Opinión

Día cincuenta y uno

Bitácora de Viaje (de Estudios Socioterritoriales)

Por: Manuel Basaldúa Hernández

Dedicado a Ricardo Chapa y Augusto Peón, seguidores históricos de Los Beatles.

Pancho Pantera es el nombre de un preadolescente imaginario, que ha servido de referencia para un polvo chocolatoso con el que se prepara una bebida. Varias generaciones han crecido consumiendo ese producto, que ya se ha convertido en un clásico por su referencia a los elementos que le dan contorno. Una playera roja, ceñida a un cuerpo atlético, pantalón azul y zapatos negros, con un peinado clásico. Presume en su playera la figura de una pantera de color negro, ícono que le da la referencia histórica en México. El Choco Milk tiene ya varias décadas como producto dedicado al sector infantil y se ha ganado un lugar en la geografía citadina.

En la ciudad de San Miguel de Allende, en uno de sus extremos del lado norte, existe una calle que ha sido nombrada con ese personaje. “Pancho Pantera” ya es referencia en la colonia Guadalupe. Es una callecita perpendicular, situada entre la calle Jaime Nunó y la calle Francisco González Bocanegra, del código postal 37710.

Podemos encontrar un abultado número de calles con nombres poco comunes y que no hacen referencia a los héroes y heroínas de nuestra forjada patria. En la colonia Carretas existe el “Callejón de la Amargura”, en otras ciudades está la calle “Goma”, en Prados del Mirador está el “Callejón de los Enamorados”, o “La Luna”, pero si éstos parecen extraños, y hasta graciosos, solamente es cuestión de señalar los nombres de la “avenida Mario Bros”, “Sonic El Erizo”, “El Mago de Oz”. Aunque también existen aquellos nombres que hacen referencia a películas como “Final Fantasy”, “Cantando bajo la lluvia”, “La Edad de los Imperios”, “La Isla del Tesoro”, “La Leyenda de Zelda”, y por si piensan que los cinéfilos del área del arte se quedarían atrás, pues basta hacer la referencia para las calles “Un americano en París, “La Ventana Indiscreta”, “Todo sobre mi madre”, “Los Siete Samuráis”. La solemnidad cabe dentro de la esfera de lo informal. De todo lo informal que pueda parecer. Si consideramos esto, tan sólo veamos cómo es que los municipios y las autoridades municipales aceptan estas asignaciones onomásticas.

En la ciudad de Ocampo, del municipio del mismo nombre, en el estado de Michoacán, me encontré con la calle de John Lennon. La placa que indica el nombre de la calle, es de color azul, y al lado izquierdo del nombre está la silueta del Beatle, que evoca la figura aparecida en el álbum Abbey Road. La referencia a la administración municipal que permitió esa asignación a la calle es la referida del 2008-2011. Del código postal 61450, la calle John Lennon es la extensión de la calle Juárez. El nombre del músico inglés contrasta con los nombres de Aquiles Serdán, Lázaro Cárdenas, Leona Vicario, Ignacio Zaragoza, o del mismo prócer que le da nombre al mismo poblado: Melchor Ocampo. Las casas de adobe con techos de teja colorada, y sus bardas blancas con el más estilo purépecha alberga el letrero que relaciona a esta entidad con el roquero inglés. Pues para mí fue una sorpresa encontrar esta calle en una localidad de apenas 50 manzanas y 22 mil habitantes, dedicados a las actividades agrícolas y la migración.

Estos nombres nos hacen recordar cómo es que en épocas pasadas, las referencias a las vías de tránsito, señalaban a eventos, acciones, desgracias, alegorías o festividades de las comunidades en donde se erigían los espacios urbanos. Pero ahora también pueden ser retomadas otras referencias, de las cuales son retomados personajes destacados, populares, ídolos, que configuran una dimensión territorial novedosa.

La apropiación del espacio urbano por parte de la comunidad, o de grupos de población, se concreta a través de la nomenclatura extraordinaria, que más tarde se convierte en una inscripción oficial. Pero que se convierte en una alternativa a las propuestas gubernamentales de los encargados de la urbanización. Los referentes geográficos requieren de asignación de hechos o procesos y éstos se hacen a partir de esa forma de cubrir por medio de ideas o señalamientos, que van cobrando fuerza entre quienes conviven y encarnan esos territorios.

La nomenclatura de los espacios públicos abarca esas calles, callejones, avenidas, bulevares, plazas o dimensiones espaciales con todo el folclor y picardía que solamente se encuentra en la imaginería popular. El estudio de la geografía y su combinación con el estudio cultural nos muestra la posibilidad de construir nuevas formas de registrar las acciones que se desarrollan dentro del territorio. Los análisis georeferenciales nos pueden ayudar mucho para comprender las maneras en que se ubican los grupos sociales.

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