Sólo para nostálgicos

Vigilados…pero muy vigilados

Los primeros elementos de la DFS eran egresados del Colegio Militar y capacitados en el FBI y otras agencias de seguridad de Estados Unidos con el objetivo de reprimir a los opositores al gobierno.

Todo gobierno que se respete o no sea respetado siempre ha recurrido al espionaje de sus opositores… y de sus leales. Algunas ocasiones con organismos legales, pero al mismo tiempo con un canal paralelo. En el gobierno de Lázaro Cárdenas existía el Departamento de Confidencial de la Secretaria de Gobernación, y fue cambiado por Oficina de Información Política: su función era “recabar” información de grupos considerados opositores al gobierno.

Y en 1942, al ingresar México a la Segunda Guerra Mundial, se ampliaron las facultades de la Oficina de Información y se denominó Departamento de Investigación Política y Social. En el gobierno de Miguel Alemán (1946-1952) se crea la temida y nefasta Dirección Federal de Seguridad (DFS), que rendía informes directamente al presidente: era la policía del presidente en turno.

Los primeros elementos de la DFS eran egresados del Colegio Militar y capacitados en el FBI y otras agencias de seguridad de Estados Unidos con el objetivo de reprimir a los opositores al gobierno. Los elementos de la DFS tenían credenciales de identificación metálicas con la franja tricolor sesgada, y eran conocidas coloquialmente como ‘charolas’.

Tenían una oficina en el primer piso de la Dirección General de Pensiones Civiles y de Retiro —después ISSSTE— en la Plaza de la República y otra en la calle de Morelia en la colonia Roma, sus agentes utilizaban autos ilegales o robados, sin placas. Era común que la DFS infiltrara agentes en las escuelas de educación superior, IPN, UNAM, con el objeto de conocer a los líderes estudiantiles, también estaban en los sindicatos.

En una palabra, nadie escapaba al espionaje, hasta los propios miembros del sistema eran vigilados. En las marchas estudiantiles y de obreros, los agentes utilizaban chalecos con la leyenda “prensa” para tomar fotos de los asistentes. El movimiento magisterial y el ferrocarrilero de 1959, el estudiantil del 68 muchos participantes fueron reprimidos, detenidos y torturados por agentes de la DFS.

Todo en “aras de salvaguardar la estabilidad política y tranquilidad del país”. Las detenciones arbitrarias, desapariciones y torturas nunca fueron objeto de investigación; bien reza el refrán “entre sastres no se cobra la hechura”. Los archivos de la DFS tenían toda clase de información, seguían a todo sospechoso, escuchaban sus conversaciones telefónicas, conocían todo de su vida privada y pública.

Si bien ya no existe la DFS, seguimos vigilados, hoy en día los datos personales los proporcionamos para obtener una tarjeta de débito o crédito: ahí esta el historial de nuestra situación económica, lo que percibimos en qué y donde lo gastamos, lo que debemos y a quien, al usar el internet saben las horas que lo utilizamos qué vemos, con que nos entretenemos, etc. Somos un libro abierto gracias a la tecnología.

Y si esto no es suficiente en las ciudades existen cámaras de vigilancia que detectan las 24 horas del día los movimientos vehiculares y de personas, que si bien sirven para detectar un ilícito también lo son para seguir los movimientos de alguien en especial. A la memoria viene el libro El gran hermano, 1984, de George Orwell, tal vez en su publicación en 1949, se antojaba de ciencia-ficción, pero hoy en día es una realidad. Y los nostálgicos consideran que la realidad supera a la ficción.

rangel_salvador@hotmail.com

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