Opinión

De candidatos “chapulines” a candidatos “garrapatas”

Por: J. Cruz Rivera P.

Nadie resiste la tentación de mejorar su posición socioeconómica y, si la ley no se opone y las demás personas tampoco, saltar de un puesto a otro. Esto no tiene nada de particular y es una sana aspiración en el área laboral y social, sobre todo si demuestra su capacidad por sobre los demás contrincantes.

En el área político-electoral, el ambiente es distinto, pues se supone que vivimos en una democracia donde la igualdad y la equidad están compitiendo por ampliar su campo, una a expensas de la otra y no hemos podido ni querido encontrar el hilo negro del equilibrio. Se han corrompido los principios de la Democracia y los principios de equidad y responsabilidad no han logrado crecer en este terreno.

Desde luego que muchos de los que eran más listos aunque no necesariamente honestos o preparados académicamente, fueron premiados con esos puestos y como nadie les pedía cuentas de sus acciones entonces y además eran pagados, intentaron permanecer en los puestos lo más que se podía o se trepaban a otros puestos más importantes,  siempre con el argumentos que eran los mejores y que no había de dónde echar mano para renovar los cargos: en parte tenían razón, pues no había escuelas ni centros de capacitación como ahora.

Por supuesto que los diputados y los senadores, los magistrados judiciales y casi todos los empleados de gobierno hicieron lo posible por seguir en sus cargos, pues más vale poco pero seguro que lanzarse a la aventura  de ser explotados por los patrones particulares, los únicos requisitos eran quedar bien con el Presidente y tener cierta decencia.

Cuando nos impusieron la Constitución de 1917, gran parte de la gente creyó que las cosas iban a cambiar, ya que se prohibió la reelección de los presidentes, diputados y senadores, aunque la burocracia no se quiso renovar, a tal grado ésta que aún hoy en día muchos presumen de sus antigüedades de 30 o 50 años de “servicio” (aunque no se sabe de la calidad de sus servicios).

Es ahí donde se localizan los primeros arribistas del siglo XX pues todos querían subir en el escalafón, pero lo malo estaba en que muchos  ni se lo merecían y otros muchos cuando llegaban al trabajo de planta dejaban de ser productivos, pero eran defendidos  por el jefe en turno o por su sindicato. Incluso ha habido burócratas más afortunados que los diputados y senadores, pues éstos nada más laboran por tres o seis años y aquellos hasta que se jubilan.

Y los legisladores no se querían quedar atrás y también buscaron la forma de perpetuarse en el poder, pero una ley de Calles los obligó a tener que esperar en la banca para que el Partido y el pueblo los consideraran nuevamente para otra oportunidad en el cargo. Por ello empezaron a estudiar las lagunas de la ley electoral. Vieron que podían brincar de una candidatura a otra sin violar la ley y empezó lo que la gente llama hoy el “chapulineo”, con el agravante de que muchos ni terminan su periodo con tal de colocarse en un mejor puesto de elección popular, engañando a sus electores anteriores.

Y más grave aún es que, con las nuevas disposiciones constitucionales los chapulines de esta clase se convertirán en garrapatas a partir del 2018, pues con la eventual reelección, tan temida, tan atractiva y consecutiva, hasta por tres veces tendremos que soportar a los legisladores y presidentes municipales. Desgraciadamente, el público electoral está amaestrado, pues odiando tanto a los chapulines, se echará en garras de las garrapatas dentro de tres años y seguirá tan contento por otros años.

Por eso creemos que dicho tipo de candidatos, “chapulines”, tendrá una metamorfosis para el año 2018 en donde, en lugar de siempre brincar, se agarrarán de los puestos como las garrapatas se agarran de los animales y terminan por matar el animal de tanto chuparles la sangre.

Así, los legisladores no podrán ser retirados y consumirán el erario impunemente, pues no habrá ciudadano común que pueda competir con ellos en las elecciones, en perjuicio de la equidad. Por eso decimos que las guerras venideras serán como garrapatas.

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