Opinión

Día diez y siete.

Bitácora de Viaje

(de estudios socioterritoriales)

Por: Manuel Basaldúa Hernández

Los límites territoriales de una entidad federativa siempre se me hacen graciosos. Los convenios entre los humanos no dejan de ser muy curiosos, aunque sus consecuencias de acuerdos o desacuerdos suelen ser o graves, o solemnes. Tales límites territoriales nos los encontramos en cualquier momento, en cualquier espacio. En cualquier acuerdo o entorno. Por ejemplo, en la población de Ixtlán del Rio, un lugar de Nayarit cercano al Estado de Jalisco, se encuentra un puente que sirve de referencia para el cambio del uso horario en la parte noreste del país. De tal forma que uno cruza el puente hacia el oriente, entonces debes cambiar una hora más el reloj. En tanto que si lo haces hacia el poniente, debes retrasar una hora el reloj.

Los husos horarios fueron establecidos con base en la designación de los paralelos, con los cuales se divide el día en el transcurso de la rotación de la tierra. En México tenemos dos de ellos, y ahora se han incorporado para utilizarlos de manera dinámica. El que ya señalamos y, recientemente, el que afecta a la península de Yucatán. Desde luego que tiene que ver el interés de estar al parejo con las actividades económicas de Estados Unidos. Lo mismo sucede con el Estado de Sonora, es el único estado que no cambia su horario en verano o en invierno como lo hacemos los demás Estados. La razón de esa inmovilidad del horario es que a ellos les conviene ese horario justamente por la misma razón que los de Yucatán.

Otra demarcación más que podemos observar son los trópicos. Uno de ellos se encuentra a unos 28 kilómetros de la ciudad de Mazatlán, rumbo al norte. Ahí atraviesa el “trópico de cáncer”. A la misma altura pero en el hemisferio sur, se encuentra el “trópico de capricornio” y entre ellos dos, el ecuador, precisamente a la mitad del globo. Aunque aquí no solo es la convencionalidad sino la existencia de un fenómeno físico asombroso. En la línea del ecuador, se puede hacer el siguiente experimento: se pone un artefacto que drene agua, y al momento de drenarse lo hace de forma vertical, en tanto que si uno pasa al lado norte dando unos pasos solamente de esa línea del ecuador se drena formando un remolino hacia la derecha. Ahora bien, se pasa uno al lado sur  y cuando se drena el agua, el remolino gira en sentid contrario.

Los antecedentes de tales divisiones y localización del ecuador los podemos encontrar en  los clásicos. Diógenes Laercio ha sido referido como el inventor de un aparato algo complejo, aunque su estructura es muy simple y sencilla: el “astrolabio”. Este instrumento fue retomado y mejorado por los árabes toda vez que los griegos lo fueron dejando a un lado. Los árabes, diestros y hábiles en las matemáticas, lo utilizaron para aplicarlo en la resolución de los triángulos esféricos. Los árabes, muy cercanos a la religión en toda su cosmovisión y prácticas cotidianas lo usaron para medir y predecir los momentos de la aparición del sol y de la luna. Apariciones que, según ellos, es el momento preciso para el Ramadán, su tiempo de oración.

El astrolabio tenía ya sus dos presentaciones: el plano, que fue tomado así desde los griegos, y el esférico, mejorado y avanzado por los árabes. Este último tal como lo conocemos en las películas de piratas, es el “astrolabio náutico”, y dicho instrumento tiene graduados los elementos que servirán para la marca de nuestro espacio: el cenit, el horizonte, el ecuador, los almicantarats, el azimut y los que hemos referido ya, círculos de cáncer y capricornio, la ubicación de los polos, el norte y el sur, así como la ubicación del ecuador.

Los elementos de medición tradicionales en la geografía son los meridianos y los paralelos, que ya hemos referido como se usan y aplican, estos son los elementos que nos permitirán indicar la situación de un lugar. Los paralelos nos llevan a reflexionar sobre el tiempo, pero eso no lo tocaremos en esta ocasión.  El hombre con su curiosidad por la medición del espacio y del tiempo dio lugar a estos aparatos que nos sirvieron para establecer patrones y modelos de medición, de partición del globo terráqueo para su manejo. Y de ahí, derivar los puntos geográficos y sus divisiones. La política y la economía sirvieron después para la partición de los terrenos y los dominios de los lugares. Sin duda, ustedes han visto constantemente esos letreros que dicen “Bienvenidos al estado de….”, “línea divisoria de la frontera”, de ahí de esos muy serios y formales, hasta los letreros que se encuentran en las puertas de las casas: “No se estacione, si usted respeta mi cochera yo respeto su auto”, “No ponga la basura en este lugar”, “No pase, propiedad privada”, “Termina área urbana”. Y así sucesivamente, cualquier aviso que nos indique la prohibición de algunas actividades o de invasión del espacio, o la permisibilidad para el uso del espacio.

La designación de ciertas prácticas, el uso de algunos lugares, la extensión o reducción del terreno, entre otras referencias así, son términos que se usan para la aplicación de los espacios se encuentra establecido por acuerdos y convenciones que solo pueden ser dimensionados por la geografía. Pero que ahora pueden ser explicados de manera clara y especifica por los estudios socioterritoriales.

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