Opinión

Créditos para la educación privada y restricción presupuestal para la educación pública

Por Ángel Balderas Puga*

El pasado 10 de enero, Felipe Calderón anunció un programa de “Financiamiento de la Educación Superior” no dirigido a instituciones públicas sino a instituciones privadas, supuestamente para “beneficiar” con créditos a 23 mil jóvenes que estudien licenciatura o posgrados. En dicho programa participarían 21 instituciones privadas de educación superior.

Calderón habló de un monto de 2 mil 500 millones de pesos para este año. Esta cantidad equivale al doble del presupuesto anual de nuestra Universidad. Sólo con motivos de comparación podemos decir que si tan sólo la mitad de ese dinero se dirigiera a nuestra Universidad, la UAQ podría aumentar al doble su cobertura.

Sin embargo, cabe señalar que en este programa de financiamiento existen trampas, pues Calderón señaló que los jóvenes que accedan a los créditos tendrán que pagar, mientras estudian, los intereses del préstamo (a una tasa de interés, fija, del 10 por ciento) y, ahora viene la parte difícil, al concluir tendrán hasta seis meses para conseguir empleo. ¿Cómo les garantiza, Calderón, a estos jóvenes que podrán obtener un empleo en seis meses? ¿Qué pasa si no logran conseguir empleo? Recordemos que estamos en un contexto en el que existen más de siete millones de jóvenes desempleados (y además, sin acceso al estudio). Naturalmente, tratándose de créditos, los jóvenes tendrán que tener avales solidarios, los que, muy probablemente, se tengan que hacer cargo de las seguras deudas que generan este tipo de esquemas.

¿Y las “universidades” patito?

Por otra parte cabe señalar que en México se da un fenómeno, totalmente de cuarto mundo, de la proliferación de una serie de escuelas que se llaman a sí mismas “universidades” y que en esto han sido y siguen siendo cómplices las autoridades educativas de este país.

Recordemos que según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), “más de mil instituciones de educación superior –que ya representan 62.3 por ciento del total– son particulares y atienden a la tercera parte de la matrícula nacional en ese nivel de estudios; sin embargo, sólo 14 han obtenido las certificaciones que garantizan una buena calidad” (La Jornada, 08/01/07).

Recordemos también que de acuerdo al Centro Nacional de Evaluación (Ceneval) (La Jornada, 25/04/06) de casi mil 200 universidades e institutos tecnológicos en el país, “506 no reportan titulados en ningún nivel y 496 titulan menos de cien estudiantes por año. La mayoría son privadas” y de reciente creación y que el sistema está dominado por pequeñas escuelas de menos de 500 alumnos (728, 62 por ciento del total) y a lo mucho “ofrecen uno o dos programas”. A muchas de estas “universidades”, justamente, se les ha dado el mote de “patito” pues son un fraude a la nación y a las familias de los estudiantes que caen en sus redes. El análisis del Ceneval señala también que la mayoría de estas “universidades” patito surgieron durante el sexenio de Vicente Fox.

Pero además, en México (Revista Fortuna, 15/06/08) “sólo 10 por ciento de las universidades privadas cuenta con acreditación de calidad”; apenas 37 escuelas tienen carreras reconocidas por el Consejo para la Acreditación de la Educación Superior, y sólo 49 posgrados son válidos para la SEP y el Conacyt. Además, entre 2000 y 2008, a 432 instituciones se les negó el Registro de Validez Oficial y a 99 se les retiró el reconocimiento de sus planes de estudio.

Incluso Instituciones de Educación Superior afiliadas a la ANUIES como la Universidad La Salle (Ulsa), la Universidad Iberoamericana (Uia) y la Universidad de las Américas (UDLA) figuran en la lista de IES a las que les fue negado el Registro de Validez Oficial de Estudios (RVOE).

Si tan sólo parte de los créditos anunciados por Calderón terminan en este tipo de “universidades”, estaríamos ante otro caso más de financiamiento de la ineficiencia y de una enorme irresponsabilidad en el manejo de los recursos públicos.

Restricción presupuestal

En contraste con los apoyos, explícitos e implícitos, a la educación superior privada, los gobiernos federales neoliberales siguen con su política de tratar de asfixiar a las IES públicas. Para este año, el Gobierno Federal quiere imponer un tope de aumento salarial, en la IES, de un muy pobre 3.8 por ciento que para nada resuelve el problema del deterioro de los salarios de los profesores universitarios, los que hemos perdido más del 50 por ciento de nuestro poder adquisitivo con respecto a 1980.

Esta situación ha perjudicado notablemente a las IES públicas pues ha traído aparejados fenómenos tan nocivos como el multi-chambismo, la falta de profesionalización, la fuga de cerebros y el hecho que la carrera académica universitaria no resulte atractiva para los talentos jóvenes, lo que a su vez tiene una recaída nefasta en términos del desarrollo científico y tecnológico del país, algo que desprecia nuestra clase política pero que, sin embargo, se trata de una cuestión prioritaria y de seguridad nacional.

anbapu05@yahoo.com.mx

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