Que cada quien se haga cargo de su biografía. (Prensa y poder el binomio irresoluble)

La expresión que da título a este artículo se la escuché decir a la periodista Carmen Aristegui en la emisión radiofónica posterior a los crudos señalamientos del presidente López Obrador, al referirse a la difusión que el espacio Aristegui Noticias concedió al seudorreportaje elaborado por Mexicanos contra la corrupción y Latinus, sobre la propiedad de la esposa del hijo de AMLO, José Ramón (y no es López Velarde, como diría la supina ignorancia del panismo), lo que ha generado una nueva polémica en torno a la históricamente controvertida relación entre la prensa y el poder, y que ahora nos obliga a una reflexión amplia y profunda sobre este explosivo binomio.
Aristegui le otorga mucho crédito al citado reportaje, al señalar que “es información que la sociedad tiene derecho a conocer y ya que cada quien la interprete como quiera, pero la información es la información y lo que está ahí mostrado es de interés público”. Y remata, “y tratar de no desestimar ese trabajo per se, si lo que se muestra es de interés público y destacar el valor periodístico independientemente del espacio o foro en el que se haya publicado.” En fin, como puede apreciarse, Aristegui se deshace en elogios sobre la investigación periodística y los cura en salud ante probables ataques y desmentidos que se den en su contra.
Me parece digno de analizar, no tanto el reportaje en sí, sino la argumentación que la propia Aristegui y otros periodistas de muy buen nivel e impecable trayectoria, han esgrimido a raíz del reportaje en cuestión y, más aún, a partir de la reacción y declaraciones del presidente de la República sobre este espinoso asunto. Comienzo con esto último y debo decirlo con todas sus letras: NO estoy de acuerdo con lo expresado por AMLO sobre la periodista Carmen Aristegui, me parece que hay mucha injusticia en sus palabras y que se excede en señalamientos que no corresponden, casi al extremo del insulto y de descalificar todo su historial periodístico.
A Carmen hay que reconocerle haber participado en grandes batallas periodísticas: se confrontó con el presidente Felipe Calderón, al darle espacio y comentar aquella famosa manta, hecha por Fernández Noroña, que escarnecía el supuesto alcoholismo del mandatario y que le significó a Carmen el conflicto con W Radio, entonces su fuente de trabajo. Pero lo más memorable y destacado, sin duda, es el famoso reportaje que el equipo de investigaciones especiales de Aristegui Noticias realizó sobre la Casa Blanca de Peña Nieto y que sacudió las más altas esferas del poder y todas sus habituales corruptelas. Éstas son solamente dos muestras significativas de ese gran trabajo periodístico, pero hay mucho más que destacar de su larga carrera.
No obstante, en esta ocasión, Aristegui se equivoca, al decir que más vale mostrar este trabajo que no hacerlo y en este caso en particular, Carmen se equivoca porque el reportaje aludido no posee las exigencias propias en cuanto al rigor periodístico que un trabajo de esta envergadura y tan sensible, amerita. El reportaje hace conjeturas muy delicadas e insinuaciones muy graves, al pretender señalar que dichas propiedades pudiesen representar un conflicto de interés respecto a la primera casa que se describe, donde sugieren que al haber sido propiedad de un alto ejecutivo petrolero que, supuestamente, aun sostiene contratos millonarios con Pemex, se le pagaron favores a José Ramón.
Incluso, uno de los reporteros, Raúl Olmos, señala que su investigación no significa que haya un delito que perseguir o un conflicto de interés y que eso correspondería investigar a otra instancia, y es aquí donde la puerca tuerce el rabo, porque si no hay constancia o datos duros que corroboren la existencia de una anomalía legal, entonces porqué lo sugieren y lo más grave es que la propia Aristegui respalda la aseveración del reportero. De no haber delito, entonces se incurre en una grave falta por parte de los reporteros, se trataría de una calumnia y de difamación de honor. Porque la calumnia cuando no mancha, tizna, como diría el propio AMLO.
A modo de colofón, cabe destacar el polémico cartón político del caricaturista Rapé, en la cual muestra a un cañón siendo encendido por una mano (supuestamente de AMLO) y que apunta a un grupo de zopilotes que vuelan con sus alas donde se lee ‘CALUMNEWS’, lo que causó una fuerte controversia en ámbito mediático y que nos plantea, nuevamente, la conflictiva relación medios-poder que vivimos en estos momentos en México.
Termino haciendo una reflexión sobre el enunciado que Aristegui expresó en su programa al responder a los ataques del presidente y que resulta un tanto enigmático y perturbador: “Que cada quien se haga cargo de su biografía”, lo cual, en un intento de interpretarla de modo un tanto precipitado, implicaría que cada quien tiene su propia trayectoria y se tiene que hacer responsable de la misma, sin entrometerse con la del otro. No lo sé de cierto, pero lo más preocupante, es que cada vez se tensan más los hilos de esta compleja relación que enturbia el derecho a la información y la tan anhelada democratización de los medios. Ya veremos, dijo un ciego…