Opinión

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Por: Omar Arcega E.

Twitter.com/Luz_Azul

Entre las dinámicas que generan los procesos electorales, está la aparición de una muy variada fauna política. La mayoría de ella carroñera, lo que genera una serie de vicios y prácticas nocivas en lo que debería ser un ejercicio de formación y responsabilidad ciudadana. Una de estas especies, es la que yo llamo la de los «monos sabios». Consiste en individuos que carecen de una formación analítica-académica en Ciencias Sociales, pese a ello se presentan como expertos creadores de diagnósticos. Pretenden ser los «Think Tank» de los candidatos, el problema es que al no ser expertos y no tener la preparación para el análisis social, las observaciones que hacen y las propuestas que emanan de ellas adolecen de imparcialidad y falta de rigor científico.

Un ejemplo de esto es la llamada «Agenda por Querétaro» propuesta por el candidato Roberto Loyola, la cual presume en su página web y fue presentada con bombo y platillo. En su momento se dijo que fue realizada por una asociación civil y «expertos» en las diversas áreas, todo esto con «el aval del Centro de Investigación y Docencia (CIDE)», según presumieron el día de la presentación pública.

Cuando se empieza a revisar el documento, surgen cuestiones que llaman la atención. En primer lugar la asociación que lo elaboró no tiene una trayectoria en la generación de análisis y diagnósticos, los supuestos expertos son gente muy variopinta: burócratas en desgracia o en activo, destaca una notaria pública y el líder del grupo, un ex presidente del Consejo Coordinador Empresarial.

Pero más allá de los personajes que lo presentaron, como ciudadano me interesa la seriedad del análisis, pues de ahí surgirán las propuestas. Cuando se empieza a leer el texto, lo primero que salta a la vista es una redacción deficiente  en muchos de sus párrafos.  Resulta muy sospechoso que si fue revisado por el CIDE, tenga estos errores elementales de estudiante universitario. Por otro lado, varias veces, de un párrafo a otro se rompe la coherencia lógica entre la idea anterior y la que le sigue, señal de que el texto fue realizado por diversas manos pero no existió un individuo con suficiente perspicacia analítica que lo revisara varias veces y le diera un sentido de unidad. Comenten errores tan graves como señalar que «Al final de este ejercicio se encontrará el listado de los indicadores utilizados y que fueron proyectados por el IMCO, conjuntamente con sus correspondientes definiciones, unidades y fuentes específicas», sin embargo, en ninguna  de las 57 páginas que la Agenda aparece listado alguno.

Quizá lo más grave, son los párrafos que se toman de otros documentos y se presentan como propios. Estamos ante claros ejemplos de plagio. Por ejemplo, en el último párrafo de la página 26, desde el segundo reglón hasta el final del párrafo, se cita como propio un texto que fue copiado de un análisis de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (ECLAC), que a su vez cita el documento  «Políticas de CyT y Desarrollo Económico», publicado por la CEPAL en 2007. Casos similares podemos encontrar en las páginas 27, 37 y un largo etcétera. Incluso llegan a copiar textualmente líneas del  Informe Regional Sobre Desarrollo Humano 2004.

Es muy grave que un candidato tenga un «Think Tank» no solo carente de la formación y rigor científico necesarios, sino sobre todo mentiroso y tan falto de ética. Pues recordemos que robarse las palabras de otros se llama plagio y este nunca se hace sin dolo, siempre hay la voluntad e intensión expresa de realizarlo. Aquí solo hay de dos sopas: el candidato y sus más cercanos desconocen estas tropelías, lo cual los calificaría de ineptos o bien están al tanto de ellas y con su silencio cómplice las avalan. De cualquier manera quien pierde es la ciudadanía y el proceso democrático.

Como ciudadanos no merecemos que nos pretendan ver la «cara de tontos», el estado de Querétaro no se merece que llegue gente a los equipos de trabajo expertas en el robo de ideas o perezosos al formular las propias. Como universitarios no podemos pasar acciones de plagio o la presentación de documentos sin el rigor metodológico necesario. Somos votantes del siglo XXI, necesitamos que se nos presenten análisis serios. Para ello, hay que seguir revisando las propuestas o instrumentos que saldrán a lo largo del proceso electoral, solo con una sociedad vigilante y analítica tendremos una clase política que genere proyectos de trabajo serios.

Ya basta de la nociva fauna política que surge en estas épocas, solo enturbian, contaminan y demeritan el proceso electoral tan necesario para la dinámica democrática y pública. Nosotros somos los que podemos eliminar esas plagas, el asunto es ¿Estamos dispuestos?

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