Barberos y sacamuelas

Desde los tiempos más remotos de la historia, los humanos han padecido problemas dentales, el hombre de Crogmañon ya padecía de caries dental. Dicha dolencia es tan antigua como el hombre y, como consecuencia, los pueblos primitivos buscaron y encontraron medios rudimentarios para aliviar el dolor dental producido por dicha enfermedad crónica y progresiva. La palabra caries proviene del latín y significa podredumbre. Es quizá la enfermedad más frecuente del hombre.
En México, los mayas incrustaban jadeíta en los incisivos superiores e inferiores.
A su vez los aztecas, para el dolor de una pieza dental, utilizaban un grano de sal dentro de la cavidad o muela y lo cubrían con pimienta.
En Europa en la Edad Media, los monjes daban tratamiento médico, pero el edicto de Tours prohibió la práctica quirúrgica a los clérigos. El edicto estaba basado en el derecho canónico: la culpa de la muerte de un hombre anula para siempre el ejercicio sacerdotal.
Y al quedar imposibilitados, esta tarea quedó en manos de los barberos que hasta entonces asistían a los monjes en sus tareas quirúrgicas.
Los barberos acudían con frecuencia a los monasterios, ya que en el año 1092 se prohibieron las barbas y se cortaba el pelo de acuerdo a la tonsura de cada orden. La tonsura era ceremonia litúrgica de la iglesia católica en la que se cortaba a cada religioso un trozo del cabello de la coronilla para indicar su consagración a Dios y su entrada en el clero.
Pronto los barberos ampliaron su campo de actividades, entre ellas atender cataratas, practicar sangrías y su fuerte… sacar muelas.
Los baberos para anunciarse utilizaban un poste que representaba el palo con el que apretaban a los pacientes para que las venas de su brazo se marcaran y llevar a cabo la extracción, el rojo simbolizaba la sangre y el blanco las vendas que el barbero usaba para detener la hemorragia. El color azul fue incorporado por los barberos de Estados Unidos, Francia y el Reino Unido para identificarlo con los colores de su bandera y diferenciarse de otros países.
No todos los barberos tenían un local donde ofrecer sus servicios, los había ambulantes que llegaban a los pueblos precedidos de tamborileros que anunciaban su llegada y no dejaban de tocar mientras el barbero ejercía su oficio, tal vez era para acallar los gritos de dolor del paciente.
En Paris, en el año 1210, se organizó el gremio de barberos, pero hubo división, los que decían tener más conocimientos utilizaban batas largas, frente a los de menor preparación a quienes denominaban de bata corta. Hubo decretos reales que prohibían a los de “bata corta” practicar cirugías sin examinarse ante los de “bata larga”.
Poco a poco, la actividad de los barberos llamó la atención de los profesionales de la medicina, entre ellos Guy de Chaulic, quien escribió varios libros y aportó grandes conocimientos. Recomendaba reglas de higiene, entre ellas limpiar los dientes con suavidad con una mezcla de miel y sal quemada con un poco de vinagre.
En 1772, Joseph Priestley descubre el óxido nitroso que lo consideraba un gas venenoso. Humprey Davy, en 1779, lo experimenta en sí mismo y describe que además de hacerlo reír disminuye la sensibilidad al dolor, por su primer efecto lo denominó gas hilarante. Una de las grandes contribuciones de Davy es usar este gas como anestésico. Así, el óxido nitroso fue utilizado para la extracción de piezas dentales por Horace Wells a mediados del siglo XIX.
Antes la odontología sólo se preocupaba de restaurar y reponer los órganos dentarios perdidos o en mal estado, eso ha quedado atrás, la visión actual de la odontología moderna va más allá de la solución de este tipo de problemas; ahora se tiene una visión del paciente de una forma más completa, la odontología ha evolucionado en métodos de diagnóstico, técnicas de tratamiento, materiales innovadores, nuevos procedimientos de reposición dentaria, equipos de trabajo vanguardistas.
Y los nostálgicos recuerdan en su infancia el uso del guayacol para “anestesiar” y sacar piezas dentales en mal estado.
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