Se privatizan ganancias; se socializan pérdidas
Los bancos dieron plazo de cuatro a seis meses en el pago de las deudas, sin gastos moratorios o penalizaciones, pero el tiempo pasa y hay que pagar ya.
Este huracán mundial llamado coronavirus ha arrasado con todo, se han resentido cambios en la salud, en la actividad escolar, en la economía familiar, en el empleo, muchos proyectos personales y de inversión se han pospuesto o cancelado.
Y es en la economía familiar donde más ha impactado el problema, uno o varios miembros han visto reducido su salario o han perdido el empleo, pero hay que pagar hipoteca, o tarjetas de crédito.
Los bancos dieron plazo de cuatro a seis meses en el pago de las deudas, sin gastos moratorios o penalizaciones, pero el tiempo pasa y hay que pagar ya.
La Secretaria de Hacienda sugirió que los bancos aplicaran quitas a los clientes que se han visto afectados por la pérdida de empleo o falta de ingresos en sus negocios, ya que no pueden solventar sus deudas en los plazos acordados debido a la contingencia, no se niegan a pagar, pero requieren apoyo en reducir el pago mínimo mensual, alargar el plazo de la deuda.
De inmediato en la dirigencia de los bancos hubo negativa, adujeron que se trata de mantener la solvencia de las instituciones, que ellos tienen el compromiso frente a sus ahorradores, que no pueden disponer del dinero en hacer quitas al capital. Señalaron que no se cobró capital, ni intereses en el periodo de gracia. Y que los clientes con problemas para cubrir sus adeudos acudan a su banco para resolver el problema en forma individual.
En tarjetas de crédito los bancos cobran anualidades que llegan hasta los dos mil pesos, cobran por imprimir el saldo en los cajeros automáticos, cobran comisión por pagar en caja recibos de luz y de teléfono, aun siendo cliente. Las tasas de interés en tarjetas de crédito llegan hasta el 60 por ciento.
En una palabra, no hay pérdidas para los bancos.
En 1994 la devaluación del peso tornó impagables las deudas de préstamos hipotecarios y de tarjetas de crédito, no había tasa de interés fijo, era volátil. La mayoría de los deudores dejaron de pagar debido a que su deuda se incrementó cinco veces, los abonos eran a intereses y un mínimo a capital.
Sí, pero no hay que olvidar el rescate financiero de los bancos en el gobierno de Ernesto Zedillo, luego de la crisis devaluatoria en 1994, que hasta la fecha pagamos todos. El gobierno rescató a los bancos comprando basura financiera; créditos que se convirtieron en incobrables por la irresponsabilidad de los ejecutivos financieros de los bancos que los otorgaron sin las debidas garantías.
El rescate tuvo un costo equivalente al 20 por ciento del Producto Interno Bruto, se redujo en 3 por ciento el gasto público, se incrementó el IVA del 10 al 15 por ciento, aumentó el precio de la gasolina.
Y a consecuencia de la crisis financiera, el crédito se contrajo, antes de 1994 el sistema bancario prestaba el 25 por ciento del Producto Interno Bruto, en el 96 fue del siete por ciento.
Y los nostálgicos recuerdan, el 1 de septiembre de 1982, al entonces presidente José López Portillo en su último informe de gobierno, anunció la nacionalización de la banca y el control total de cambios. Y expresó “Ya nos saquearon, México no se ha acabado. Nos volverán a saquear…”
No hubo periodista, politólogo, medio de comunicación que lo llamara, dictador, comunista, populista, demagogo; nada de eso.
Y la pregunta es, qué sucedería si el actual Presidente por decreto obligara a los bancos a una quita de capital y reducción de intereses a los deudores sin empleo.