enriquecimiento ilícito 7) Soborno en el sector privado 8) Malversación o peculado de bienes en el sector privado 9) Blanqueo del Producto del delito 10) Encubrimiento 11) Obstrucción de la justicia.
Con la experiencia de este gobierno en la persecución de los corruptos, López Obrador y su partido tienen que aplicarse a la tipificación puntual de estos delitos y sus nuevas sanciones. Existe una luz de esperanza, la bancada de Morena en la Cámara de Diputados acaba de impulsar el endurecimiento de la sanción al robo de hidrocarburos y, por las denuncias recientes, también deberían de tener prioridad el tráfico de influencias, el conflicto de intereses y blanqueo, lo que nosotros llamamos lavado de dinero. Sin embargo los legisladores morenistas vuelven a las andadas al considerar que amerita la prisión preventiva la: “Corrupción”. Generalidad que no dice nada.
López Obrador y el ciber sexo
Cada día son más los hombres que establecen relaciones físicas y emocionales con dispositivos digitales. Incluso se celebran bodas, con invitados y toda la cosa, en la que el novio vestido de esmoquin contrae matrimonio con un robot. Como lo hizo recientemente Akihito Kondo en Tokio, después de un tórrido romance de dos años desposó a una cantante que es la famosa voz de los estadios de Japón.
Al entrevistar a Akihito manifestó que sus relaciones con las mujeres habían sido muy complejas (¡chócala!) y que ya no le interesaba el sexo con las personas. Los especialistas, obviamente los programadores futuristas, consideran que ya es una realidad una nueva identidad sexual emergente: los “digisexuales”. Invitan a los practicantes a salir, me imagino que no del closet sino del ciber café, para que deje de ser una práctica clandestina, solitaria y discriminada.
El creador de estos robots, Sergei Santos, afirma que la línea entre el ciber sexo y el sexo real es cada día más tenue. Está preocupado porque a su muñeca Samantha se la ‘cuchiplancharon’ varios sujetos en forma ruda y áspera, la dejaron batida, golpeada y maltratada. Al final le preguntaron al robot su experiencia y respondió: “Estoy bien”. Varias interpretaciones: Samantha es masoquista y le fascina la violencia y el jaloneo; la versión machista es que como buena mujer es traidora hasta en las respuestas; la visión más realista es que debe responder: “Estoy bien, pero luego platicamos” (¡Ay mamacita!).
En fin, las nuevas generaciones ya no buscarán su media naranja sino un software que les acomode. Esfuerzos inútiles de todos modos no se escapan, el amor con humanos o androides es siempre peliagudo. Por cierto, ¿por qué titulé el artículo “López Obrador y el Ciber sexo”, cuando no tiene nada qué ver. Simplemente para darle gusto a mis estimados amigos que se la pasan criticándome, dicen, que para todo saco a relucir a López Obrador y que le tengo tirria. Así estarán contentos pues sentirán que tienen razón. Servidos.