Costosas elecciones
Por: Ángel Balderas Puga
“El derroche en campañas electorales ofende a un país en pobreza”. Campaña Política con sentido universitario de nuestra universidad.
Terminaron las campañas electorales de este año. En el caso de nuestro estado, al igual que en otros estados, se conjugaron las elecciones para gobernador, presidentes municipales, diputados federales y diputados locales.
Tenemos en nuestro país un oneroso aparato burocrático que se encarga de organizar las elecciones. Este proceso nos costó a todos los mexicanos 8 mil millones de pesos, el presupuesto total de cuatro años de nuestra universidad.
La anomalía mexicana
Unos cuantos presumen el aparato burocrático electoral mexicano como su fuera “uno de los mejores del mundo” cuando, en realidad, tenemos uno de los peores del mundo.
La principal anomalía en el triste sistema “democrático” mexicano estriba en el hecho de que desde el poder (incluidos los poderes fácticos) se trata de ganar las elecciones con trampa, haciendo fraude, tratando de desvirtuar la voluntad popular, eludiendo los costos que implica a cabo llevar desde el poder agresivas medidas en contra del bienestar de la inmensa mayoría de la población. Y esta tendencia viene desde hace más de cien años. En su versión moderna desde la dictadura de Porfirio Díaz. Recordemos que el fraude electoral en contra de Francisco I. Madero, en las elecciones presidenciales de 1910, fue uno de los detonadores de la revolución mexicana.
En tiempos recientes, los aparatos burocráticos como el Instituto Federal Electoral (IFE) avalaron los fraudes más recientes en las elecciones presidenciales, las de 1988 y las de 2006. El fraude en las elecciones presidenciales de 2006 ha sido el más documentado de la historia y el que provocó una crisis de enorme magnitud dada la resistencia popular a aceptar al “espurio” de Felipe Calderón.
No se pueden entender las elecciones mexicanas ni su costoso aparato burocrático sin el fraude, sin tratar de ganar con trampas, sin tratar de ganar violando la ley o comprando los votos de los ciudadanos más pobres.
Cinismo
El cinismo de los cómplices del fraude electoral es tal que incluso se atreven a publicar libros como “académicos”, como es el caso de Luis Carlos Ugalde, el nefasto presidente del IFE entre 2003 y 2007, amiga de la hoy encarcelada Elba Esther Gordillo, ex dirigente del SNTE.
Ugalde estuvo, en días pasados, promocionando su nuevo libro “Por una democracia eficaz”. Antes ya había escrito otro llamado “Así lo viví”. Ambos libros son totalmente prescindibles y estoy seguro que no aportan absolutamente nada al sistema político mexicano.
El señor Ugalde, desde el IFE permitió la manipulación del PREP, en el que previamente había trabajado el cuñado de Felipe Calderón, Hildebrando Zavala.
¿Qué les puede enseñar este tipo irresponsable a los jóvenes universitarios? ¡Nada!
Elefante blanco
Tuve la oportunidad de presenciar personalmente varias elecciones, de diferente nivel, en Francia, Italia y España. Una de las cosas que llama la atención, con respecto a nuestro país, es que esos países, con un nivel de vida muy superior al mexicano no desperdician ni derrochan su dinero en enormes aparatos burocráticos electorales. Es más, ni siquiera hay representantes de los partidos en las casillas. Los funcionarios son insaculados y nadie hipotiza siquiera hacer trampa para que gane un determinado partido.
Por otro lado, los partidos que pierden aceptan su derrota y dejan el poder aunque hayan perdido por un mínimo margen. En cambio, en nuestro país, en las casillas tiene que haber representantes de partidos para vigilar tanto a los funcionarios de casilla como a los representantes de otros partidos para que no cometan las clásicas irregularidades que la cultura priista en este país ha convertido en acciones “válidas” o “legítimas” como el hecho de que votantes voten varias veces, acarrear votantes a las casillas, robarse votos, agregar votos, intimidar a los votantes, compra de votos o hacer trampa en el conteo de los votos. Algo verdaderamente impensable en otros países. De hecho ciudadanos de países donde esto es impensable ni siquiera logran imaginar que exista un país en donde se cometen tales irregularidades en una elección.
Después de haber votado, anulado o haberse abstenido
Así como no basta votar y ya, tampoco basta haber anulado el voto o haberse abstenido por motivos políticos. Los ciudadanos tenemos la obligación de tratar de cambiar las cosas en este país. Y no se necesita ser adivino ni brujo para saber lo que sucederá: los candidatos ganadores sacarán después de la elección su agenda oculta, tratarán de aplicar medidas o políticas que nunca pusieron al escrutinio público en sus campañas, continuarán recibiendo órdenes de sus patrones en el exterior. Y a los ciudadanos nos tocará, una vez más, participar en política para tratar de defendernos de la ofensiva que, ciertamente, nos llegará desde el poder para tratar de aplicar medidas antipopulares.
anbapu05@yahoo.com.mx
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