Minotauro

Sobre la protesta de la élite y como construyeron como enemigo a AMLO

Dibujar a AMLO como un enemigo “socialista” no solo está desfasado, sino que desde la campaña había demostrado su ineficacia. El país sufrió una metamorfosis y no lo han entendido

El domingo Cinco de Mayo, grupos opositores al presidente constitucional Andrés Manuel López Obrador llamaron a una megamarcha, la cual si bien no fue de gran convocatoria como esperaban, sí sirvió como termómetro para medir qué tanta oposición tiene el actual mandatario y, sobre todo, cómo se dibujan ellos frente al nuevo gobierno.

Los cálculos sobre cuántos asistieron a dicha marcha, a la cual los simpatizantes del gobierno lopezobradorista llamaron “marcha Fifí”, difieren, en todo caso, no fue multitudinaria como las marchas que se dieron en contra de los gobiernos del panista Felpe Calderón Hinojosa o el priista Enrique Peña Nieto, cuando rindieron protesta como presidentes de la República.

De ninguna manera voy a descalificar la marcha, siempre he defendido el derecho a la protesta porque me parece fundamental en una democracia como parte fundamental de la libertad de expresión; incluso el propio presidente López Obrador celebró que sus opositores se manifiesten porque tienen ese derecho y es una señal de que su gobierno está avanzando.

Sin embargo, quiero hacer unas pequeñas observaciones a las razones de quienes marcharon y que incluso, lo hicieron también en pequeño número aquí en Querétaro. Me parece que tenemos que empezar analizando cómo los opositores a López Obrador lo han dibujado como su enemigo, cuáles son sus razones para tenerlo como figura principal de enfrentamiento.

El semiólogo italiano Umberto Eco escribió en un ensayo titulado Construir al enemigo que “tener un enemigo es importante no sólo para definir nuestra identidad sino para procurarnos un obstáculo respecto al cual medir nuestro sistema de valores y mostrar, al encararlo, nuestro valor. Por lo tanto, cuando el enemigo no existe, es preciso construirlo”.

Y la derecha neoliberal ha construido a Andrés Manuel López Obrador como su enemigo personal, como aquel que encarna todos los antivalores que, supuestamente, la “gente de bien” (es decir, las que se asumen de la élite) representan. Advierte Eco que al enemigo se le percibe distinto porque es de clase inferior y, por tanto, es envidioso de ellos. Nadie pudo dibujar mejor los sentimientos de muchos de los que marcharon ayer protestando contra el presidente, incluyendo el empresario que dijo que los votantes de Morena eran de cerebro inferior.

Desde el régimen de Vicente Fox Quesada fueron dibujando el perfil de AMLO como enemigo. Lo llamaron peligro para México y lo compararon con políticos extranjeros como el venezolano Hugo Chávez en 2006; en 2012 repitieron la formula y agregaron que era obsoleto frente a la juventud de Peña Nieto.

Claro que López Obrador en su narrativa ha construido un enemigo a vencer, así que dibujó cuales eran los males de México: el modelo económico neoliberal que genera corrupción, desempleo e inseguridad.

Lo que los opositores a López Obrador no han entendido que fue que en 2018 su construcción narrativa de enemigo dejó de tener legitimidad y la narrativa lopezobradorista se impuso. Dibujar a AMLO como un enemigo “socialista” no solo está desfasado, sino que desde la campaña había demostrado su ineficacia. El país sufrió una metamorfosis y no lo han entendido. La sociedad pide un cambio y cuando esa élite gobernó, no la supo entender.

Y si en un futuro AMLO tampoco lo entendiera, no duden que sería la misma base ciudadana que lo encumbró los primeros en salir a marcha contra él y no esperar a que los convoquen con carteles en inglés acusando a Obrador de comunista ni escribiendo mal la palabra socialismo en una manta pegada en el Teatro de la República.

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