Marx, Lenin, Mao…y AMLO
(En una carroza fúnebre la hoz con sus picos resplandecientes)
“Ser de izquierda no es una ideología, es una actitud ante la vida”
Sarah Bernhardt
A casi una centuria de la Tercera Internacional Socialista, vale mucho la pena hacer la obligada reflexión sobre lo que nos está pasando como izquierdistas en un mundo colonizado por las derechas más recalcitrantes nunca antes vistas: no sólo es Trump o Bolsonaro, Macrón o Macri, o algún otro jerarca olvidado en el rincón más lejano, no; lo más grave, es aquel o aquella que se han decantado en su perfil, discurso y acciones del lado de la izquierda y ahora han perdido la brújula político ideológica de su destino y no saben a dónde van y a que precipicio de la incertidumbre conducen al país que gobiernan.
¿Se trata de un desvarío ideológico o simple y llanamente sólo fue un burdo disfraz discursivo y nunca, en realidad, ese alguien fue de izquierda? Ya lo dice el epígrafe de Bernhardt, ser de izquierda es una actitud ante la vida, sí, pero también agregaría: una actitud que se corrobora en la praxis política, esto es, en las acciones concretas que se llevan a cabo en beneficio de las clases más desposeídas y en seguir con la lucha incansable en contra de las clases opresoras. Ya lo estipula una de las máximas redentoras del comunismo: sin lucha de clases no hay revolución y sin revolución, no hay posibilidad alguna de acabar con la explotación de la clase proletaria.
De allí, que el tema obligado de esta reflexión sea Andrés Manuel López Obrador, presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. Además, es el gran tema en boca de todos, el villano favorito de la prensa fifí y la pieza clave en el actual engranaje político de nuestra nación. ¿Cuáles son las decisiones más desconcertantes de AMLO en lo que va de su administración y que podrían desmentir la supuesta vocación izquierdista del actual presidente e, incluso, traicionar algunas de sus promesas de campaña y, por ende, a miles de sus seguidores que lo apoyaron fervorosamente para llegar a la presidencia? That is the question: to be or not to be…
Lo primero que hay que aclarar de manera contundente es que AMLO nunca fue de izquierda, y no porque su pasado priista lo condene; o por el hecho de que se haya desclasificado el expediente secreto de López Obrador de la temible Dirección Federal de Seguridad (DFS) en el que se dice que fue dirigente del Partido Comunista en su natal Tabasco; o por su activismo social en defensa del petróleo con la toma de los pozos cuando iniciaba su carrera política; o porque fue fundador y dirigente nacional del PRD, no. Un accidente histórico en el camino le hizo incursionar por este inescrutable sendero que se bifurca en muchas izquierdas y se quedó de este lado en el imaginario social y político del pueblo de México.
Por ello coincido con la apreciación de muchos analistas y críticos de su gestión en el sentido de que su gobierno, si bien nos va, está inscrito dentro de los cánones de la socialdemocracia (incluso cristiana); claro que se puede tratar de un gobierno socialdemócrata de izquierda pero, en los hechos, lo vemos orientado hacia un centro político que roza peligrosamente con la derecha capitalista, la cual ha sido ampliamente consentida por los designios del primer mandatario.
Lo señala con toda precisión el documento intitulado EL PCM y el gobierno de López Obrador realizado por el Comité Central del Partido Comunista de México, en donde se asienta que lo que busca AMLO no es la continuación de la lucha de clases, sino una amplia y generosa conciliación con la clase opresora al apapachar a los grandes empresarios capitalistas de este país: “(…) es la gestión keynesiana y populista del capitalismo con orientación socialdemócrata y asistencialista. Será un gobierno del poder de los monopolios para la estabilidad del capitalismo, en contradicción continua con la base popular que lo eligió.”
Esto se puede constatar con tres de sus más controversiales decisiones: la primera y que me parece una de más erróneas y dolorosas, es el despido masivo de miles de trabajadores de base de las dependencias federales (comenzó con el SAT) bajo el pretexto del plan de austeridad y que contradice uno de los principios claves de la izquierda socialista: la defensa de la clase trabajadora. Le sigue la decisión de continuar la construcción de la termoeléctrica en Huexca, Morelos, aún en contra de su propia promesa de campaña de suspender una obra muy dañina para la comunidad y a pesar del asesinato de uno de los dirigentes históricos del movimiento, Samir Flores, aún impune.
Otra medida altamente controversial, fue la creación de la Guardia Nacional. El documento del PCM, citado anteriormente, hace un atinado análisis al respecto, al señalar que “(…) la burguesía lanza a la juventud a la guerra contra su clase, carne de cañón para reprimir al pueblo.” En efecto, la militarización entraña riesgos muy altos, es la práctica habitual de gobiernos fascistas para reprimir a los movimientos revolucionarios y crear un clima de violencia insostenible; incluso, las dictaduras bananeras de centro américa ostentaban el mismo tétrico nombre: Guardia Nacional.
No perdamos tiempo en debatir sobre el falso dilema de la filiación izquierdista o no de AMLO, lo verdaderamente importante es que tenemos que seguir luchando para que la ultraderecha no siga controlando los destinos de México, ese será el mejor homenaje que la izquierda de este país puede rendir al primer centenario de la Tercera Internacional Socialista. ¡Venceremos!