Continuando
Por Sergio Centeno García
Escribí mi primer texto de opinión para Tribuna de Querétaro en el año 2002. Entonces era director de este semanario el doctor Germán Espino, abierto a todo tipo de opiniones, siempre y cuando claro está, no se ofendiera con ella a terceros.
Recuerdo que tenía poco tiempo de haber pasado el baile de maestros del SUPAUAQ, y que nuestra Universidad estaba pasando por una especie de crisis de relación con el Gobierno Estatal, encabezado en ese tiempo por un hombre de escasa preparación y menos oficio político: Ignacio Loyola Vera. Este señor, primer gobernador panista de Querétaro, había iniciado su gestión haciendo algunas declaraciones contrarias a la UAQ, en el sentido que era mucho mejor invertir en otras cosas, como carreteras por ejemplo, que invertir en universidades que tenían carreras de pocos estudiantes. La Rectora era la maestra Dolores Cabrera Muñoz.
El caso es que Loyola Vera estaba asumiendo una actitud muy poco amigable con la UAQ, y sin embargo, fue invitado de honor en la cena-baile anual de los maestros universitarios. El secretario general del SUPAUAQ era Ambrosio Ochoa.
Hice entonces un pequeño texto donde criticaba tal hecho al cual titulé “¿Quién invitó a Loyola?”, y lo mostré a mi amigo el maestro Sergio Rivera, a quien le pareció interesante y pensó debía publicarse. En realidad no recuerdo muy bien cómo estuvo el proceso, el caso es que a la siguiente semana apareció publicado dicho artículo. Desde entonces no he dejado de colaborar en este semanario universitario. Al principio mis opiniones se publicaban en el Buzón del Lector, pero a partir del año 2004, empecé a publicar semanalmente esta columna con el nombre de “Perspectiva”.
Siempre he creído que la función de un medio universitario debe ser la crítica puntual, respetuosa y bien fundamentada del estado de cosas imperante, sobre todo, de las acciones u omisiones de los gobiernos en turno. Pienso que cualquier medio universitario debe ser por antonomasia crítico, ésa es su esencia, por lo tanto, el día que deja de ser crítico y se convierte en comparsa de los gobiernos y grupos de poder pierde su propia esencia. Por supuesto que en determinados momentos, un medio universitario debe también tener la madurez suficiente para reconocer los logros y aciertos de quienes dirigen los destinos del Estado y sus instituciones, aunque por supuesto, sin caer en la lisonja, la cual es quehacer cotidiano de los medios oficialistas.
Puedo decir con orgullo que por el contenido de mis textos, he sido censurado en varios de los medios impresos locales en los que me ha tocado colaborar y Tribuna no ha sido la excepción. Fui censurado por primera vez cuando intenté opinar sobre una riña estudiantil colectiva, que aconteció en una “tocada” o convivencia de la Facultad de Ciencia Políticas y Sociales, era director de la Facultad el maestro Augusto Peón Solís, y me parece que el director de Tribuna era un joven muy gentil de nombre ¿Edwin?, y al parecer, aquel texto nunca vio la luz porque hacía una crítica severa a este tipo de convivencias en donde muchas veces abunda la droga y el alcohol. Posteriormente, muchas fueron las veces que mi opinión no fue publicada, hasta reducirse a una por cada quince días.
De las actuales columnas que se escriben en “Tribuna de Querétaro”, es “Perspectiva” una de las más antiguas, si no es que la más antigua. Por ello, después de concluido el proceso electoral rumbo a la Rectoría, como universitario y como colaborador tradicional de este semanario, mucho agradecería volver a tener las mismas facilidades de antes para publicar mi opinión cada semana. Es mi deseo.