Opinión

Día noventa y dos

Bitácora de Viaje (de Estudios Socioterritoriales)

Por: Manuel Basaldúa Hernández

Los espacios abiertos rodeados con arquitectura muestran el arduo trabajo humano. Aunque también podríamos expresar esta misma idea de la siguiente manera: la arquitectura enmarca los espacios abiertos. Pero aquí ya toma una connotación distinta que nos remite al trabajo de la arquitectura. No; más bien, nuestra intención es hablar sobre la cuestión de lo socioterritorial. La idea la planteo recordando mi estancia en la Plaza Mayor, ubicada en medio del centro histórico madrileño. Envuelta en esas calles retorcidas, con los techos inclinados, con su material oscuro como sus pasillos abajo, aparece la plaza, con una plancha que permite observar ampliamente el cielo. Lo urbano se convierte en postal, en paisaje, en un escenario de arquitectura y alegoría del diseño de la construcción.

Los cafecitos, los restaurantes y las heladerías situados alrededor del rectángulo de la plaza, escondidos entre los arcos, y sus mesas dispuestas en la plancha de la Plaza le dan un toque cálido, amigable y acogedor. Los adjetivos exagerados son a propósito, espero que no sean demasiado barrocos. El lugar lo merece, y la intención de hablar sobre espacio y paisaje, también.

Dice Milton Santos (1997) que paisaje y espacio no son sinónimos. Que paisaje “es el conjunto de formas que, en un momento dado, expresa las herencias que representan las sucesivas relaciones localizadas entre hombre y naturaleza”. Aquí en la Plaza Mayor, el hombre ha erigido las múltiples formas que acompañan a este cuadrado extendido, es decir, a un rectángulo achatado en sus polos. El cielo es recortado por la vista de los techos de los apartamentos habitados por los madrileños, cómplices de las barrocas figuras alegóricas de las paredes. El paisaje no es la naturaleza total, la naturaleza salvaje, aquí paisaje es lo transfigurado por el hombre, llegando a su nivel de urbanización y elevado a metrópoli.

En tanto, “el espacio es la reunión de esas formas -herencias que representan esas sucesivas relaciones- más la vida que las anima.” El espacio no es el vacío o la totalidad de la existencia del cosmos, el espacio se construye a partir de la interacción del hombre, ya sea desde su propio cuerpo o sus vestigios materializados en la arquitectura. “El espacio es uno y múltiple, por sus diversas partes, y a través de su uso, es un conjunto de mercancías, cuyo valor individual es función del valor que la sociedad, en un momento dado, atribuye a cada porción de materia, es decir, a cada fracción de paisaje”. El espacio es el elemento más representativo de la acción social. Es la concreción del espíritu humano. Quizá por eso el cielo sea la idea más cara en la historia de las ideas de sublimación de la sociedad. A lo que refiere Santos es a la referencia máxima que se aproxima a la tesis durkheimiana de que la religión es la transfiguración de la sociedad. Acá en Socioterritoriales podremos decir que el espacio es la transfiguración de la sociedad, porque es una idea que mezcla forma y contenido, proceso y resultado, función y forma, objeto y sujeto.

El mismo tratamiento lo podemos aplicar con la construcción del paisaje, pues éste -a decir de Santos- es el “conjunto de objetos reales-concretos”. Así, encontramos que el paisaje es transtemporal, que reúne los objetos pasados y presentes, aunque el objeto tenga un inicio, un punto de partida, una fecha que indique cuando fue erigida la construcción. El paisaje va a nacer de sus formas, de las formas creadas y recreadas en momentos históricos diferentes que coexisten con el momento actual. Pero a la vez, se remite a la historia y al pasado, porque el paisaje cobra relevancia en tanto que está ligado a la historia. No así el espacio, que está ligado al presente. El espacio es presente. El paisaje es pasado por los objetos reales-históricos.

La Plaza Mayor evoca el trabajo de hacer ciudad como el destino de la humanidad, y su forma de relacionarse. La ciudad como metáfora. Dice Santos, “el espacio es la síntesis, siempre provisional, entre el contenido social y las formas espaciales. Pero la contradicción principal se da entre sociedad y espacio, entre el presente invasor y ubicuo que nunca se realiza completamente”.

La intención del manejo del espacio, que deviene en paisaje, se aparece como una dialéctica, pero no es una cuestión marxista, más bien es una cuestión funcionalista. Aunque tenga esa alegoría de contradicción y síntesis, el asunto es más bien una cuestión de funciones sobre el manejo y transformación del espacio.

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