Día diecisiete
Por Manuel Basaldúa Hernández
La ciudad, como concepto y espacio físico y social, guarda obligadamente relación con un punto de referencia. Construcciones monumentales o parcas se convierten en el eje de la actividad del centro urbano. En el mes de mayo del 2006 llegamos a la ciudad de Granada, en la Península Ibérica. Después de una breve estancia en Madrid y una visita académica a Córdoba, el doctor Juan José Gutiérrez tuvo a bien llevarnos a dar un recorrido en esa zona. Granada se encuentra a las orillas de la gran Sierra Nevada, que hace lucir a la luna con un plateado metálico que impresiona. Entre las montañas y la ciudad se atraviesa de manera imponente la Alhambra.
Mi pequeña hija, Nidia Andrea, mi mujer, María Dolores, y yo nos dispusimos a recorrer los pasillos de esa ciudad amurallada que es la Alhambra. El doctor Gutiérrez consiguió desde muy temprano los boletos para entrar al recinto y ya entrada la mañana empezamos con la caminata. La Alhambra es el símbolo de la ciudad, aunque existen otros edificios no menos importantes, como la majestuosa Catedral, el Generalife, del cual me ocuparé en otra ocasión, y la Alcazaba. Si Querétaro destaca por su acueducto y la estatua que fue erigida como monumento a su benefactor Juan Antonio de Urrutia, Marqués de la Villa del Villar del Águila, lo mismo Granada luce orgullosa este monumento.
La pregunta obligada respecto a ese gran edificio rodeado de murallas era: ¿qué significa Alhambra? Nos encontramos una respuesta curiosa. Primero hay que advertir que esa región ibérica fue conquistada y habitada por los musulmanes provenientes del norte de África. Así que las referencias a la cultura árabe son recurrentes y enmarcan la vida granadina. Entonces Alhambra deriva de una referencia árabe: Qal’at al-Ḥamra, que significa “roja”, o también significa “castillo rojo”. Una palabra conocida como “bermejo” es otra referencia a ese tono rojizo, como el tezontle que nosotros conocemos en nuestros semidesiertos. Algunos habían planteado que el significado de Alhambra era por su relación con los ladrillos hechos de adobe, y al reflejar el tono rojo empezó a cobrar importancia la tonalidad y la gente empezó a conocer el edificio de esa manera. Pero también recogimos la referencia de que las paredes de la Alhambra eran totalmente blancas, pero en la noche estaban iluminadas por las antorchas con un fuego rojizo y éste se reflejaba en las grandes paredes, lo que las hacía parecer de un rojo intenso. Los vecinos de barrios contiguos le asignaron esa referencia sobre lo colorado del edificio.
En los detalles de la arquitectura, y los detalles de los interiores de los jardines, las habitaciones muestran una delicada e intensa expresión de la cultura árabe. Una cultura que destaca en el transcurso del tiempo y que supo imponerse. Esta ciudad, que data desde el siglo VIII, fue la arena de luchas, pero también de cruces de culturas. En sus años primigenios vio la influencia de los musulmanes y cristianos. Los árabes supieron convivir entre estas dos influencias y saber imponer su cultura.
Para disfrute de su población y sus gobernantes construyeron dentro de la Alhambra unos majestuosos e inmensos jardines, que nuestra pequeña y nuestros acompañantes recorrimos durante todo un día. Las rosas y demás exóticas flores enmarcaron la extenuante caminata, refrescada por innumerables fuentes. Sin duda, una inolvidable visita gracias a la idea de Juan José Gutiérrez.
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